Río de Janeiro (Gerardo Lissardy, corresponsal para América Latina). Mientras los precios de las materias primas tocaban las nubes en los últimos años, América Latina contó una historia de éxito económico al mundo. Pero ahora que los vientos parecen cambiar de dirección, en las previsiones de crecimiento para la región asoman dos Latinoaméricas bien diferentes: una débil e inquietante formada por Brasil y sus grandes socios del Mercosur, y otra pujante y sólida integrada por países del Pacífico.
Esta semana surgieron nuevas señales sobre esa bifurcación regional con un informe de perspectivas económicas globales presentado por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Por ejemplo, la institución pronosticó que el PIB de Brasil crecerá en 2014 apenas 1,8% y el de Argentina 0,5%, mientras que en Perú la expansión será de 5,5% y en Colombia de 4,5%.
Otro documento divulgado ayer miércoles por el Banco Mundial ofrece más datos sobre la gran disparidad que tienen las proyecciones económicas de la región para este año: el país con mejor rendimiento será Panamá, con 7%, mientras Venezuela tendrá el peor, con una contracción de 0,9%.
La idea de una divergencia entre países latinoamericanos del Atlántico y Pacífico está lejos de ser nueva. Diferentes analistas han destacado recientemente los fuertes contrastes que existen entre las políticas reguladoras y proteccionistas de miembros del Mercosur como Brasil, Argentina y Venezuela, y la estrategia de abrir mercados y promover el libre comercio que comparten naciones como Chile, Perú, Colombia y México, que se han juntado en la Alianza del Pacífico.
Pero las estadísticas reveladas por los organismos multilaterales de Washington sugieren que esas diferencias pueden estar pautando cada vez más el desempeño económico a lo largo y ancho de la región. “En el Pacífico tienen algunas dificultades, pero están manejando las cosas mucho mejor”, opinó Claudio Loser, ex director del FMI para América Latina, en diálogo con Búsqueda.
Chau bonanza.
En el documento publicado previo a su reunión de primavera boreal, el FMI dejó pocas dudas de que la coyuntura económica es bastante menos favorable para América Latina que un año atrás. El organismo previó que la región en general crecerá 2,5% en el correr de 2014, casi medio punto menos que el 2,9% calculado en enero.
“La actividad económica en América Latina y el Caribe permanecerá relativamente atenuada en 2014”, indicó. Agregó que los efectos comerciales positivos que pueda generar una recuperación en las economías avanzadas probablemente serán contrarrestados por los menores precios de las materias primas, condiciones financieras más restrictivas y obstrucciones en la oferta de algunos países.
El documento advirtió que los riesgos son “considerables” para las perspectivas de la región. Entre ellos citó la posibilidad de que un aumento sorpresivamente rápido de las tasas de interés en Estados Unidos complique el cuadro financiero, con flujos de capitales cambiando abruptamente de sentido. También señaló que los países exportadores de materias primas pueden enfrentar el “lastre” de presiones a la baja en los precios de esos productos, debido a factores como una eventual desaceleración pronunciada de la inversión en China.
Para el año que viene, el organismo dirigido por la francesa Christine Lagarde anticipó que el crecimiento latinoamericano será de 3%, lo que supone otro recorte respecto al 3,3% previsto en enero.
El Banco Mundial también revisó algunas décimas a la baja sus proyecciones de expansión latinoamericana, que calificó como “decepcionante” el año pasado cuando alcanzó 2,4%. “Los vigorosos vientos de cola externos que ofrecieron un impulso exógeno al crecimiento en años pasados se han disipado”, alertó.
Sin embargo, Augusto de la Torre, economista jefe del banco para América Latina, descartó que pueda reiterarse el tipo de crisis domésticas que la región solía sufrir en el pasado. Esto, gracias a un mejor panorama macroeconómico y una menor dependencia de la deuda debido al aumento de la inversión extranjera directa, que aparece como la mayor fuente de financiamiento para la región.
Lo que inquieta a De la Torre es la posibilidad de que se mantenga el patrón de bajo crecimiento en América Latina, a la mitad del ritmo que había antes de la crisis financiera mundial de 2008. “Una tasa de equilibrio para el crecimiento de alrededor de 2,5 por ciento sería claramente insuficiente para mantener el ritmo de progreso social al que la región se acostumbró en los últimos 10 años”, anticipó.
¿Hora de ajuste?
Ambas instituciones han remarcado la heterogeneidad que presenta la región. Por el lado del Pacífico, además de citar la rápida expansión de Colombia y Perú, el FMI sostuvo que en Chile el crecimiento se va a moderar a 3,6% debido a una desaceleración de la actividad privada. Pero destacó que en los tres países el consumo interno es dinámico, con tasas de desempleo en mínimos históricos, aumento de los salarios reales y precios controlados.
Para México anticipó que el crecimiento repuntará a 3% este año (tras el débil 1,1% de 2013) y podrá ser aún mayor a mediano plazo como consecuencia de las reformas emprendidas en sectores como energía y telecomunicaciones.
El Fondo también destacó las tasas de expansión previstas este año para Bolivia (5,1%) y Paraguay (4,8%). En el caso de Uruguay, calculó un crecimiento de 2,8%, aunque ya admite que podría ser mayor. (ver nota en sección Economía, página 23).
Sin embargo, para los demás socios del Mercosur el panorama trazado es bastante menos alentador. Brasil, con una rebaja de medio punto en su previsión de crecimiento para este año, aparece como un freno para la expansión regional. El FMI indicó que la inversión privada en el gigante sudamericano es débil por la “escasa confianza empresarial”, aunque la depreciación del real y el alza de los sueldos respalden la demanda interna.
“En Brasil, es necesario seguir aplicando políticas más restrictivas. A pesar de los aumentos sustanciales de la tasa de política monetaria del pasado año, la inflación se mantiene en el límite superior de la banda”, señaló (la proyección es que llegue a 5,9% este año). Agregó que la intervención en el mercado cambiario debe ser más selectiva, apuntando a limitar la volatilidad, y que la consolidación fiscal reduciría los desequilibrios externos.
El FMI colocó a Argentina y Venezuela en una misma categoría, previendo que su actividad “se desacelerará marcadamente” en el correr del año. “Las políticas macroeconómicas que han sido continuamente expansivas han dado lugar a un alto nivel de inflación y a una disminución de las reservas oficiales de divisas. La brecha entre los tipos de cambio oficial y de mercado sigue siendo amplia en ambos países”, consideró.
También advirtió que medidas como los controles de precios afectan aún más la confianza y la actividad. El Fondo proyectó que este año Venezuela tendrá una inflación de 50,7% y evitó estimar la de Argentina, debido a la falta de confianza en sus datos.
Algunos economistas creen que todo esto ha hecho reaparecer en el recetario económico de los grandes socios del Mercosur una palabra que parecía en desuso hasta hace poco tiempo: ajuste.
“Para Venezuela y Argentina es el momento del ajuste, absolutamente”, sostuvo Loser. “La situación de Brasil es compleja pero mucho menos grave: el crecimiento va a ser muy bajo, hay que ajustar las cuentas fiscales y ya han comenzado a ajustar la política monetaria. Entonces llegó también el momento del ajuste”.
Franklin Serrano, profesor de Desarrollo Económico y Economía Política Internacional en la Universidad Federal de Río de Janeiro, sostuvo que los dos andariveles diferentes de crecimiento regional complicarán especialmente al Mercosur. “Si Brasil no crece, no tiene sentido para Argentina, Venezuela y los demás países estar asociados a una economía grande”, indicó a Búsqueda. “Brasil asumió la responsabilidad de ser una especie de locomotora del Mercosur por ser una economía mayor y más diversificada. Y después paró de crecer”.