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“¡Pueblo cornudo!”. La frase salió con bronca de uno de los guardias de seguridad apostados en la puerta del Hotel Cristal Tower sobre las 22 horas del domingo 27. Los resultados de las elecciones estaban sobre la mesa: el 39% para el Frente Amplio cayó como un mazazo en filas oficialistas. El centenar de dirigentes que digerían los resultados en una carpa frente al hotel, rodeados de periodistas, intentaban disimular el golpe. Pero el seguridad, no.
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Unas horas antes el clima era de euforia. Desde el candidato del Frente Amplio, Daniel Martínez, hasta las principales figuras de la coalición manejaban un piso de 42%, siendo cautos, otros arriesgaban 43%. Algunos, más optimistas todavía, soñaban con retener la mayoría parlamentaria. Pasado el mediodía, mientras Martínez hacía la fila para votar, Búsqueda le consultó si seguía pronosticando 42% o si los últimos días de campaña, con actos multitudinarios, lo hacían augurar un resultado mejor. “Con un 42% estoy loco de la vida. No hay que aspirar a más porque no es lo mismo la caída si es de dos pisos que de diez”, respondió.
Pasadas las 20:30 horas, primero las proyecciones de las encuestadoras y luego el escrutinio destrozaron esas expectativas. Martínez seguía los resultados junto a su familia en el noveno piso del hotel. Laura Motta, su esposa, fue la primera en bajar y saludar a la dirigencia. Uno a uno llegaron abrazos y besos, todos acompañados de un mensaje de aliento que Motta recibía con una sonrisa inmutable. La ministra de Turismo, Liliam Kechichian, intentó darle ánimo diciendo que la reforma constitucional “perdió y ahora es otro partido”. El titular de la Secretaría de Derechos Humanos de Presidencia, Nelson Villarreal, con entusiasmo le decía una y otra vez que faltaba un mes y que “esto son los datos, lo que importa es el relato”.
Mientras, otros dirigentes hablaban con los medios y daban una imagen alentadora de cara al balotaje. El intendente de Canelones, Yamandú Orsi, junto al diputado Alejandro Sánchez —principales figuras de la renovación en el Movimiento de Participación Popular (MPP)— dialogaban en vivo con Canal 12. Orsi, como consuelo, se aferraba a que el Frente Amplio “superó la barrera psicológica” del 40%. Finalmente los votos fueron un poco menos. Unos minutos después Martínez bajó a saludar a la dirigencia frenteamplista. Fue el primer candidato en hablar el domingo. Lo hizo a la hora “de los perdedores”, evaluaría días después en el programa Todo Pasa el historiador Gerardo Caetano. Su rostro reflejaba el mal resultado. En un breve discurso, destacó que el Frente Amplio seguía siendo la fuerza política más votada y que ahora era momento de apuntar a los votantes wilsonistas y batllistas por sobre “los acuerdos hechos en cuatro paredes”.
Rápidamente se fue hacia el estrado instalado en la esquina de 18 de Julio y Yaguarón, donde miles de militantes lo esperaban. Allí también había impactado la noticia. Y luego de la oratoria de Martínez y su compañera de fórmula, Graciela Villar, quedó en el aire la sensación de que el cuarto gobierno del Frente Amplio está un poco más lejos. Pocos minutos después, la gente se envalentonó al escuchar en los parlantes la canción A redoblar.
Martínez volvió al hotel y se quedó allí hasta las primeras horas del lunes 28. Se reunió con su equipo más cercano y les transmitió, según dijeron varios de ellos a Búsqueda, una palabra que repite continuamente: “resiliencia”. Les dijo que a él “varias veces intentaron bajar(lo)” y que estaba “firme para dar la pelea” y revertir el resultado.
Unos minutos antes, el presidente del Frente Amplio, Javier Miranda, decidió convocar para el día siguiente una reunión del Secretariado Ejecutivo de la fuerza política.
El día después
Con el impacto todavía latente, el Secretariado Ejecutivo analizó el resultado electoral. El politólogo Agustín Canzani planteó que la pelea no está perdida, aunque la tarea no será sencilla. De acuerdo con sus cálculos, el oficialismo necesita uno de cada cuatro votos de los partidos de oposición que no votaron a Lacalle Pou en primera vuelta.
En filas oficialistas, además, manejan datos de la encuesta de Factum previa a las elecciones, en la que se plantean escenarios de cara al balotaje y donde varios votantes de otros partidos expresan rechazo por Lacalle Pou. Según relataron los informantes, 20% de los colorados declaró en ese momento no saber qué hará el 24 de noviembre, pero cuando se le pregunta a quién no votaría dice que a Lacalle Pou. Lo mismo pasa con 3% del electorado de Cabildo Abierto. Si bien no es extrapolable que esos votos vayan a Martínez, en el Frente Amplio creen que es posible obtener 7% de votos extra el 24 de noviembre.
En la reunión del lunes el comando de la campaña pidió hasta hoy jueves para presentar una estrategia definida de cómo encarar los 20 días que quedan para la segunda vuelta. Lo único que propuso, según dijeron a Búsqueda participantes en la reunión, fue la idea de comunicar tres eventuales ministros: Danilo Astori como canciller, Mario Bergara como ministro de Economía y Rodrigo Arocena al frente del Ministerio de Educación. El planteo quedó sobre la mesa.
Pero el lunes por la noche el clima interno en el oficialismo se volvió a resentir. Martínez dio entrevistas en los canales de televisión abierta y su desempeño fue muy cuestionado por varios integrantes del Frente Amplio. La entrevista que dio a Subrayado lo dejó “muy mal parado”, y el contraste con su contrincante Luis Lacalle Pou, que también dio entrevistas a los canales, fue duro, evaluó un dirigente de primera línea.
El desempeño del candidato y su campaña no era bien visto en parte del oficialismo desde antes del domingo 27 de octubre, pero la enorme convocatoria de los últimos actos —la caravana por Montevideo, la marcha por el No a la reforma y el acto final— habían aplacado las críticas. El resultado y su desempeño en las entrevistas posteriores dieron margen a movimientos internos.
El “golpe de Estado”
El martes 29 era un hecho en filas oficialistas que habría cambio de rumbo. Esa tarde, el comando se reunió en la Huella de Seregni con los cabeza de listas y con el presidente del Frente Amplio para ver cómo seguir. Allí Miranda, con el respaldo del MPP —la fuerza más votada en la coalición de izquierda— se paró firme en que se necesitaba “dar un volantazo” a la campaña y que a partir de ese momento “el Frente Amplio tomará las decisiones”, relataron los informantes.
Incluso, quedó en el aire el planteo de que si el comando de Martínez no acompañaba la propuesta, existirían dos campañas: por un lado la del candidato y por otro la del Frente Amplio. “Fue un golpe de Estado al comando”, graficó uno de los presentes. Otros dirigentes matizaron esta expresión y aseguraron que se dio “un vuelco en la dirección” a la que apuntaba la campaña, pero “no un golpe” porque no se desplazó a nadie y se da en conjunto con el comando.
Y este cambio se plasmó en algo que Miranda manejaba desde 10 días antes de la elección: que el intendente de Canelones pasara a ser el jefe de campaña y uno de sus principales voceros. Su personalidad, de acuerdo a los informantes, reúne muchas cualidades que se quieren fortalecer, como el hecho de que proviene del sector más votado, es una figura de renovación, tiene buena imagen en el electorado y algo clave que es su incidencia en el interior, un lugar donde el Frente Amplio perdió la mayoría de sus votos. Y tiene buena relación con Martínez, lo que facilita el trabajo de campaña.
Desde su discurso la noche de las elecciones Martínez buscó instalar la idea de que el balotaje sería una elección entre dos personas. Sin embargo, el primer cambio que se concretó después del martes es que la estrategia del oficialismo apuntará a que es una elección entre dos modelos y no entre personas. Para reforzar este concepto, en cada una de las áreas serán referentes de peso quienes hagan la vocería. En los últimos días, en varias reuniones dirigentes del oficialismo apuntaron sus dardos, entre otros, contra el coordinador de Programa y Contenidos de la campaña, Ramón Méndez. La decisión del Frente Amplio es dar más “contenido político” al comando y rodear a Martínez con referentes.
El oficialismo resolvió también salir fuerte al interior del país con dirigentes repartidos por departamentos que dialogarán con el electorado durante varios días. El expresidente José Mujica jugará un papel importante en esa área.
El objetivo será mostrar que a Lacalle Pou le será muy difícil manejar las diferencias entre los partidos opositores y que, a diferencia de lo que puede ofrecer el Frente Amplio, el Partido Nacional no podrá anunciar la integración de su eventual gabinete.