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    El Ejército quiere limitar la cantidad de armas que pueden comprar libremente los particulares

    En el primer semestre seis personas hicieron un “acopio significativo” de pistolas en la frontera con Brasil: dos eran traficantes

    En “El Señor de la Guerra”, película protagonizada por Nicolas Cage, se hace una representación a gran escala del tráfico de armas. Cage gana millones de dólares comprando armas en la desintegrada Unión Soviética y vendiéndolas por el doble o el triple de su valor original en países de África, Medio Oriente o Asia. La película cuenta cómo el negociante, con contactos en la esfera militar rusa, se hacía de todo tipo de armamento y escapaba decenas de veces de los controles policiales y aduaneros a base de ingenio y coimas.

    Pero estos casos no pasan solo a escala mundial. En Uruguay una pistola 9 milímetros sale, en promedio, unos U$S 1.000. Su venta es libre, por lo que un particular puede comprar cuantas 9 mm quiera, incluso centenares. En Brasil, en tanto, esa misma pistola no es de venta libre y solo puede conseguirse en el mercado negro, donde los precios llegan hasta los U$S 4.000 la pieza. El negocio, para algunos, parece cantado.

    Así, en el primer semestre de este año se detectaron seis casos de particulares que hicieron un “acopio significativo” de armas, comprándolas en armerías ubicadas en departamentos fronterizos con Brasil. En menos de dos meses estas personas compraron más de 40 armas en cada caso, dijeron a Búsqueda fuentes militares encargadas del control armamentístico en el país.

    Alertado de la situación, el Ejército Nacional transmitió los datos a la División de Crimen Organizado del Ministerio del Interior, que hasta ahora constató que en dos de esos casos se trataba de traficantes de armas cuyo plan era venderlas en el vecino país.

    El tráfico ilegal de armas internacional mueve al menos U$S 3.000 millones, según organizaciones no gubernamentales internacionales. Muchos cárteles de droga en Latinoamérica y otras regiones diversifican sus operaciones al mercado de las armas y el tráfico de personas, lo que hace todavía más difícil identificar a los que están detrás de la compra y venta en el mercado negro.

    Cambios al control.

    En Uruguay el registro y control de las armas está bajo la órbita del Ejército Nacional, en la división del Sistema de Material y Armamento (SMA) y en particular el Registro Nacional de Armas (RNA). Ya sean las importaciones de privados o estatales, exportaciones, comercialización, fabricación y posesión, todo debe pasar por el RNA.

    En la actualidad, según datos de ese organismo militar, hay más de 600.000 armas registradas en Uruguay y ese número sigue creciendo, junto con las importaciones de armas (ver cuadro).

    A pesar de que se requieren varios trámites para el registro oficial de un arma, permitiendo así su trazabilidad desde la importación hasta la venta final, el SMA no tiene potestades para inspeccionar a un particular, aunque sí puede hacerlo en caso de que sean coleccionistas.

    Para el coronel Claudio Feola, director general del SMA, se tiene que “apelar a la tenencia responsable de las armas” y tratar de “reducir lo más posible” el mercado irregular en el país.

    “La ley de armas a estudio del Parlamento, que hará que sea un delito la posesión de un arma sin registro —hoy es una falta—, nos ayudará mucho en ese proceso”, dijo a Búsqueda.

    Feola también explicó que se está buscando actualizar los procedimientos que realiza el RNA para poder hacer más efectivos los controles, dado también el “incremento importante y sostenido” en la venta de armas cortas.

    Las armas largas, como el rifle o la escopeta, son usadas en la mayoría de los casos para la caza deportiva, mientras que las cortas son las preferidas para la seguridad personal y el uso de los servicios policiales y militares.

    En los últimos seis meses, el RNA registró media docena de casos de individuos que compraron decenas de armas cortas en armerías cerca de la frontera con Brasil. Al recibir los informes de ventas de las armerías, el Ejército alertó a Crimen Organizado y “se constataron resultados positivos de tráfico irregular a Brasil al menos en dos de ellos”, dijo a Búsqueda el coronel Juan Cuadrado, jefe del RNA.

    Debido a estas situaciones y a otros casos recientes —como el del coleccionista de Carrasco (al que le incautaron más de 2.000 armas y su caso sigue en la Justicia) o el más sonado caso Feldman (al que en 2009 se le descubrieron miles de armas, muchas de ellas de guerra, y que se atrincheró en su casa tiroteándose por 18 horas con la Policía hasta que se suicidó)— el Ejército está ultimando los detalles de un plan de mejora del control de armas.

    “Entre otras cosas, se buscará acotar el número de armas que puede comprar libremente un particular, que hoy son cientos. Hay que darle una categoría especial, un permiso, para que pueda comprar más de una determinada cantidad. Hoy el que compra más de cien armas es un coleccionista o un traficante”, dijo Cuadrado.

    Números armados.

    De 1944, fecha en que se creó el registro, hasta hoy, se registraron 600.655 armas que están en poder de 329.630 propietarios. De ese total, el 8,5% aproximadamente son de militares y policías (aparte del arma de reglamento). Además, hay 1.466 coleccionistas que poseen el 2,88% de las armas registradas (unas 17.000).

    Del total de las registradas, un 43,3% son revólveres, 23,06% rifles, 18,39% pistolas, 14,96% escopetas y 0,29% pistolones. En todo el país hay 98 armas registradas por cada 1.000 habitantes, pero si se divide por departamentos Artigas es el que menor proporción tiene (54 por mil) y Montevideo el que más (149 por mil).

    Si se hace esa caracterización por varones adultos, que son el 98% de los propietarios de armas, Montevideo tiene 409 armas por cada 1.000 hombres.

    El tema de los coleccionistas es complejo en Uruguay, ya que al no contar con otras subdivisiones establecidas, todo aquel que posea un arma de calibre restringido deberá registrarse como coleccionista ante el RNA para portarla. Este es el caso de los cazadores y algunos militares y policías que tienen armas de grueso calibre y figuran como coleccionistas.

    Por esta razón, de los 1.466 coleccionistas hay varios que cuentan con una sola arma, mientras que otros poseen arsenales de cientos de piezas.

    Esto también está en el nuevo plan de control del Ejército: propone crear subdivisiones como la de cazador para evitar tener dentro de la misma categoría a portadores tan diferentes.

    Por cada nueva arma registrada se emite la guía correspondiente. En el 2000 se emitieron 12.008 guías, un pico de registros que fue bajando hasta alcanzar el piso en 2007 con apenas 6.597. A partir de ese año se inscribieron cada vez más armas hasta alcanzar las 14.851 el año pasado.

    “No hacer preguntas”.

    Según las proyecciones de este año, se registrarán 16.000 nuevas armas. Para los coronoles consultados, esto se debe tanto al hecho de que hoy se están vendiendo más como a que “se han mejorado los niveles de registros voluntarios”, lo que hace que mucha gente presente para su formalización armas que no estaban registradas.

    “La política que aplicamos es la de invitar a la gente a que registre sus armas. El Ejército les pide una declaración jurada”, dijo Cuadrado.

    Esto también funciona cuando una persona quiere deshacerse de un arma. El RNA cuenta con unidades en todo el país que reciben las armas sin preguntar de dónde vienen. “Tomamos las armas y las colocamos en el depósito judicial, que hoy tiene unas 11.000. Cuando alguien la presenta, el Ejército la recibe sin hacer preguntas de dónde vino, porque estimulamos la entrega voluntaria”, sostuvo.

    Además del mercado regulado, existen miles de armas sin registro que flotan en el mercado negro. Según datos del Ministerio del Interior que maneja Feola, se requisan unas mil unidades al año en diferentes delitos. De este grupo la mitad están registradas y la mitad no, aunque para los militares eso no es representativo de la proporción total de armas en el mercado negro.

    “Estamos por debajo del uno a uno, que sí tiene Argentina”, dijo Feola.

    Según la serie de datos que maneja el RNA, desde el 2005 más del 50% de las armas requisadas por la Policía eran registradas, y se alcanzó un pico en 2007 con 57%.

    El de 2009 fue un caso atípico: el 60% de las 1.700 armas requisadas no estaban registradas. Es el único año en el que las armas irregulares superan a las registradas y eso se debió al caso Feldman.