De Arana a Cosse

De Arana a Cosse

La columna de Adolfo Garcé

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Nº 2228 - 8 al 14 de Junio de 2023

Con una semana de diferencia, dos noticias sacudieron el escenario político nacional. El domingo 28 de mayo Carolina Cosse recibió el respaldo del Comité Central del Partido Comunista a su precandidatura presidencial. Una semana después, el domingo 4 de junio, murió Mariano Arana, una figura legendaria del Frente Amplio. Cosse toma impulso para dar un nuevo salto en su carrera política. Arana emprendió la retirada rodeado de aplausos de amigos y rivales. A los dos les tocó desempeñar el mismo cargo: el gobierno departamental de Montevideo. Pero llegaron hasta ahí por caminos diferentes y con expectativas distintas.

Mariano Arana fue el arquetipo de intendente montevideano. Arquitecto, urbanista, profesor universitario, apasionado defensor del patrimonio arquitectónico de la ciudad, hubiera sido el primer intendente frenteamplista de no mediar la ruptura del Frente Amplio a comienzos de 1989. Arana, desde su primera postulación en 1984, era el candidato natural del FA a la intendencia montevideana. De hecho, restaurada la democracia, presidió el Plenario Departamental y dirigió la elaboración de la propuesta programática del FA (el Documento 6) para el gobierno de la capital. El quiebre del FA le produjo un disgusto demasiado profundo. El FA se quedó sin candidato para Montevideo, hasta que, luego de analizados y descartados otros nombres, apareció el de Tabaré Vázquez.

Vázquez fue un intendente innovador. Tuvo un estilo diferente: rompió la imagen del dirigente de izquierda convencional. Llevó adelante propuestas innovadoras, que rebasaron los límites de los cometidos habituales (alumbrado, limpieza, tránsito, transporte, gestión de residuos, parques y plazas). El estilo fue absolutamente suyo, mérito propio: serenidad, firmeza, más diálogo con propios que con extraños. Las propuestas, en cambio, fueron las del Documento 6, elaborado bajo la dirección de Arana. El eje central fue “promover una profunda democratización de la vida social, política y económica del departamento de Montevideo”. En ese contexto, el énfasis estuvo puesto en la descentralización y en el despliegue de políticas sociales.

Es decir, Mariano Arana no fue, solamente, intendente dos veces. Fue un actor central en la elaboración de los cimientos programáticos de la gestión de gobierno del FA en Montevideo, iniciada por Tabaré Vázquez, continuada por él mismo durante 10 años y por otros dirigentes después (Ricardo Ehrlich, Ana Olivera, Daniel Martínez, Carolina Cosse). Desde luego, cada gestión tuvo su impronta, tanto en las formas como en el fondo, dependiendo de las características personales del titular del cargo (no es lo mismo Ehrlich que Cosse) como de sus apoyos en la interna frenteamplista (no tiene las mismas consecuencias apoyarse en el Partido Socialista y la Vertiente Artiguista que en el MPP y el PCU).

Arana puso los cimientos programáticos. Tabaré Vázquez empezó queriendo ser un buen intendente, pero muy pronto fue visto como potencial candidato a la presidencia. En torno a esa perspectiva, la de convertir al intendente en presidente, se formó el Encuentro Progresista en 1994. La gestión de gobierno en Montevideo, de hecho, fue el trampolín hacia la presidencia. Arana, que lo sustituyó por 10 años, nunca se vio a sí mismo saltando de un cargo al otro. Pero la app que permite convertir a un intendente en presidente quedó instalada en el imaginario frenteamplista.

Daniel Martínez recorrió ese camino. Intentó ser nominado a la presidencia en 2009. Su propia gente, el Partido Socialista, le retaceó el apoyo al inclinarse por Danilo Astori. Intentó, de inmediato, ser candidato a la intendencia. Entre comunistas y emepepistas rápidamente le cerraron el paso e impulsaron a Ana Olivera. Martínez fue por la revancha cinco años más tarde. Esta vez sí logró convertirse en intendente y subirse al trampolín. Su buena gestión en Montevideo, como indica el manual, le permitió competir con éxito en la primaria del FA de 2019 y vencer, entre otras precandidaturas, la de Carolina Cosse. Excluida sorpresiva y casi inexplicablemente de la fórmula presidencial, Cosse (como antes Martínez) fue por la revancha. Ella también decidió apelar al know how patentado por Vázquez: desde la intendencia saltar a la presidencia. En eso está.

Daniel Martínez y Carolina Cosse son herederos del legado iniciado por Mariano Arana. Pero compitieron por el cargo por razones esencialmente distintas a las de aquel. Para Arana ser intendente de Montevideo era todavía más emocionante que ser ministro de Vivienda. Martínez y Cosse, en cambio, compitieron por el gobierno departamental de Montevideo porque no pudieron, en su primer intento (2009 y 2019, respectivamente), ser candidatos a la presidencia. Ser intendentes de Montevideo fue, para ellos, apenas el second best, un objetivo secundario funcional a la estrategia de ir por nuevamente detrás de la primera preferencia: conquistar el gobierno nacional. Desde luego, esto no quiere decir que no les interese Montevideo y su gente. Pero hay un abismo entre encarar el gobierno departamental con la pasión montevideana de Arana y el enfoque instrumental de Martínez y Cosse.

No es lo mismo pasión que ambición. De todos modos, no hace falta pensar que solo el interés mueve el mundo para aceptar que la ambición ascendente —el sueño de un nuevo salto— juega un papel muy importante en la vida política. Probablemente, Martínez no hubiera sido un intendente tan dinámico si no hubiera tenido, entre ceja y ceja, el sueño de alcanzar la presidencia de la República. Lo mismo vale para Carolina Cosse, tanto en los cargos que ya desempeñó (Antel y Ministerio de Industria, Energía y Minería) como en el que está ocupando ahora mismo. Los nuevos objetivos de carrera no aseguran gestiones inteligentes, enérgicas e innovadoras. Pero las estimulan.

Vuelvo al comienzo. Carolina Cosse no es Mariano Arana. La lista de diferencias es extensa. Está sentada en el mismo sillón “municipal” pero tiene otros objetivos. Es inteligente y ambiciosa. Ganó legítimamente su lugar en la competencia electoral. Logró instalarse en el trampolín más alto, conoce el manual y está dispuesta a saltar. El apoyo del PCU no le asegura ganar la primaria. Pero vuelve la disputa por la nominación presidencial frenteamplista todavía más competitiva e incierta.