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Convocó a orar y los que estaban sentados se mantuvieron en sus sillas. Pero todos lo escucharon en silencio, y cuando culminó, los cientos de personas que estaban el sábado 26 de noche en la avenida Agraciada y Valentín Gómez lo apoyaron con aplausos.
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“Señor Dios. En este día de recuerdo de tanto dolor, te pedimos para que nunca más la violencia se adueñe de nuestra sociedad, para que los orientales dirimamos nuestras diferencias en el respeto y el diálogo. Por todos los caídos en ese día en este lugar: que puedan contemplar la luz de tu rostro. Concédeles Señor el descanso eterno y brille para ellos la luz perpetua. Que descansen en paz. Amén”. De esta manera cerró su intervención el arzobispo de Montevideo, Daniel Sturla, durante el acto en el que se recordó el asesinato de ocho militantes del Partido Comunista hace 42 años.
El acto del sábado 26 en recuerdo de los “mártires de la 20” no fue uno más. Con más oradores de lo habitual, y no solo comunistas, la actividad estuvo marcada porque el Estado declaró monumento histórico nacional a la Seccional 20 del Partido Comunista.
Para quienes hablaron, esta medida permite construir la “memoria histórica” y sirve de “aporte” a las nuevas generaciones sobre lo que sucedió en la sede partidaria hace 42 años.
En la noche del 16 al 17 de abril de 1972, ocho militantes del Partido Comunista murieron a manos de integrantes de las Fuerzas Conjuntas. También murió allí, luego de una larga agonía, el capitán del Ejército Wilfredo Busconi.
Durante la conmemoración, algunos oradores negaron que esas muertes fueran producto de un enfrentamiento armado entre militares y comunistas. “La mentira se instaló de muchas maneras y es nuestra responsabilidad” desarticularla “para que este pueblo siga construyendo (...) los cimientos sobre la verdad histórica”, dijo el presidente de la Cámara de Diputados, Aníbal Pereyra, del movimiento tupamaro.
Pereyra dijo que el hecho de que la sede del Partido Comunista sea monumento histórico servirá para que cuando “vengan los niños, sepan que en ese lugar sí asesinaron a ocho luchadores sociales, a ocho comunistas, a ocho compatriotas”.
En las primeras filas frente al estrado estaban dirigentes frentistas, el ex presidente Tabaré Vázquez, ministros de Estado, el integrante de la Institución de Derechos Humanos Juan Raúl Ferreira y ex militantes comunistas.
Pero una de las presencias más esperadas fue la de Sturla. El principal referente de la Iglesia Católica en Uruguay fue invitado en reconocimiento a monseñor Carlos Partelli, que en 1972 concurrió al Comité Central del PCU y oró ante los féretros de los ocho asesinados.
“Cuando de la defensa de la democracia y la libertad se trata, han sido muchos los encuentros entre la Iglesia Católica toda, y en otros casos con sectores de la misma, con la izquierda y con los comunistas”, dijo el viernes 25 “El Popular”, semanario oficial del PCU.
Sturla llegó al acto cuando ya había empezado y faltaba poco para que le tocara hablar. Antes de orar, explicó por qué aceptó la invitación del secretario general del PCU, Eduardo Lorier.
“Acepté para rezar por los muertos de ese día y por la paz en nuestro país. No podría ni sabría hacer de otro modo. La oración no tiene bandera ni color. Soy consciente que muchos de los aquí presentes no comparten la fe cristiana, y lo hago con el máximo respeto a la realidad plural de nuestra sociedad democrática”, dijo. Sturla fue aplaudido al culminar su rezo y después se retiró.
Mantener la memoria.
Minutos antes, en nombre del Poder Ejecutivo habló la ministra de Turismo, Lilián Kechichián, que militaba en el Partido Comunista cuando ocurrieron los incidentes. Dijo que en ese lugar se “violaron los derechos humanos” hace 42 años y llamó a “mantener viva la memoria de los trágicos hechos sucedidos”.
Además de destacar la actuación en aquel momento de Partelli y de Wilson Ferreira Aldunate en el Parlamento, Kechichián también recordó la “valiente denuncia” que hicieron Rodney Arismendi y Jaime Pérez, los dos dirigentes comunistas más importantes de la época. Esta referencia generó una ovación del auditorio. Pérez, que llegó a ser secretario general del partido, abandonó el PCU después de intentar un giro en su orientación y ser considerado un traidor por parte de la ortodoxia.
La ministra afirmó que la decisión de declarar monumento histórico es “un aporte del Poder Ejecutivo a las nuevas generaciones”, para que sean “protagonistas de la consolidación democrática”.
La presidenta del Frente Amplio, Mónica Xavier, planteó que no hay que olvidar lo que pasó porque “quienes quieren confundir la historia es porque amparan aquellas atrocidades”.
Los discursos eran seguidos con atención y algunos lloraban mientras se recordaban los hechos. A diferencia de otros años, esta vez no habló el secretario general del Partido Comunista. En su lugar lo hizo Jorge Mazzarovich, ex secretario general de la Unión de Juventudes Comunistas. Agradeció a Sturla el rezo y le aseguró que su presencia y oración “no serán en vano”. “Le extendemos un abrazo a usted y a todos quienes profesan la religión católica en nuestro país”, dijo.
Resaltó la labor de la intendenta de Montevideo, Ana Olivera, que está “haciendo un trabajo excepcional” que no saben “comunicarlo”. Mazzarovich tiene a su cargo la dirección de Comunicación de la Intendencia. También agradeció al gobierno porque permitió que la “modesta casa tres veces arrasada por la barbarie fascista, se integre al patrimonio del país”.
Mazzarovich sostuvo que ha “amanecido un nuevo Uruguay”. Dijo que las diferencias entre los hermanos se deben conversar en la “mesa familiar” y concluyó: “Que nunca nadie piense que la bandera roja con la hoz y el martillo es una expresión de sectarismo comunista; es una expresión de los campesinos, de los obreros, de los que decidimos luchar y es un juramento de unidad y firmeza, para que en esta tierra noble avance la justicia, la libertad y los cambios”.
El acto fue cerrado por el ex presidente Vázquez, quien anunció al inicio de su exposición que sería “ubicado” y que por esa razón no hablaría sobre “temas de actualidad”.
Vázquez evocó a los ocho asesinados y dijo que en “ellos vive la unidad del Frente Amplio”. “Y quien deliberadamente o por distracción u omisión atente contra esa unidad, los estará asesinando por segunda vez”, agregó. “La unidad como la confianza se construyen pertinazmente durante años y años y puede perderse en un instante”, remató.