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“Seguramente cuando comenzamos nuestro día, nos aseamos, uniformamos, cepillamos nuestras botas y preparamos nuestro equipo para dar una buena imagen como militares profesionales que somos. Sin embargo, existe otra parte de nuestra imagen a la cual quizás no analizamos con óptica militar. Ella es nuestra imagen en el dominio virtual. Realmente, ¿la cuidamos profesionalmente? ¿Entendemos que es parte de la imagen institucional del Ejército?”.
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La pregunta la hace el subjefe del Departamento de Comunicación Institucional del Ejército Nacional, Pedro Gómez, en la introducción a un largo texto en donde advierte a los integrantes de la fuerza sobre los peligros de sus posteos en redes sociales. Responde a la imagen que soldados y oficiales, como millones de personas, exponen asiduamente en Internet. Y se trata de una alerta que se ha vuelto repetitiva últimamente en el Ejército; la institución transmite avisos de este tipo mediante comunicados internos, publicaciones oficiales, su propio sitio web y cuentas de redes sociales o directamente el boca a boca. Siempre con el mismo objetivo: destacar los cuidados que un militar debe considerar cuando usa una red social.
En este propósito también trabaja Pablo Camps, ingeniero en informática, profesor del Centro de Altos Estudios Nacionales y comandante de la novel Unidad de Ciberdefensa del Ejército. “Tratamos de concientizar sobre el tema porque en definitiva ese hueco que expone un funcionario puede terminar perjudicando a la institución”, señaló Camps a Búsqueda. Afirmó que se transmite “qué hacer y qué no hacer para comprometer la seguridad propia y la de la fuerza”, a través de recomendaciones sobre cuáles plataformas digitales conviene utilizar y cómo hacerlo.
Aunque sin brindar datos concretos, el Ejército ha ejemplificado estas advertencias genéricamente con casos que sucedieron en la fuerza: opiniones en redes sociales sobre el accionar de otro compañero que causan malestar entorpecen el trabajo y dan una percepción de falta de espíritu de equipo hacia el público; la publicación de actividades militares que son percibidas como abusos del empleo de la fuerza; y la publicación de imágenes de actividades operacionales que divulgan información sobre instalaciones de seguridad, nombres o insignias, números de matrícula, tipos de armamentos o la ubicación del despliegue.
En la última edición de la revista oficial del Ejército, lanzada hace dos semanas, uno de los artículos está enfocado en la amenaza de las redes sociales. “Nuestro perfil público o estado de WhatsApp, Facebook, Twitter o LinkedIn es visible tanto en el Congo y en Tranqueras como en el celular de un amigo o de un desconocido, que puede estar al lado en el ómnibus, en el parque o en un dormitorio en Asia. Quien sea puede acceder a ese perfil, cuando estoy conectado o aun descansando, inclusive los bots tienen interés en nuestros datos digitales”, afirma.
El artículo argumenta que el militar debe recordar que cumple esa función “24/7/365”, pero generalmente no percibe que sus expresiones y acciones individuales en las redes sociales —“ya sean por escrito, audio, video o fotográficas”— pueden causar “una crisis institucional grave” que es capaz de escalar internamente “de una dependencia o unidad” hasta “niveles políticos o de opinión pública”, al punto de “desestabilizar un gobierno”. Incluso si ciertos datos militares confidenciales se filtran de manera involuntaria, “agentes hostiles podrían aprovecharse” de esa información.
Entre los consejos se pide portar “correctamente el uniforme” en las fotografías que se suben a ciertas redes, porque no es conveniente “emplearlo en aplicaciones de citas”. También sugiere “preferentemente no emplear fotos familiares” porque no se sabe quién está observando un perfil ni con qué intenciones. “Recuerde: usted cumple funciones y se enfrenta a amenazas a diario (seguridad en fronteras, guardia de cárceles, misiones operativas de paz en áreas de conflicto, etc.)”, indica el texto.
Know-how.
Más allá de las recomendaciones específicas sobre el uso de redes sociales, la Unidad de Ciberdefensa tiene un cometido más amplio en un área donde el desarrollo militar estaba estancado en Uruguay. Creada el año pasado y formada por cinco personas, es el primer paso concreto de una de las tres Fuerzas Armadas para cumplir con la Política de Defensa Nacional presentada hace un año, que establece desde el Ministerio de Defensa Nacional la creación de un Comando Conjunto de Ciberdefensa para dotar a las instituciones militares de nuevas capacidades de disuasión conjunta y sectorial en el dominio ciberespacial. “Nosotros desde el Ejército somos una de las patas de ese esfuerzo, la pata que empezó a transitar ese camino”, dijo Camps, para quien la decisión del Ejército “empezó a cubrir un flanco que no estaba atendido” a nivel militar, a la espera de que la Armada Nacional y la Fuerza Aérea impulsen iniciativas similares.
Aunque esta nueva unidad también se capacita para responder a ataques de índole político, diplomático y económico que tengan como objetivo el Estado —una situación de guerra informática a la cual están habituados países con otro peso en el tablero global—, fue creada principalmente para cubrir incidentes típicos “de la realidad nacional”.
“Nosotros buscamos hacer seguras las redes del Ejército y eso supone actuar con muchos incidentes a nivel individual: el robo de identidad y el hackeo de cuentas bancarias y tarjetas de crédito, por ejemplo”.
Para eso tienen un enlace directo con el Centro Nacional de Respuesta a Incidentes de Seguridad Informática (CERTuy), la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y del Conocimiento. (Agesic) y el Equipo de Respuesta a Incidentes de Seguridad Informática de Defensa (D-CSIRT). Además, buena parte del trabajo diario pasa por capacitar “transversalmente” a todos los integrantes del Ejército sobre conocimientos básicos en ciberdefensa y a una red de referentes en cada unidad sobre conocimientos más detallados. “Les damos el know-how, las líneas para que sepan qué hacer como primeros respondedores cuando hay un incidente de este tipo, aún cuando no son ingenieros ni informáticos, porque la mayoría de la fuerza no tiene estos conocimientos”.