Esas dos velocidades que se observaron durante los últimos años alteraron la importancia relativa de unas y otras economías en el mapa global. El peso de los países de alto ingreso en el PBI mundial cayó de 80% antes de la crisis que estalló en EEUU en 2007-2008 al 70% en el último quinquenio. Por su parte, las economías de ingreso medio aumentaron su aporte de 20% a casi 30%; la participación de las de ingreso bajo prácticamente se mantuvo (de 0,5% a 0,6%), según datos del Banco Mundial.
A su vez, la decisión adoptada en los últimos días del año pasado por la Reserva Federal (Fed, habitualmente) de EEUU de empezar a recortar su política de estímulos monetarios —a partir de los últimos datos alentadores sobre la marcha de su economía— comenzó a tener efectos en los flujos comerciales y financieros internacionales.
El lunes 6 el Senado estadounidense aprobó el nombramiento de Janet Yellen al frente de la Fed desde el próximo viernes 31. Se espera que durante los primeros años de su mandato ejecute el repliegue de la política monetaria expansiva que aplicó su antecesor —Ben Bernanke—, primero recortando las compras de activos que realiza el organismo y luego subiendo la tasa de interés de referencia. La consecuencia será un dólar valorizado y un repliegue de los flujos de capitales hacia las economías avanzadas, algo que ya comenzó a verse.
Avanzados
En EEUU la generación de empleos se encuentra por debajo de lo necesario para incorporar a los nuevos trabajadores y los desocupados, ya que la economía crece menos que su potencial. El desempleo en ese país bajó en 2013 y fue algo mayor a 7% en el promedio del año (unas 10 millones de personas).
Los estadounidenses se están animando a gastar un poco más, lo que moviliza la actividad económica. “Pese a los muchos desafíos de 2013, los consumidores están más confiados hoy de lo que estaban cuando comenzó el año”, comentó Lynn Franco, especialista de The Conference Board, al difundir la semana pasada la medición de la disposición al consumo correspondiente a diciembre.
Aun así, la demanda interna todavía débil se refleja en bajos niveles de inflación (algo más de 1% en 2013). Eso hace que se enciendan las alertas sobre una posible deflación de precios, un fenómeno que desalienta aun más las decisiones de consumo e inversión.
Por otra parte, los desacuerdos políticos entre demócratas y republicanos en EEUU respecto al manejo presupuestal y de endeudamiento fueron un factor de incertidumbre en torno a la recuperación económica en el año que pasó, al punto que, sin dinero para abonar salarios, durante 16 días en octubre parte del sector público estadounidense estuvo paralizado. Pero la solución fue de último momento —lo que agitó a las mayores bolsas de valores mundiales— y temporal: la ley consensuada extendió el límite del endeudamiento federal (U$S 16,7 billones) hasta el próximo 7 de febrero y los fondos para el funcionamiento del gobierno hasta el 15.
Las economías de Europa siguieron mostrando un magro desempeño y el nivel de actividad creció 0,4% en promedio el año pasado; Alemania y el Reino Unido fueron casi los únicos motores, en parte porque la política fiscal austera —con suba de impuestos y recorte de gastos en varios casos— tuvo efectos adversos en su recuperación.
Los niveles de desempleo continuaron elevados en 2013 y en promedio fue 12% en la zona euro. Pero algunos países —como España y Grecia— exhibieron tasas de 27%. Con ese panorama, los españoles son pesimistas: el 71% cree que el final de la crisis en su país recién llegará no antes de 2015, según una encuesta publicada la semana pasada por el diario “El Mundo” de Madrid.
Algunos países europeos quedaron severamente endeudados luego de la más reciente crisis mundial, porque sus gobierno aplicaron planes de rescate de bancos o para intentar reactivar las economías. Eso se refleja en una situación fiscal y de endeudamiento delicada en algunos casos.
La deuda pública supera largamente el 100% del PBI en Grecia, Italia, Portugal e Irlanda, y tendió a aumentar en casi todos los casos. Otros, como España, Alemania, Francia y el Reino Unido, tenían ratios de endeudamiento de entre 80% y 90%.
En Japón el Producto volvió a crecer a un ritmo de 2% en 2013.
Emergentes
“El 2013 no fue un buen año para el mundo emergente”, señaló Walter Molano, del banco de inversión BCP Securities, en un análisis divulgado el lunes 6. Agregó que mientras varios de los indicadores estuvieron “bajo el agua”, la atención de los inversores “viró hacia el mundo desarrollado”.
Ese cambio en la atención refiere a que a partir de las modificaciones dispuestas por la Fed en la política monetaria de EEUU, los capitales financieros comenzaron a fluir en mayor medida hacia las economías avanzadas, a diferencia de lo ocurrido en los años recientes. A su vez, los países emergentes debieron lidiar con ese panorama desde mediados de 2013, con una depreciación progresiva de sus monedas y tasas de interés que comienzan a aumentar.
India y China mantuvieron su dinamismo respecto a 2012, si bien crecieron a tasas (de 7,6% y cerca de 4% según el FMI) no tan elevadas como en los años anteriores. Eso se tradujo en una moderación de la demanda de materias primas, cuyos precios se estabilizaron o bajaron en algunos casos.
La trayectoria de la economía china se está orientando a un nivel estructuralmente más bajo, en transición hacia una nueva etapa de desarrollo que se basa más en las mejoras de productividad de los factores, afirmó Tuuli McCully, economista senior para Asia-Pacífico de Scotiabank, en un reporte difundido el lunes 6. Mientras el aumento de los ingresos y del empleo continuará alentando el gasto de los hogares chinos, según ese experto el PBI de la potencia asiática tenderá a desacelerar su ritmo de expansión a 7,3% en 2014 y 2015.
Singapur fue el primer país en divulgar estadísticas preliminares de su PBI al cierre de 2013; esta semana su Ministerio de Comercio e Industria calculó un crecimiento de 3,7%. Ante las presiones inflacionarias, la mayoría de los economistas espera que el Banco Central dé señales contractivas para su política monetaria, informó Chanel Newsasia.
En abril pasado, el Banco Mundial divulgó una publicación en la que auguraba que América Latina se enfrentaba a un “mundo sin viento”: las tasas de interés internacionales tienden a aumentar y los precios de las materias primas se alejan de los niveles históricamente altos que alcanzaron en los últimos años. Esa perspectiva se fue consolidando a medida que avanzó el 2013.
Los países de América del Sur crecieron en promedio cerca de 3%, algo más que en 2012. Brasil y Argentina desaceleraron su expansión respecto a años previos, en parte porque no logran consolidar tasas de inversión más elevadas. El crecimiento del PBI de México apenas superó el 1% en el año que pasó.
“La gran volatilidad en los mercados financieros internacionales y la caída en los precios de los productos básicos” afectó el desempeño económico de América Latina, evaluó el Banco Interamericano de Desarrollo en un comunicado divulgado al cierre de diciembre. Según el presidente de ese organismo, Luis Alberto Moreno, la “prioridad” para la región es “aumentar el producto potencial en el mediano plazo a través de reformas que actúen sobre los cuellos de botella que restringen el crecimiento de la productividad, del ahorro interno y la inversión”.
En la misma dirección señalaron Era Dabla-Norris, la subjefa del Departamento de Estrategias, Políticas y Evaluación del FMI, y Kalpana Kochhar, directora de esa oficina. “Es muy probable que en muchas economías de mercados emergentes esté llegando a su fin la era de fuerte crecimiento alimentado por dinero barato y los altos precios de las materias primas”, señalaron en un artículo publicado el jueves 2 en un blog del organismo. “Esta desaceleración es consecuencia no solo de una floja demanda mundial sino también de factores estructurales que están mermando la eficacia de los motores de crecimiento del pasado, y también del hecho de que la ‘prosperidad’ económica redujo los incentivos para implementar un mayor número de reformas a favor de la productividad. Dado que el período de condiciones favorables para el financiamiento y el comercio a escala mundial ha llegado a su fin, es hora de que los gobiernos desplieguen importantes esfuerzos para incrementar la productividad, que es la base del crecimiento sostenible y de la mejora de las condiciones de vida”, advirtieron.