• Cotizaciones
    domingo 16 de febrero de 2025

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, tu plan tendrá un precio promocional:
    $ Al año*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    En Búsqueda y Galería nos estamos renovando. Para mejorar tu experiencia te pedimos que actualices tus datos. Una vez que completes los datos, por los próximos tres meses tu plan tendrá un precio promocional:
    $ por 3 meses*
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá
    * A partir del cuarto mes por al mes. Podés cancelar el plan en el momento que lo desees
    stopper description + stopper description

    Tu aporte contribuye a la Búsqueda de la verdad

    Suscribite ahora y obtené acceso ilimitado a los contenidos de Búsqueda y Galería.

    Suscribite a Búsqueda
    DESDE

    UYU

    299

    /mes*

    * Podés cancelar el plan en el momento que lo desees

    ¡Hola !

    El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
    En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] o contactarte por WhatsApp acá

    El “mea culpa”, la dificultad para competir entre clubes y la euforia “razonable”

    El imaginario de ser un crack en el fútbol es un factor que, en Uruguay más que en otros países, juega de manera significativa en los logros en este deporte, opina el técnico de la selección Sub-20, Fabián Coito. También la cantidad de clubes u otros ámbitos a los que acceden los niños y jóvenes uruguayos para potenciarse en ese momento en que explota su rendimiento futbolístico.

    , regenerado3

    Para el entrenador, después de “tantos golpes”, Uruguay viene haciendo un “mea culpa” que lo lleva a adaptarse al fútbol que se juega hoy en todo el mundo. La confianza en dicho proceso, y su deseo, lo hacen imaginar a la celeste entre los ocho mejores en el Mundial de Rusia.

    Lo que sigue es una síntesis del diálogo que tuvo con Búsqueda.

    —La riqueza de los países y el tamaño de sus poblaciones parecen ser una ventaja en varios deportes, pero eso no es tan claro en el fútbol ¿Qué otros factores influyen?

    —Hay un tema cultural. Producto seguramente de la historia y los logros, está muy dentro del imaginario de las personas el transformarse en uno de esos pocos jugadores que se destacan. Esto no existe tanto en otros países.

    También puede haber razones deportivas. El rendimiento va muy ligado al desarrollo físico y cognitivo que se manifiesta en distintas etapas, y dada la gran cantidad de clubes y posibilidades, tarde o temprano la oportunidad para los niños y jóvenes aparece. En otros países con mucha más población y desarrollo económico los lugares donde jugar al fútbol son pocos, y el momento adecuado no siempre está. 

    —Entrena a jóvenes de distinto nivel socioeconómico. ¿Cómo influyen esas realidades en sus rendimientos futbolísticos?

    —Los estudios van convergiendo hacia considerar al futbolista como uno solo en cuanto a sus condiciones, las posibilidades, la educación, el entorno, y que todos influyen de una u otra manera. El entorno socioeconómico incide mucho en, por ejemplo, la urgencia por nombrar ciertas cosas, en cómo se involucran las familias.

    —¿Entornos pobres favorecen el surgimiento de mejores futbolistas que contexto medio o rico?

    —El fútbol, como toda actividad, cuanto más se practica, mejor se hace. Aquellos chiquilines con menos posibilidades de actividades extra a las habituales, y que se van alejando de la escuela o el liceo, juegan al fútbol en la calle, en el barrio, de repente de manera desorganizada, pero juegan y tienen más horas de práctica. Y como en toda competencia, hay un tema espiritual, de superación y hasta de inconsciencia para lograr cosas; aquel chiquilín que ha sido más atrevido en su vida y recibió más estímulos de la cultura callejera, en las edades tempranas seguramente tenga más condiciones para jugar. Luego, cuando se van metiendo en el terreno, no solo se requiere de condiciones sino de más preparación y un entendimiento. Ahí se empiezan a igualar las cosas.

    —Uruguay fue una potencia hasta mediados del siglo pasado, pero debieron pasar varias décadas, hasta el surgimiento de la generación de Forlán y Suárez, para que volviera a tener logros importantes. ¿Cómo se explica esa evolución? 

    —Son un montón de factores.

    Se dice que se aprende más de las derrotas que de las victorias. Quizás —porque no lo viví de adentro— los repetidos éxitos deportivos nos hicieron imaginar que éramos dueños de la receta para jugar al fútbol y no nos dimos cuenta de que el fútbol se fue haciendo más popular, se fue transformando y desarrollando. Ahora, después de tantos golpes, parece que ha comenzado un mea culpa y se empezó a ver que debemos adaptarnos a cómo es este deporte hoy en todas partes del mundo. Ahí las posibilidades económicas pueden estar influyendo en el sentido de que no nos permita transformarnos en una potencia entre clubes: nos cuesta competir con los futbolistas formados y que juegan en el país porque la competencia local no los prepara para los desafíos internacionales, y ya que la emigración de los jóvenes y de más categoría les quita nivel a los torneos internos.

    Por otro lado, el proyecto de la selección llevado adelante por el maestro Tabárez ha generado una cierta consciencia en el sentido de volver un poco a las fuentes, de creer en nuestros futbolistas, a hacer inseparable al jugador de la persona, a generar buenos mensajes desde el fútbol para lograr feedback de la gente y movilizar lo que en el Río de la Plata llamamos la pasión. Pero debemos seguir trabajando y luchando para levantar nuestro fútbol local.

    —El estilo de juego ha cambiado y hoy muchos ven como modelo de éxito a Barcelona o Real Madrid, también desde el punto de vista institucional y de gestión del negocio futbolístico. ¿Los clubes y la selección de Uruguay deberían tratar de adoptarlo?   

    —El camino para llegar a eso es muy largo y dificultoso porque, ahí sí, el poderío económico y la población influye enormemente en el porqué existen esos fenómenos.

    Con otros medios, hay que intentar profesionalizar nuestro fútbol, y me refiero al plano futbolístico; desde el punto de vista organizativo, de las empresas, prefiero no opinar porque no estoy dentro. Desde el lugar de los entrenadores, debemos trabajar mucho para que nuestros futbolistas tomen esto como una profesión; después, si viven o no de esto, es otra cosa.

    —De cara a Rusia 2018 se percibe cierto exitismo en la afición, quizás por cómo fue la clasificación de Uruguay y dado el buen momento que atraviesan algunas figuras. ¿Usted qué espera?

    —Es razonable la euforia, porque hay muy buenos futbolistas y la selección ha logrado formar un equipo, lo que es muy difícil. Esa es una gran fortaleza. Uruguay tiene cosas —jugadores, proyecto, preparación—para imaginar un gran torneo. Pero también hay espectaculares selecciones y formidables futbolistas en otros equipos, y el Mundial es un momento: la historia o los antecedentes sirven para imaginar cosas, aunque la realidad es que todo depende de cómo se llegue ahí.

    —¿Hasta dónde puede llegar Uruguay?

    —No me animo a hacer un pronóstico, porque si hay algo lindo del fútbol es que los resultados no se saben antes de jugarse los partidos. En forma subjetiva, combinado con un deseo, veo a Uruguay entre los ocho mejores del mundo, seguro.