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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáHace poco una publicación especializada afirmaba: “Uruguay a punto de abdicar la soberanía de su espacio aéreo”.
Hace tiempo venimos en un proceso de declive y en el mínimo control efectivo del mismo.
Para tener soberanía sobre el espacio aéreo debería tener:
1) Los recursos adecuados.
Aeronaves capaces de ejercer el control del espacio aéreo nacional, algunas que puedan cumplir su misión de intercepción en forma autónoma (radares propios o datalink de repetición de radares de tierra).
No solo como un sistema de defensa para ejercer soberanía, sino capacidad de cumplir su función de Policía Aérea Nacional todo el tiempo, de día y de noche, en condiciones meteorológicas adversas, etc. Esto se viene planteando desde hace mucho tiempo por parte de la Fuerza Aérea Uruguaya (FAU).
Radares adecuados y complementarios (de baja altura en lugares estratégicos de la frontera para narcovuelos) para ejercer el control y la vigilancia del espacio aéreo, tanto civil como militar, en lo cual se había avanzado mucho en los últimos años, pero requiere adecuados mantenimientos y actualizaciones para mantener su vigencia.
2) Personal adecuado en cantidad y calidad, calificado y entrenado adecuadamente para cumplir esa función primordial y básica de la FAU, las 24 horas del día, los 365 días del año (cantidad de horas de vuelo anuales mínimas que garanticen su profesionalidad).
Hace tiempo que no se puede cumplir esto y cada día desmejora. Es más, como una constante degradación en aumento, entre otras cosas, por la baja motivación de permanecer o integrar los cuadros de la fuerza. Los pocos elementos con alguna capacidad emigran o simplemente desaparecen por una gran desmotivación.
Volver a los mínimos niveles de operatividad de hace 10 o 15 años, los cuales hoy estarían desactualizados tecnológicamente, llevaría otro tanto en años para capacitar nuevas tripulaciones y técnicos. Y sin tener la mínima posibilidad de retenerlos de acuerdo a las actuales circunstancias y condiciones cada vez más adversas.
Debemos nuevamente resaltar que ni siquiera estamos hablando de soberanía, de defensa, estamos hablando de alcanzar un mínimo de seguridad a la cual se vuelcan tantos recursos en otros aspectos. Y se deja de lado algo tan importante para un tratamiento total de la misma.
Hablamos de control de nuestros espacios aéreos y marítimos, del control de nuestras “puertas de entrada y salida a nuestra casa”, a nuestro espacio soberano, al cual debemos cuidar y tutelar, estando explícitamente determinado por las leyes en vigencia.
Se ha perdido mucho.
Las grandes preguntas son:
¿Esto es simplemente por negligencia, incompetencia o desconocimiento de nuestros gobernantes?
¿Es por dejar caer el sistema hasta el punto tal de lograr imponer uno nuevo como mágica solución?
¿Es tan solo por seguir concediendo soberanía y funciones básicas del Estado a nuevos intereses?
¿A quién beneficia todo esto? Al país, no, pero es seguro que a todo ello debemos encontrarle soluciones urgentes, entre todos.
Leon Lev