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    El futuro de Gaza después de Hamás

    Nº 2258 - 4 al 10 de Enero de 2024

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    Recordemos lo básico: toda guerra es una tragedia humana imposible de captar por quien no la vive. Mueren y son heridos inocentes, los traumas son enormes. ¿Qué diferencia entonces a un bando de otro en cualquier conflicto? No hay santos en las guerras, pero hay responsables políticos, y esto significa que quien comenzó la agresión carga con la culpa de sus consecuencias.

    Es, sin duda, el caso de la actual guerra en Gaza, al igual que la invasión rusa a Ucrania o la anexión de Nagorno-Karabaj con la expulsión de la población armenia. Hechos actuales que, sin embargo, no han despertado en el mundo la atención ni las pasiones que el caso de la franja palestina. Si nos preguntamos la causa, es que el viejo racismo antisemita se disfraza hoy de antisionismo, “la forma de negar al estado judío el derecho a existir”. El mismo perro con distinto collar, pero idénticas intenciones criminales.

    Gaza, de 360 km2 y dos millones de habitantes, está libre de ocupantes desde 2005. Es decir, ni un israelí vive allí desde hace 18 años; y vale agregar que la mayoría de los cristianos emigraron, en especial cuando el grupo islámico Hamás tomó el poder en 2007.

    Los últimos hechos son conocidos. El pasado 7 de octubre unos 3.500 hombres armados ingresaron al sur israelí, sorprendiendo –increíblemente– a las fuerzas de seguridad. La negligencia en la cadena de mando fue insólita y seguro rodarán cabezas en el futuro. Asesinaron a 1.200 personas, incluyendo 360 jóvenes que participaban en un festival musical (Por la Paz) al aire libre, y a familias enteras en sus casas. Secuestraron casi 300 ciudadanos israelíes y de otras naciones. La crueldad de este ataque – filmado por los propios guerrilleros – recorrió el mundo. Israel recibió inicialmente una solidaridad total del mundo democrático. El apoyo ha disminuido tras la respuesta militar hebrea, que conquistó zonas clave de Gaza y eliminó 8.500 terroristas, un tercio de la fuerza militar islámica. La cifra de unas 20.000 víctimas, utilizada por Hamás y repetida por medios, son parte de una millonaria campaña de desinformación financiada por Irán. Ahora, que hay miles de caídos civiles es indudable.

    Hamás ha invertido todo el apoyo económico internacional en armas y una ciudad subterránea, cuyas entradas se encuentran justamente en hospitales, escuelas y viviendas privadas. La población civil gazatí es el escudo humano del terror.

    El plan para el día después

    Estados Unidos quiere que el ejército israelí (FDI) pase a la denominada “fase tres” lo antes posible. El ministro de Defensa hebreo, Yoav Galant, habló con su colega, Lloyd Austin, y, según comunicaron, se analizó “la campaña militar y los preparativos para la fase de estabilización, que seguirá a las intensas operaciones de combate”. Este breve anuncio marca la principal brecha entre Jerusalén y Washington: ¿cuándo comienza la fase de estabilización?

    A pesar de los desacuerdos, la conversación entre Austin y Galant no fue difícil. El secretario de Defensa americano reiteró la determinación de su país de garantizar que Hamás ya no pueda amenazar la seguridad de Israel; subrayó la importancia de proteger a los civiles y acelerar la ayuda humanitaria. Ambos también analizaron las amenazas a la paz regional, incluidas las agresiones de Hezbolá en el sur del Líbano, los ataques de milicias en Irak y Siria y los ataques hutíes contra el comercio internacional en el Mar Rojo.

    Esta semana, el gabinete de seguridad autorizó a decidir sobre las fases de la guerra y si pasar de la fase dos a la tres, que en realidad es la transición de una operación militar de alta intensidad a una operación más quirúrgica. En la tercera fase de la guerra, las FDI se retirarán de ciertas zonas, mientras continuarán las incursiones puntuales contra objetivos terroristas dentro de la Franja. Específicamente, se espera que las FDI pasen a dicha etapa en el norte de Gaza, mientras la intensa actividad ofensiva continuará en Khan Younis hasta alcanzar todos los objetivos.

    Se planea crear una zona de seguridad a lo largo de la frontera entre Israel y Gaza de un kilómetro de ancho. Además, las FDI se asegurarán de que nadie pueda entrar en la zona desmilitarizada por ningún medio. Se piensa autorizar el regreso de la población al norte, escalonadamente Al final, Hamás debería haber perdido toda su capacidad militar.

    La destacada periodista Maya Siminovich, que cubrió durante 16 años la región para medios internacionales, en diálogo con Búsqueda declaró: “Nunca he sido tan pesimista; pienso que una guerra tan sangrienta, justificada o no -ese no es el punto- pues ninguna masacre justifica otra, no va a permitir un partner en varias generaciones… no sé que podría surgir allí y veo un futuro muy negro. La esperanza sería lograr que los palestinos tengan un porvenir mejor, en el que teman perder cosas, no bajo una ideología totalitaria como ésta donde no cabe vida sino muerte, y en la que se los enseña a odiar. Habría que hacer las cosas diferente en Gaza para darle voz a todos quienes no quieren esto, que me consta son muchos, y entonces que tengan una vida, un trabajo, una profesión, algo a lo que aspirar pues sino es suicida, y eso ya lo conocemos muy bien”.

    El gran desafío es quién gobernará a la población finalmente. Egipto ha sugerido la creación de un gobierno de técnicos. Israel exige que no exista una fuerza armada que pueda ser una amenaza. La Autoridad Palestina (AP) de Ramallah –rival de Hamás– está desprestigiada y no resulta confiable, salvo una “renovación total de su liderazgo”, como impulsa el presidente Joe Biden. En definitiva, cabe esperar –intentando ser optimistas– que, tras la catástrofe, el futuro sea diferente y mejor para ambos pueblos.