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La noche del domingo 28 de junio de 2009 tuvo un sabor especial para los nacionalistas, que tenían más de un motivo para festejar. La foto del final de aquella jornada, una vez culminado el conteo de votos de las elecciones internas, mostraba juntos a la flamante fórmula presidencial, Luis Alberto Lacalle y Jorge Larrañaga, levantando los brazos en el balcón del directorio nacionalista. Pero hubo, además, otro motivo de alegría en la sede de la calle Juan Carlos Gómez: los blancos habían obtenido más de 490.000 votos en la interna, superando ampliamente los 441.000 votos que habían registrado las internas del Frente Amplio.
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Luego la historia cambiaría y los blancos obtendrían una votación incluso sensiblemente inferior a la de 2004, por debajo del 30%, y sufrirían una dura derrota en el balotaje. Pero aquella noche se plasmó una tendencia que se volvió a repetir en los siguientes 10 años. Y esa diferencia de 50.000 votos con el Frente Amplio se hizo aún más pronunciada en 2014. Los blancos bajaron su votación a 418.000 votos, pero el descenso en la izquierda fue más y apenas llegó a 302.000 sufragios, con una poco competitiva interna entre el expresidente Tabaré Vázquez y la entonces senadora Constanza Moreira.
En las últimas internas, la diferencia fue de casi 200.000 votos a favor de los blancos, que lograron 457.000 sufragios, mientras el Frente Amplio arañó los 260.000; ambos tenían una competitiva puja interna con cuatro o más precandidatos. Atrás había quedado la demostración de fuerza de la izquierda en 2004, cuando el Frente Amplio arrasó el 27 de junio de ese año con 457.000 votos que fueron a parar al candidato único, Tabaré Vázquez. Aquello fue una clara señal de lo que se vendría cuatro meses después: victoria en primera vuelta y mayorías parlamentarias.
“Aquellos son momentos específicos que se dan”, reconoce hoy el presidente de la fuerza política, Fernando Pereira.
Si bien las elecciones internas no han sido una prioridad para el Frente Amplio –lo que se refleja en la relación entre las votaciones que suele marcar en junio de cada año electoral respecto a las elecciones nacionales de octubre– ahora la dirigencia, con Pereira a la cabeza, quiere darle más prioridad a esta instancia.
Dos metas busca la fuerza política. Una es detener la caída ocurrida entre 2004 y 2019, de casi 200.000 votos, lo que implica que el Frente logre mejorar su performance de las últimas internas. Al interior de esa fuerza política se habla de una cifra concreta: superar los 400.000 votos, como ocurrió en 2004 y 2009. “Ojalá superemos los 400.000 votos. Eso va a depender de cuánto trabajo tengamos de acá hasta junio, pero también tengo esperanza, por lo que hicimos en los últimos dos años”, dijo Pereira a Búsqueda dos semanas atrás.
La cifra, explica el exsindicalista, no es una mera casualidad, sino que se deriva de cálculos hechos por la fuerza política. Se basan, por ejemplo, en la recolección de firmas para la campaña contra la Ley de Urgente Consideración, cuando el Frente Amplio visitó un millón de personas y obtuvo 400.000 firmas.
De cara a estas internas, el Plan Político del Frente se propone, nuevamente, visitar un millón de personas entre abril y mayo para “promover una amplia participación” en la interna. Para Pereira, hay señales auspiciosas, y una de ellas es que las internas que el Frente Amplio organizó en 2021 tuvieron una votación de 40.000 votos más que las que la izquierda había realizado para renovar sus autoridades en 2016.
Si bien la cifra de junio no es concluyente ni condiciona los resultados de octubre, en el Frente Amplio son conscientes de que esa votación genera un “clima” que puede ser tan auspicioso como desalentador. De hecho, en la campaña de 2019 el comando frentista sabía que para ser competitivos en octubre debían multiplicar por cuatro los votos de las internas. Eso implicaba superar la barrera del millón de votos, que el Frente Amplio obtuvo en las tres elecciones que ganó (2004, 2009 y 2014). En esta última oportunidad, en cambio, no alcanzó el objetivo y se estancó en 950.000 votos, el 39% del electorado, con lo que perdió la mayoría parlamentaria. Ahora, en cambio, consideran que si la cosecha en la interna es mayor, superar esa barrera de cara a octubre no será tan difícil.
La vereda de enfrente
Si bien la izquierda comenzó a priorizar de otra manera la carrera de cara a las internas, el objetivo de ser la fuerza política más votada en esa instancia, conseguido solo en 2004, “no está planteado”, dijeron fuentes del Frente Amplio. De hecho, es algo que los dirigentes de la izquierda consideran bastante difícil, dada la prioridad que los partidos tradicionales le dan a la interna.
La posibilidad de proponerse ese objetivo fue esbozada por un representante de las bases frenteamplistas en una reunión de la fuerza política, pero no tuvo mayor eco en la primera plana frentista. La razón es sencilla: un objetivo demasiado ambicioso –e incluso para muchos innecesario– aumenta las posibilidades de fracaso.
Pero no todos creen que se trata de algo imposible. El representante de la Liga Federal Frenteamplista José Maldonado, que respalda la precandidatura de Andrés Lima, considera que si bien el objetivo es mejorar la performance de 2019, “sería muy bueno ganar la interna, que no se gana desde Tabaré”. Para cumplir con eso, aseguró, se precisa que los cuatro precandidatos estén presentes y “voten muy bien”.
Pero la mayoría de la izquierda prefiere no estar pendiente de la performance del Partido Nacional. “No es un objetivo ganarlas, porque los blancos resuelven toda su organización en las elecciones internas, incluso hasta sus candidatos a intendente y listas a ediles”, explica Pereira. En cambio, en el Frente Amplio la carrera solo define las precandidaturas presidenciales, aunque también en los hechos ha servido para posicionar dirigentes de cara a la elección de la fórmula presidencial: el exvicepresidente Raúl Sendic fue elegido compañero de fórmula de Vázquez en 2014 luego de que su sector, la lista 711, fuera el más votado en las internas de ese año.
A diferencia del resto de los partidos, las elecciones internas que se realizan en los años electorales no tienen incidencia en la estructura partidaria del Frente Amplio, ya que la fuerza política no se rige por una convención nacional ni, a nivel local, por convenciones departamentales. En cambio, resuelve las autoridades de sus plenarios y mesas políticas nacionales y departamentales en sus propias elecciones internas, por fuera del circuito electoral ordinario.
“El objetivo del Frente Amplio es mejorar los resultados de la última elección. Solo compite consigo mismo y sus metas hacia octubre: ganar con mayoría parlamentaria”, dijo a Búsqueda el senador de Convocatoria Seregnista Progresistas José Carlos Mahía. De la misma manera, un dirigente frenteamplista que asiste regularmente a la Mesa Política dijo que la idea de ganar las internas “no tiene sustento científico ni político”, en la medida que “los intereses en juego” que tiene el Frente Amplio y el Partido Nacional “no son los mismos”.