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A poco del cambio de año, el panorama externo luce bastante favorable para Uruguay, aunque con grandes dudas respecto a lo que ocurrirá en la región.
A nivel extrarregional el panorama aparece francamente positivo, con los mercados emergentes poniéndose otra vez “de moda”. Así, los flujos de capitales hacia este conjunto de países marcaron un récord en noviembre, según datos del Instituto Internacional de Finanzas, y las perspectivas para los próximos meses continúan siendo alentadoras. En definitiva, la continuidad de los estímulos monetarios y fiscales en el mundo desarrollado —y su consecuencia de tasas cero o negativas y más abundante liquidez por más tiempo— llevarán a que más inversores se vuelquen a los mercados emergentes en búsqueda de la rentabilidad que no obtienen en aquellos desarrollados.
La tendencia a la depreciación del dólar es otro factor que va a ayudar a las economías emergentes, cuyas monedas en las últimas semanas han mostrado una apreciación importante respecto a la divisa estadounidense. El debilitamiento del dólar y la reaceleración del crecimiento de China han impulsado al alza los precios de prácticamente la totalidad de las materias primas, lo que constituye otro dato positivo.
Para el Fondo Monetario Internacional (FMI), el crecimiento de los países emergentes, excluido China —que se espera crezca un 8% el año que viene—, será de 5% en 2021, superando el 3,9% de expansión que tendrán las economías avanzadas. En las últimas semanas, en general las noticias económicas conocidas en los países emergentes han sido muy positivas, lo que de hecho llevó a que el índice de “sorpresas económicas” calculado por Citibank para este conjunto de países alcanzara hace pocos días niveles sin precedentes.
En definitiva, las políticas monetarias ultraexpansivas de los bancos centrales de los países desarrollados, la muy probable continuidad de la tendencia a la debilidad del dólar y la aceleración cíclica del crecimiento global (y en particular de China) son todos factores que deberían ayudar a que 2021 sea un buen año para los mercados emergentes, tanto en lo financiero como en lo económico. Ello es una buena noticia para Uruguay, ya que facilitará el proceso de normalización luego del severo golpe que causó la pandemia del Covid-19.
El gran signo de interrogación en la actual coyuntura viene dado por los problemas de los países vecinos —particularmente en Argentina—, ya que siguen teniendo una relevancia muy significativa en nuestro comercio de servicios y también en las exportaciones de bienes industriales que no se pueden colocar en ningún otro mercado.
Brasil terminará este año con un déficit fiscal primario del orden de 12% del Producto Bruto Interno (PBI) y una deuda pública cercana al 100% del PBI, situación que deberá comenzar a corregir el año que viene. Es imposible repetir en 2021 el tipo de programas de ayuda que se implementaron para paliar las consecuencias de la crisis sanitaria y sostener el consumo de vastos sectores de la población. Y, dada la necesidad de comenzar a reducir el desequilibrio fiscal, habrá que ver si las exportaciones y la inversión privadas son suficientes para permitir un rebote importante del crecimiento global.
La situación de Argentina es obviamente muchísimo peor, tanto por las políticas que ha venido aplicando como por el hecho de que ese país no tiene acceso a los mercados de crédito internacionales. Su gobierno está comenzando a negociar el nuevo relacionamiento que se pretende tener con el FMI, y el acuerdo que se logre será clave para ver si se empieza a despejar el horizonte económico y financiero para los próximos años.
Por otro lado, la situación política y social argentina es cada vez más complicada, lo que genera más desconfianza y repercute más negativamente sobre la economía. Más allá de la aparente “paz cambiaria” de las últimas semanas a base de más controles, ventas de reservas y colocación de deuda interna, todo sigue “atado con alambre” y lejos todavía de poder tener un horizonte despejado, algo que no va a ocurrir hasta que haya un plan macroeconómico integral que tenga amplio respaldo político y social.
Uruguay deberá seguir con mucha atención la evolución de sus vecinos, que continuarán siendo la principal fuente de potenciales noticias negativas el año que viene, en un contexto global que debería ser bastante más favorable.
