En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
* Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
¡Hola !
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Todo se inicia con una elegante cartera verde. Alguien la olvida en el asiento del metro de Nueva York. Y Frances (Chloë Grace Moretz), camarera de un restaurante de Manhattan, la encuentra cuando viaja de regreso a casa. Lleva la cartera a la cabina de objetos perdidos, no hay nadie, así que se marcha con ella al piso que comparte con su amiga, Erica (Maika Monroe), a quien le divierte la idea de quedarse con la plata del monedero y hacerse “un colónico”. A Frances no le parece buena idea y por fortuna dentro de la cartera está la libreta de conducir con la dirección de la dueña, que se llama Greta Hideg (Isabelle Huppert, tesoro del cine europeo). La joven se toma la molestia de ir hasta la casa y se encuentra con una mujer amable y sofisticada que habla con acento francés y que, agradecida por el gesto, la invita a pasar y compartir un café.
¡Registrate gratis o inicia sesión!
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
Por medio de la charla entre ambas llegan algunos datos. Por ejemplo, que Frances llegó a Nueva York desde Boston hace un año, poco después de perder a su madre, todavía se siente un poco vulnerable y afligida, también un poco perdida en esta nueva vida. Greta es viuda, tiene a su hija viviendo en París, y todavía no se acostumbra del todo a la soledad de esa casa de ambiente tan cálido, donde toca el piano y prepara sabrosa repostería de Europa Central. A todo esto, sus vecinos están haciendo remodelaciones y generan algunos ruidos incómodos. “Parece que están construyendo un arca”, dice Greta.
Así se inicia un acercamiento con promesa de amistad. Un acercamiento que Erica no termina de aprobar y que incluye charlas, afectuosos mensajes de texto, algún paseo. “Mis amigos dicen que soy como un chicle”, dice Frances. “Tiendo a pegotearme”. Una noche, mientras preparan la comida, de manera accidental Frances se encuentra con una inquietante sorpresa escondida en uno de los armarios de Greta. No puede quedarse mucho más en ese lugar y con esa mujer. Se marcha. Es a partir de aquí cuando todo empeora. Y apenas han pasado 30 minutos de los 90 que dura la película.
Greta la llama por teléfono, una vez, diez veces, le escribe mensajes, varios, demasiados, la sigue hasta el trabajo, la espera al otro lado de la calle, le envía fotografías para mostrarle lo cerca que está, se le aparece en su casa, mascando chicle de una manera que, como lo hace Huppert, resulta inquietante. Frances hace lo que puede. Llama a la Policía. Pide una orden de restricción. Y no hay mucho que pueda hacerse. A Erica solo le falta decir: “Yo te avisé”.
El irlandés Neil Jordan, ganador de un Oscar al mejor guion en 1992 por El juego de las lágrimas, llevaba tiempo alejado de la dirección. Su anterior trabajo, Byzantium, una historia protagonizada por dos mujeres vampiro, es de 2012 (puede verse en Netflix). Y aunque en los últimos tiempos participó como creador, guionista y showrunner de la serie Los Borgia (en los hechos, una película de 40 horas), La viuda (Greta, 2019) es su primer largometraje en siete años.
Y es como un viaje en el tiempo, como un filme de la década de 1980 o 1990. Como esos thrillers con personajes inquietantes, posesivos y obsesivos. Como Doble de cuerpo, Atracción fatal, Mujer soltera busca, La mano que mece la cuna, Bajos instintos y Acoso sexual. Cuentos de fascinación y suplantación que no ingresan directamente en el género del terror pero resultan (o tienen momentos) aterradores. Incluso puede irse más atrás y encontrar algo del tono y la atmósfera de Los ojos sin cara (Georges Franju, 1959), película que el propio Jordan tuvo como referencia, donde un desquiciado cirujano rapta mujeres para usar su piel en la reconstrucción de su hija.
Con espíritu de filme clase B, La viuda es, en parte, un retorcido cuento de hadas, una película de vampiros y de fantasmas, aunque sin vampiros y sin fantasmas. Explora los vínculos de la amistad, las zonas oscuras de la maternidad, el vampirismo de las relaciones humanas, el acoso espectral de la añoranza. El relato seduce con su gradación de lo ominoso y su humor negro (ese cadáver bajando por la escalera, esa inyección en un dedo mutilado), con giros y vueltas de tuerca, a veces predecibles pero siempre efectivas.