En la mañana del jueves fue proyectado un video elaborado por el grupo Centennial como pie para la presentación de proyecciones hacia la década del 2040, realizadas para la CAF.
La región vivió en los años recientes una “era de progreso”, con rápido crecimiento (4,7% en promedio anual). Sin embargo, en una mirada histórica, en realidad América Latina está “estancada” y cayó en la “trampa de los ingresos medios”, según ese centro de análisis con sede en Washington.
¿Qué pasaría si se mantuviera ese ritmo de expansión económica otros 30 años? El resultado sería que la participación de esta región en el PBI mundial se reduciría del actual 6% a 5% y el ingreso por habitante se ubicaría por debajo del promedio global, configurando un caldo de cultivo para tensiones sociales y más delincuencia. Con ese diagnóstico, Centennial lanzó un desafío: si Latinoamérica elevara su tasa de crecimiento a 6,5% o algo más, en 2040 su Producto se habrá cuadruplicado y su peso en la economía mundial llegará a 10%, con una reducción “drástica” de los niveles de pobreza.
Para dar ese salto se necesita aumentar la productividad, mejorar la gobernabilidad, incrementar la competencia interna y una mayor apertura al mundo. También elevar la calidad del capital humano y la inversión, promover la innovación y mejorar el clima de negocios.
Harinder Kohli y Claudio Loser, economistas líderes del equipo de expertos de Centennial, hicieron una ponencia incitadora para América Latina: debe “romper con la complacencia para avanzar hacia el futuro”.
El primero, un indio de barba cana y turbante azul con look de gurú que trabajó un cuarto de siglo para el Banco Mundial, afirmó que el nivel de crecimiento económico reciente en esta región es visto como “satisfactorio” por los propios latinoamericanos, pero que en Asia eso sería considerado “un fracaso, no un éxito”.
Loser, un argentino de humor irónico, trabajó por tres décadas para el Fondo Monetario Internacional. Al hablar en el foro valoró como un “cambio positivo” que “después de estar perdidos en el desierto sin encontrar hacia dónde ir”, los países de América Latina lograron hacer funcionar relativamente bien la macroeconomía. Pero vio en ello un riesgo: “La clase política dice: ‘las cosas están bien, la inflación es ahora de 5% y no de 50%’. El problema es ese porque, en última instancia, los que aplican la política económica se sienten demasiado tranquilos”, cuando en algún momento el contexto de commodities valorizados y dinero barato en el mundo puede revertirse.
Advirtió que la “gran tragedia” de la región es su magro nivel de productividad, lo que la relega frente a economías asiáticas que ahorran más, invierten más en infraestructura, que en proporción educan más ingenieros y científicos, y que aplican más la “meritocracia”. Y amplió: en materia educativa en Latinoamérica “se gasta mucho pero no se gasta bien en términos de calidad”, lo que atribuyó en parte al “poder de los sindicatos” que se “preocupan más de sus miembros que del producto que deben generar”. Hay, además, una “disociación” entre las universidades y en la educación terciaria son pocos los que se preparan en disciplinas científicas frente a una mayoría que estudia “arte culinario” u otras carreras que “no son relevantes en términos de productividad”.
En el plano de la competitividad, los índices de la región “no son horribles, pero sí mediocres”, dijo Loser.
La mirada de los economistas fue casi siempre general y los países latinoamericanos cayeron todos en la misma bolsa.
En uno de los almuerzos en el marco de este encuentro en Caracas, en una de las mesas coincidieron reporteros rioplatenses, un inglés y una panameña. El tema casi excluyente fue la situación de Argentina: a la luz de los datos que se compartieron (un gobierno populista y estatista que pierde apoyo, una política económica distorsiva de los mercados y errática, indicadores oficiales sin credibilidad y una clase media golpeada y crecientemente descontenta), al momento de los postres estaba instalada la convicción de que ese país va camino a una nueva crisis, más temprano que tarde.
¿Prensa en crisis?.
Parte de Europa está sumida en una recesión, se encuentra sobreendeudada y los sistemas bancarios y hasta la moneda común tambalean, mientras sus ciudadanos pagan ahora la cuenta de una fiesta de bienestar sin sustento que disfrutaron hasta hace poco. En Estados Unidos la problemática es similar.
“¿Qué nos ocurrió para no prever lo que se nos venía encima? Algunos pocos actuaron como Casandra (...), pero no hicimos caso a nadie porque de algún modo vivíamos bien”, reflexionó durante el foro el economista español Joaquín Estefanía, director de la Escuela de Periodismo de la Universidad Autónoma de Madrid.
Los medios de comunicación, como parte de la economía mundial, ¿también están en crisis?
En las ponencias y debates relativos al periodismo económico se destacó la importancia de los reportajes especializados y la escasez de cronistas preparados que puedan desarrollarlos, las presiones que se reciben de gobiernos y avisadores, los magros presupuestos para hacer coberturas sexies y en profundidad, y las dificultades para captar lectores y audiencias profanas en el mundo de los nuevos soportes que difunden noticias en no más que 140 caracteres. Para algunos, el negocio de las empresas de comunicación tradicionales está crujiendo y, frente a eso, la tendencia es a complementar la información en papel con otros formatos.
El chileno Carlos Tromben, un editor de la revista impresa y publicación on line “América Economía”, afirmó que los momentos de crisis económica como los que se viven hoy son una “oportunidad” para el periodismo especializado basado en “relatos de estos tiempos”. De hecho, esa es la premisa que plantea la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, que tiene al periodista y escritor colombiano Gabriel García Márquez como alma máter.
“Los medios están de cabeza. Nos movieron el tapete y no sabemos de dónde sacar recursos (...) para hacer periodismo de investigación”, dijo Adolfo Ortega, editor general de “Expansión” de México. Luego, con lenguaje de ejecutivo de empresa, relató la mutación que está haciendo esa revista comprada en 2005 por Time Inc. El modelo es parecido al que expuso el director del “Diario Financiero” de Chile y que apunta a llegar a públicos calificados para llevarle la noticia en texto, audio e imagen hasta sus tablets o teléfonos celulares.
“Los multimedia es una necesidad para esta industria. Ya no tenemos lectores sino audiencias”, reforzó Omar Lugo, de “El Mundo” de Venezuela.
“Todos los días hay menos dinero en el periodismo gracias a Doña Internet”, ironizó el inglés John Paul Rathbone, editor para América Latina del “Financial Times”. A su juicio, por ello hay problemas de “sostenibilidad de cualquier periódico o cadena de televisión”.
El economista y director del diario financiero “Portafolio” de Colombia, Ricardo Avila, sostuvo que en un momento de estabilidad como el actual en América Latina los temas macroeconómicos “cada vez se van a hacer más aburridos” y otros, como la innovación, son las que en su opinión requerirían mayor cobertura. Y puso como ejemplo la industria del software en Uruguay.
Luis Miguel González, director editorial de “El Economista” de México, opinó que los medios de comunicación son una “isla de prosperidad en un contexto bastante golpeado” a nivel económico pero que enfrentan “una crisis de contacto con los lectores. ¿Cómo alcanzamos audiencia” masiva “sin romper cierta aura?” que rodeó tradicionalmente al periodismo, planteó.
Al final de dos días de intercambios en Caracas sobre las perspectivas hacia el 2040, economistas y reporteros quedaron con la sensación de que lo único cierto es que, para entonces, en el mejor de los casos estarán retirados.