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Muchas veces se escucha, en las tribunas de la pista de jura de la raza criolla en el Prado, a alguien que dice: “cómo cambiaron los criollos”. Esa frase, que es expresada sobre todo por aficionados a los animales, que no están por dentro del tema pero que toda la vida visitaron la Rural se refiere al cambio en la morfología del Criollo en los últimos años. Si bien ya hace más de 20 años que el biotipo moderno es el que se busca entre los criadores, todavía hay gente que identifica al caballo criollo como un animal más “pesado” de lo que en realidad es.
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En las décadas del 30 y 40 cuando se fundó la Sociedad de Criadores de Caballos Criollos por personalidades muy destacadas como Alberto Gallinal, Juan José de Arteaga, Roberto Mailhos y Braulio Baptista, entre otros, se comenzaron a realizar las primeras exposiciones morfológicas.
Estas mostraban ejemplares que, es cierto, pocas cosas en común tienen con lo que se ve actualmente en las pistas nacionales, así como las de los países vecinos. Para empezar, la forma de mostrar los caballos era distinta. Se usaba cortarles el copete, así como la cola por arriba del garrón. También los tuses eran distintos, no se hacía al ras como se usa ahora, se dejaba una altura de 2 a 4 centímetros.
La cabeza es el símbolo del Caballo Criollo, basta observar el logo de cualquiera de las asociaciones de los distintos países para darse cuenta. Hay gente que dice, y comparto, que en la Rural para darse cuenta de si un caballo es criollo solo hace falta verlo sacar la cabeza por la puerta de la caballeriza. Es una cabeza corta, expresiva, vivaz y de orejas chicas, además de contar con un distintivo copete que también lo diferencia de las otras razas. El criollo “antiguo” tenía una cabeza más pesada, esto quiere decir que era más larga y grande en relación con el resto del cuerpo.
Uno de los puntos más discutidos hasta el día de hoy es el cuello. En el pasado, estos eran muy cargados o anchos y eso generaba un desbalance en el andar del caballo ya que tenía el peso del cuerpo volcado sobre el frente y eso dificultaba su movilidad y lo hacía más tosco en su andar. Ahora los cogotes son más “livianos”, no acarrean tanta masa y “liberaron” el frente para llevar el peso del cuerpo para atrás. Esto genera mucho debate entre criadores, jurados y jinetes, ya que hay animales que presentan un cuello exageradamente liviano y muchas veces sin fuerza, cosa que nunca puede faltar. Este debe ser musculoso, y bien implantado tanto en su pecho como en la cabeza.
Otra característica que sufrió un cambio importante es la silueta, es decir, el dibujo del caballo. Antes eran más cuadrados y esto tiene varias explicaciones. Una es la inclinación de la paleta que en el criollo de hoy es sensiblemente más angulada que lo que era antes. Esto permite mejores desplazamientos, más rendidores que lo que sería una paleta parada. Además, la relación lomo-dorso es más larga, seguido por una grupa más tendida y potente que antes. Tampoco se desea una grupa recta, pero como todo, se generan varios debates sobre qué tan tendida o cuál es el ángulo que se desea.
Por último, otra diferencia que encontramos es la de la angulación de garrones. Pienso que este es un punto fundamental en el que hay que tomar nota. En Uruguay no se ven animales con garrones inclinados y potentes como quisiéramos. Son muy importantes porque le dan sostén a todo el posterior, que es lo que realiza la fuerza para los movimientos del caballo. En Brasil y Argentina es más común ver esa virtud. En la última exposición del Prado, el jurado argentino Carlos Solanet hizo mucho hincapié en ese detalle y premió animales con esa característica. Es directamente proporcional, con buenas condiciones funcionales y facilidad en los movimientos.
Pero también hay semejanzas entre el Criollo de ayer y el de hoy. Ambos caballos son de mucha estructura, tanto ósea como muscular. El perímetro de la caña va de 17 a 21 cm tomando los extremos mínimos y máximos entre ambos sexos. Son caballos de línea superior firme, de buena costilla, de cabezas expresivas y ojos vivaces. Además, constan de mucha cerda, tanto en su copete como en su cola.
Y lo que no se puede negociar nunca, que siempre se le prestó atención y se debe seguir, son los aplomos. Haciendo una comparación con los vehículos, las cubiertas siempre tienen que estar alineadas. Esto es lo mismo, los caballos deben tener sus cuatro apoyos alineados, en este caso las manos y las patas, ese es un aspecto fundamental. Entre otras cosas, permiten un buen desempeño en su andar, y el criollo es un caballo de silla, para andar.
Estas modificaciones que encontramos hoy en los criollos en comparación a décadas anteriores se pensaron con el fin de mejorar la raza en cuanto a su funcionalidad. Al alivianar los frentes y pasar el peso del cuerpo hacia atrás, los animales se apoyan sobre el posterior y eso le facilita realizar todas las pruebas que tenemos hoy, desde los andares hasta las vueltas sobre las patas y pechadas.
Todo debe tener su equilibrio, que es lo más importante en un caballo criollo, la armonía en su conjunto. Y, claro está, hay mucho de gusto personal.