—¿Qué balance hace de su primer año en la presidencia del PIT-CNT? ¿En qué cosas cambió o se fortaleció la organización?
—Esas cosas se pueden medir a largo plazo. Creo que, sin dudas, el PIT-CNT tuvo un nivel importante de presencia nacional y de iniciativa. Si uno analiza el rol del PIT-CNT en 2022, pero también desde un punto de vista histórico, es la columna vertebral del campo popular. No hay una causa popular, no hay un planteo del mundo del trabajo, de la seguridad social o del desarrollo que se pueda desplegar democráticamente al margen del movimiento sindical.
—¿Usted siente que esa impronta se vio particularmente en el año que pasó?
—Y sí. Sin el PIT-CNT no se explica, por ejemplo, que la mitad de la población se haya pronunciado en contra de 135 artículos de la LUC. Es cierto, los votos no dieron para anularlos. Pero cualquiera que cuestione la representatividad del PIT-CNT tiene que analizar que fue el movimiento sindical el que propuso una iniciativa que luego recibió el apoyo de la mitad de la población. Si uno mira, el desarrollo del 1º de mayo, el del paro del 7 de julio y todas las acciones, incluidas las elecciones de representantes en el Banco de Previsión Social (BPS), todo indica que hay una gravitación importante del movimiento sindical. Siempre podría ser más, pero es una incidencia muy importante.
—Hace un año, en entrevista con Búsqueda, usted hablaba de que el 2022 era un año de agenda defensiva con el referéndum por la LUC, la reforma a la seguridad social y las modificaciones a la ley de negociación colectiva como puntos principales. Buena parte del partido parecen haberlo perdido. El referéndum confirmó la LUC, la reforma de la seguridad social tiene media sanción y la ley de negociación colectiva tiene media sanción. ¿Por qué cree que se dio así?
—También pueden ser, si lo mirás del punto de vista del escenario, victorias “a lo Pirro” (expresión inspirada en Pirro, rey de Epiro, que se usa para describir triunfos que se obtienen con más daños para el vencedor que para el vencido). Lo central es qué acumulación de fuerzas queda desde el punto de vista del campo popular. Yo estoy convencido de que el referéndum marcó cierta paridad de fuerzas respecto a distintos temas del debate nacional. De forma tosca, podríamos decir que hay una línea que pone de un lado una visión de desarrollo del país vinculada a la igualdad, a un rol importante del Estado y de las políticas públicas para generar una sociedad más integrada; y hay otra visión que establece que los malla oro deben desarrollar libremente sus actividades y esto va a derramar al conjunto de la sociedad. Esa paridad de fuerzas lo que significó es que el Poder Ejecutivo, en vez de enlentecer la aplicación de su modelo, huye hacia adelante y acelera. Toma una pluralidad de iniciativas: cambios en la negociación colectiva, gestión privatizadora en las empresas públicas, seguridad social, etc. Eso no está indicando que esas cuestiones no sean irreversibles ni que, por debajo, no se vaya desarrollando una visión diferente. Porque, si crece el PIB como el año pasado pero al mismo tiempo baja el salario, crece la desigualdad, se mantienen las ollas populares, se infantiliza y feminiza la pobreza… Bueno, en determinado punto va a haber un cambio cualitativo. El problema es que cuando se dé ese cambio el país pueda poner proa a un crecimiento mucho más equilibrado.
—¿Usted dice entonces que aunque el gobierno haya avanzado en proyectos relevantes eso no implica que el PIT-CNT haya perdido en su agenda defensiva?
—Estamos en lucha. Recientemente salió una encuesta que dice que la inmensa mayoría de la población no comparte el proyecto de seguridad social del gobierno. En el terreno de la historia las cosas están encima de la mesa. No hay cuestiones saldadas y en tanto hay movimientos sociales activos las cosas están abiertas.
—Hace un año decía que las piedras angulares del progresismo todavía se conservaban. ¿Sigue viéndolo así o el avance de la agenda del gobierno empezó a erosionarlas?
—Es cierto que en este gobierno hubo cambios regresivos, pero la columna vertebral de transformaciones, en particular en el mundo del trabajo, todavía sigue existiendo. Este año tenemos Consejos de Salarios. Esos consejos se van a desarrollar bajo la cultura, la normativa y las formas de negociación por rama de actividad que al principio impulsó el neobatllismo con la ley de Consejos de Salarios, pero que luego reafirmó y generalizó el Frente Amplio. ¿Qué quiero decir con eso? Que el sentido de los cambios actuales es regresivo pero todavía los aspectos importantes de la institucionalidad, particularmente en lo laboral, siguen funcionando.
—¿Qué expectativa tiene para la negociación salarial de este año?
—El gobierno no cumplió su promesa preelectoral. Dijo que no iba a caer la masa salarial y la masa salarial ya cayó. Creció la desigualdad, se achicó la participación del salario en la riqueza nacional. La porción de la torta que reciben los trabajadores y los jubilados es más chica y junto con ellos vastísimos sectores que tienen sus intereses asociados al mercado interno. Eso ya pasó. Es decir, nunca un trabajador, por más que le vaya bien en la próxima ronda, va a resarcirse del salario que no cobró en estos años que pasaron. El gobierno está en falta con su compromiso preelectoral. Nuestra aspiración para esta ronda es que se discuta un plan de generación de puestos de trabajo de calidad, la formación profesional, las categorías, la distribución de tareas, todas cuestiones que elevan la negociación colectiva. Pero también de manera central queremos que se recuperen al menos los porcentajes salariales que se tengan que recuperar en cada rama para terminar esta administración con el mismo nivel que empezamos.

—¿Cómo se va a parar el movimiento sindical? ¿Imagina una ronda conflictiva para lograr que se cumpla el compromiso de recuperación?
—Siempre la negociación es controvertida por los intereses que están en juego. Pero además de discutir salario tenemos que levantar la cabeza. Por ejemplo, un desarrollo industrial del país vinculado a la perspectiva que abre el gobierno de Lula de avanzar a una integración mucho más profunda de la región tiene que ver con plantear una agenda de largo plazo. Creo que esta es una muy buena oportunidad para levantar la bandera de la reducción de la jornada de trabajo y ubicarla como un factor de negociación en todos los planos. Ante la actual transformación tecnológica, en vez de aumentar los años de trabajo como hace la reforma de la seguridad social, lo que se debería incorporar es un mejor reparto del trabajo entre la población. Esto tiene que ver con la reducción de la jornada. Nosotros vamos a poner énfasis en esas cosas. Tenemos que poner tres o cuatro ejes centrales que sobrepasen la coyuntura.
—¿Cuáles serían?
—La reducción de la jornada de trabajo es clave. Después, el trabajo juvenil. Si no hay políticas explícitas que permitan que la gente más joven acceda al mundo del trabajo, y esto también es en sentido contrario a la reforma jubilatoria, siempre vamos a tener el problema de un mayor desempleo en esa población que en el promedio. Otra cosa que creo que tenemos que empezar a discutir, y esto en una perspectiva más de género, vinculado además a la acción del 8 de marzo: desde el punto de vista de la seguridad social, ¿no hay que enriquecerla con un salario para la mujer?
—¿Cómo sería esto?
—La mujer en este régimen social, en general, por aspectos culturales y de organización de la sociedad, participa de manera gratuita en la forma de acumulación de capital. Participa en la reproducción de la sociedad, genera la reproducción de la fuerza de trabajo y no recibe ningún salario. Ese trabajo no remunerado, ¿no hay que pagarlo?
—¿Eso no sería institucionalizar una cultura machista?
—Si querés, no le pongas una definición de género. Sería un salario a todo aquel trabajo que tiene que ver con la reproducción de la sociedad. Pero como culturalmente la mayoría de ese trabajo lo hace la mujer tendría que tener un salario garantizado.
—¿Incluso aquellas mujeres que tienen un trabajo remunerado cree que tendrían que tener otro salario por el trabajo no remunerado?
—Y… es trabajo no remunerado. Vos tenés que tener un conjunto de políticas: mejorar el sistema de cuidados, promover la incorporación de la mujer al mercado de trabajo… Pero en tanto eso se procesa y se cambia la cultura hacia la coparticipación en las labores de reproducción: salario garantizado por las labores reproductivas.
—A eso iba con si eso no sería institucionalizar una situación de desigualdad.
—Si se hace solo, sí. Pero si está en el marco de un conjunto de políticas, creo que discutirlo ya es, en sí mismo, una buena medida. Solo plantearlo cambia.
—¿A qué se refiere con labores de reproducción?
—Me refiero a esos trabajos que tienen que ver con los cuidados, con el mantenimiento del hogar, con la crianza de los gurises. Son las labores que contribuyen al desarrollo social. Todo eso por cuestiones culturales está concentrado estrictamente en las mujeres que no reciben salario ninguno. ¿Y cuánto aporta eso al PBI del país? Esas cosas hay que plantearlas.
—¿Siente que es necesario que el movimiento sindical incorpore más reivindicaciones que reflejen la lucha feminista?
—El movimiento sindical debe abrazar la lucha feminista desde la modestia, desde el protagonismo de las mujeres, sin una posición vanguardista, y desde el mundo del trabajo.
—En la Intersocial Feminista, cuando se decidió dejar la Intersocial en el camino hacia el referéndum por la LUC, una de las cosas que decían algunas de sus integrantes era que se sentían en algún punto avasalladas.
—Hay aspectos para trabajar en la ideología y la cultura. Los planteos feministas más consecuentes nacieron del movimiento obrero revolucionario. En ese sentido, tenemos que retomar una perspectiva transformadora. Por ejemplo, yo estoy de acuerdo con que el 8 de marzo el PIT-CNT promueva un paro de mujeres. Por la diversidad de situaciones que hay en el movimiento sindical es bueno que la definición sea general y que luego cada gremio lo aplique a su medida.

—Ustedes pusieron la reforma de la seguridad social como uno de los principales puntos de su agenda defensiva. Hasta ahora resolvieron como estrategia “informar” y “denunciar”. ¿Es suficiente? ¿Por qué eligieron ese camino, que no parece de los más duros?
—Para cualquiera de los caminos estratégicos que puedan seguir es fundamental que la población conozca la opinión de los trabajadores. Sin eso, no hay más nada. Es condición necesaria. No es lo único que se va a hacer, ni está decidido qué camino vamos a seguir. Es bastante auspiciosa una última encuesta que marca que la mayoría de la población está en contra de esta ley.
—¿Es viable pensar en una consulta popular o haber hecho ya una contra la LUC limita esa alternativa?
—Es una herramienta siempre disponible para el movimiento popular. La historia no muestra que haber hecho una consulta popular limite la posibilidad de hacer otras.
—¿Qué balance hace de la gestión de este gobierno, que ya lleva tres años?
—Es el gobierno de la desigualdad. Creció la riqueza, se achicó el salario, se agrandó la pobreza… Es un gobierno que está probado que vino a procesar un ajuste contra el pueblo trabajador.
—Al caracterizar al gobierno hablan de “elementos fascistizantes”. Eso parece aludir a Cabildo Abierto, con quien al mismo tiempo han tenido varias instancias de cercanía. ¿Cómo debe leerse la relación entre el PIT-CNT y Cabildo Abierto?
—Cuando establecemos que hay componentes fascistizantes no nos referimos a que estén cristalizados en un solo sector político, sino que pueden estar difuminados. En el herrerismo a veces aparecen planteos que son muy grotescos desde ese punto de vista. Lo vemos como un fenómeno difuminado. Para nosotros todos los partidos de la coalición son partidos de gobierno y con todos tenemos relaciones de acuerdos y diferencias puntuales. Desde el punto de vista de los derechos humanos y de verdad y justicia del movimiento sindical, obviamente estamos completamente enfrentados a los planteos de Cabildo Abierto. Sobre otros planteos económicos, cuando a veces desde otros costados del gobierno aparecen líneas de privatización extrema, de repente en Cabildo Abierto no hay la misma inclinación a la privatización. Las contradicciones son múltiples.
—Usted milita en el Partido Comunista. ¿Cree que en 2024 debería repetirse la candidatura de Óscar Andrade en la interna del Frente Amplio?
—Por la función que cumplo acá en el PIT-CNT te pido que de ese tema hables con Juan Castillo.
—Pero usted está cumpliendo tareas también dentro del Partido Comunista, ¿no? Participa de estas decisiones.
—Sí, estoy en el Comité Ejecutivo y en el Secretariado del partido. Quiero aclarar esto. Para mí el movimiento sindical es la organización social por excelencia de la clase trabajadora y el Partido Comunista es el partido de la clase obrera. Pero por la función que cumplo no sería correcto en la unidad sindical que respondiera estas cosas. No es que me esconda, es que soy presidente del PIT-CNT entre otras cosas con el rol central de mantener la unidad de todos.
- Recuadro de la entrevista
El Congreso del Pueblo del que no debe participar el Frente Amplio y “la carta a los reyes”