El Partido Independiente y las próximas elecciones

Presidente del Partido Independiente

Quien suscribe, votante del PI, se dirige a usted a fin de manifestarle su profunda insatisfacción ante la actuación pública del partido que usted preside.

No escapa a ningún analista informado que las próximas elecciones se definirán muy probablemente con base en decisiones del centro político nacional, sector poco politizado e integrado por ciudadanos que no se atan a partidarismos emocionales, ámbito en el cual se encuentra el PI. Como bien lo decía el politólogo Luis Eduardo González, la gran mayoría de la ciudadanía uruguaya, con matices, participa de la concepción social-demócrata, esto es, cree en la organización capitalista de la economía, pero apunta a una razonable participación del Estado con el fin de asistir con diversas formas a la porción de la población que por distintos motivos no logra desarrollar una existencia razonablemente decorosa. Como bien lo señalara el Dr. Gatto en una nota publicada hace poco en El País, las diferencias discurren en torno a qué tan extenso debe ser el papel del Estado, pero mucho más en materia productiva que en el apoyo a los sectores más desposeídos. En esto, más allá de relatos, las cercanías suelen ser mayores, aunque sí para una parte de la mitad “progresista” el gasto siempre está justificado sin medir la carga que impone el déficit y el endeudamiento a las nuevas generaciones. Sin embargo, por razones históricas, el electorado se agrupa no en función de esta realidad, sino en dos bloques, uno de los cuales se integra con representaciones políticas que, si bien respetables en su definición ideológica, no creen en que la democracia político-electoral sea el fin último de las organizaciones sociales.

Entre otras manifestaciones de esa postura, ese bloque fogoneado por sus integrantes más organizados y activos se opone a cualquier medida propuesta por el actual gobierno y lleva esa postura al extremo de construir un relato que desconoce la realidad en aras de crear una imagen liberal extrema de su orientación política.

Es aquí donde el PI tiene ante sí un papel importantísimo como representante dentro de la coalición de gobierno del sector más progresista de ese centro político que, sin embargo, no quiere que con su voto ganen poder aquellos sectores, hoy mayoritarios del FA, que reniegan en su cerno de la democracia representativa. Y ese papel, a nuestro juicio, debería jugarse en dos vertientes: difundir y resaltar con ahínco las medidas del actual gobierno en el campo social y aguijonear al gobierno para tomar otras en ese campo que se entiendan convenientes. (Así como lo hace Cabildo Abierto respecto a otras cuestiones, algunas de las cuales se ubican en el otro extremo).

Nos parece que el desempeño del ministro Mieres ha sido muy bueno. Pero no alcanza porque sería necesario difundirlo con más claridad a la opinión pública. El diputado del PI, que nos merece el mayor respeto por su gestión, nunca aparece ante las cámaras de los informativos, donde se forma buena parte de la opinión pública. ¿Y los jóvenes? ¿No los hay en el PI? Y si los hay, ¿dónde están? ¿Quién está llamado a ocupar el espacio que dejó la fuga del Dr. Talvi si no es el PI? Mientras el Partido Nacional busca desesperadamente quién pueda liderar al sector wilsonista y el principal problema del Partido Colorado parece ser la vuelta del Dr. Bordaberry, ¿donde está el PI? ¿Dónde está en momentos que al costado del FA se organizan agrupaciones de centro —Richard Read, exblancos y excolorados de Canelones y otros— que, si bien no lo integran, no van a votar con ese partido?

Creo firmemente que el PI está en un momento histórico, puesto que es quien puede definir el resultado de la próxima elección. ¿Va a estar a la altura del desafío?

El tábano de Sócrates