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El 20 del corriente mes, tuve el honor de ser invitado por el nuevo ministro de Ambiente, el contador Robert Bouvier, para analizar los planteos que hemos venido haciendo desde el año 2018, con el embajador Carlos Orlando, sobre los emisores de aguas cloacales e industriales de Buenos Aires.
La reunión se desarrolló en términos sumamente cordiales y, a través de ella, el Sr. ministro puso en evidencia su don de gentes, su honestidad intelectual y el interés que nuestros planteos le han suscitado, incluso habiendo leído el informe que le había remitido al respecto.
Durante la conversación mantenida, le destaqué el desinterés que sus antecesores manifestaron cuando ya, a partir del año 2018, con el embajador Orlando, denunciamos el riesgo de severo impacto ambiental que planteaba el emisor de aguas cloacales e industriales que va a colectar las aguas de las cuencas de los ríos Matanzas y Riachuelo de Buenos Aires con los deshechos de 4 millones y medio de habitantes y de miles de industrias, con un volumen de estos líquidos de 2,3 millones de metros cúbicos que se van a verter, por día, al Río de la Plata.
En específico, le relaté que en 2019 el arquitecto Ruks, subsecretario del Ministerio de Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente, dijo no tener conocimiento al respecto y que, en abril de 2020, cuando concurrimos con el embajador Orlando a una reunión con el ministro de Ambiente de la época, el Sr. Adrián Peña, nos recibió cordialmente, pero luego no tomó ninguna decisión sobre nuestro planteo y que el presidente de la delegación uruguaya ante la Comisión Administradora del Río de la Plata, el Dr. Alem García, en esa época rechazó, enfáticamente, el riesgo de impacto ambiental que podía generar ese emprendimiento.
Posteriormente, a ese emisor se ha agregado otro, el de Berasategui, que va a verter al Río de la Plata 2,8 millones de metros cúbicos de esas aguas cloacales por día, lo que va a implicar un vertimiento diario de 5,1 millones de metros cúbicos por día, el equivalente a ocho veces el consumo diario de agua potable de Montevideo, Canelones y San José.
Con el embajador Orlando no estamos en contra de esos emprendimientos. Entendemos las razones que han promovido esa construcción, lo que planteamos es que, según la opinión de prestigiosos científicos, las plantas de tratamiento y filtración de las aguas de esos emisores que se van a verter no son eficientes y permiten que elementos biológicos y químicos, como el nitrógeno y el fósforo, lleguen al Río de la Plata. Se han expedido en ese sentido, en Argentina, científicos de la talla del Dr. Pablo Luis Caballero y Raúl Estrada Oyuela y, en Uruguay, el Dr. Daniel Panario, catedrático grado 5 de la Facultad de Ciencias de la Udelar, a lo que se agrega que, en el informe del Banco Mundial que está financiando estas obras, del 27/6/2019, se reconoce que la decisión de elegir un bajo o un alto nivel de tratamiento previo de los vertimientos fue objeto de análisis, optándose por un bajo nivel de tratamiento en razón de la “alta capacidad de oxigenación del Río de Plata” y por razones económicas.
Cabe destacar que el nitrógeno y el fosforo son caldo de cultivo de las cianobacterias, que por contener células con vesículas gaseosas pueden ser transportadas por el viento y afectar las costas uruguayas.
Nuestro planteo es claro: que en el marco de lo establecido en el art. 47 de la Constitución y del principio precautorio se reclame al Banco Mundial financiar un estudio a una consultora internacional respecto a si los sistemas de tratamiento de esas aguas son eficientes o no a fin de aventar dudas sobre nuestros planteos o, en su caso, si son correctos, exigir que se adopten las medidas correspondientes.
