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    El dilema del huevo o la gallina

    Nº 2242 - 14 al 20 de Setiembre de 2023

    ¿Es posible lograr cadenas de producción competitivas sin desarrollar las condiciones previas para que esto suceda? Esta pregunta tiene una respuesta simple y obvia. La realidad muestra que en Uruguay no hemos llevado adelante los procesos necesarios para encarar este tema. La falta de competitividad se puede catalogar de endémica.

    La competitividad económica es la capacidad de desarrollar las actividades económicas de manera más eficiente y eficaz que los competidores. Eso implica desarrollar los mismos productos a menor costo o generar productos de mayor valor a través de la diferenciación, ocupando espacios en los mercados que no habían sido explorados. La competitividad es un concepto dinámico y se debe referir al entorno, y se relaciona con otras opciones existentes para determinados mercados en determinados momentos.

    La realidad marca que en la gran mayoría de los productos generados por el agro uruguayo tenemos problemas de competitividad, debido a costos altos por unidad de producto y/o bajo valor de venta. Nos cuesta mucho crear círculos virtuosos de prosperidad en las cadenas productivas. Las lógicas que predominan en los diferentes rubros son de cadenas con algún eslabón fuerte, visiones de corto plazo y enormes dificultades para avanzar en el agregado de valor de los productos mediante procesamiento e industrialización.

    Analizando los diferentes factores implicados en esta problemática, deberíamos comenzar por el tipo de cambio. El actual atraso cambiario está ubicado en el entorno de un 15%, según estimaciones del Banco Central. Es un ancla muy pesada para toda la economía del país, y a su vez es transversal a todos los sectores y todos los eslabones de las diferentes cadenas. También es cierto que lograr un bajo nivel de inflación es fundamental para encaminar el desarrollo económico. Por lo tanto, es imperioso lograr una mejor distribución de los costos del actual atraso cambiario, para que no terminen golpeando a los eslabones más débiles de las cadenas.

    Estructuralmente lo más importante es atacar el gran déficit fiscal que tiene el Estado, esa es la tarea que inexorablemente hay que encarar. Pasan los gobiernos, cambian las coyunturas, pero los resultados en esta materia siguen igual. Actualmente el déficit fiscal está aumentando, en julio de 2022 era de –2,4% y en julio del 2023 –3,8%, según el Ministerio de Economía y Finanzas.

    El tipo de cambio es un factor que afecta la competitividad, pero debe ser acompañado por otros que tienen efectos estructurales en la competitividad y cuyos efectos son de mediano y largo plazo.

    El nivel educativo de la población es otro factor clave de competitividad. Lógicamente, desde el punto de vista del sistema educativo, los objetivos son múltiples y deben enfocarse en el desarrollo integral de las personas. De todas formas, un exitoso sistema educativo da sustento a un mayor potencial para crear una sociedad próspera. Claramente, sin una buena educación no es posible lograr el desarrollo.

    Un factor excluyente para Uruguay, por su perfil netamente exportador, es la inserción internacional y el acceso a los mercados. Se deben lograr oportunidades reales de participación en los mercados. De nada sirve abrir mercados si luego los aranceles u otras trabas no permiten operar. El acceso integral a los mercados es determinante para el desarrollo de cadenas de producción. Se puede visualizar desde el punto de vista de obtener demanda por los productos, pero también obteniendo insumos más baratos para los procesos productivos.

    Asimismo, la infraestructura, afecta la capacidad logística de las diferentes producciones, y por lo tanto afecta directamente los costos de producción. Este efecto quizá sea más notorio para el caso de productos commodities, que tienen menor valor por unidad de producto, y los efectos en la logística suelen tener alto impacto.

    El desarrollo también se sustenta en la ciencia aplicada, la innovación y el desarrollo tecnológico. Este camino se debe transitar y potenciar para lograr diferenciar los productos, ya sea por bajo costo o por la vía del agregado de valor diferencial.

    La inversión en ciencia y tecnología es vital para producir capacidades en ese sentido, pero también se debe apoyar sobre un sistema que permita que ese potencial pueda ser desarrollado. Es un tema complejo, que tiene que ver con el diseño del sistema de ciencia y tecnología, pero que debe sustentarse sobre el convencimiento general de apoyo y su consiguiente crecimiento.

    Otro gran debe es el costo de la energía, que afecta todas las estructuras de costos de producción, a todo nivel. Lograr costos energéticos bajos o similares en relación con los competidores es un elemento central, que debe ser abordado inexorablemente.

    Otros factores que se deben tener en cuenta son: el funcionamiento correcto del libre mercado, la flexibilidad laboral, la productividad empresarial, el emprendedurismo y la disponibilidad financiera.

    De ninguna manera opino que no se haya avanzado en estos factores, lo que creo es que se debe abordar holísticamente el tema, ir a fondo. El foco debe estar sobre la eficiencia del Estado y la forma en que los recursos son devueltos hacia la sociedad. Tanto el concepto de Estado chico como el de Estado eficiente son relativos, pero está claro que toda ineficiencia se paga con pérdida de capacidad de la sociedad en algún ámbito.

    En mayo del 2007 tuve la posibilidad de hacer una gira técnica por Nueva Zelanda y Australia, donde conocí algunos sistemas de producción ganaderos y lecheros. Si bien las realidades de aquellos países son muy diferentes a la de Uruguay, tanto por condiciones naturales como por idiosincrasia y condiciones generales para desarrollar la producción, pude comprobar que allí las condiciones para producir, emprender y desarrollar las cadenas productivas estaban totalmente solucionadas. Todo estaba armado y pronto para facilitar la producción.

    Por lo tanto, cabe preguntarse: ¿los países desarrollados tienen competitividad porque son desarrollados o son desarrollados porque lograron ser competitivos? Creo que es imprescindible que previamente se generen las condiciones estructurales para desarrollar la competitividad. La prosperidad es una consecuencia natural de lo anterior. Debemos bregar por encaminar la sociedad hacia el verdadero desarrollo. Hay dos buenas noticias: una que es posible y la otra es que podemos empezar mañana.

    * El autor es productor agropecuario y asesor, ingeniero agrónomo (MAA), director de INIA y secretario de la Federación Rural.