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    El otro cambio

    Director Periodístico de Búsqueda

    Nº 2268 - 14 al 20 de Marzo de 2024

    ¿Continuidad o cambio? Hete aquí la pregunta que mejor resume la instancia electoral de este año. En las internas partidarias, en las elecciones nacionales y seguramente también en la segunda vuelta electoral. ¿Cinco años más o un golpe de timón? ¿Y un golpe brusco o leve, que apenas se sienta por los que van arriba del barco? ¿Y los cinco años más? ¿De qué mismo? ¿Con qué énfasis? Todas interrogantes que surgen del ADN de esta y de prácticamente todas las instancias electorales y que se resumen en una sola: ¿continuidad o cambio?

    Así las cosas, no hay mucha vuelta para darle. Cada cual hace su juego, junta todos los votos posibles, busca convencer de la manera más efectiva y o siguen los mismos o se van y vienen los otros. Muy esquemático pero real. De esa forma se definen las elecciones, aquí y en todas las partes del mundo.

    La disputa en esta oportunidad es pareja y eso lleva a que se optimice cada minuto. Lo importante es sumar la mayor cantidad en el menor lapso, y eso implica solo abarcar los temas que realmente generan un rédito positivo. La batalla se juega en el terreno de mayor visibilidad, ese que puede llegar a inclinar la balanza. Los demás suelen quedar en las sombras.

    Igual sería un buen momento de apostar por otro cambio, que involucre a todo el sistema político. Que la disputa voto a voto siga, como corresponde, a través de los temas más fructíferos para eso, pero que también los postulantes presidenciales y sus respectivos partidos logren mostrar la madurez suficiente para llegar a acuerdos preelectorales en temas fundamentales para Uruguay, pero que tienen poca incidencia en las urnas. Sería algo así como un cambio a favor de la continuidad futura, un acuerdo explícito de sensatez para aplicar políticas de Estado duraderas, fuera del debate electoral, en lo imprescindible.

    Las políticas para la infancia deberían ser el punto uno. Pocas cosas más importantes que ese tema, pensando en el futuro, pero no ocupa ni un lugar en los primeros 10 temas de la agenda política electoral. No quiere decir que no se mencione, pero siempre queda postergado por algo “más trascendente” o “redituable”. Para poner un solo ejemplo, hace años que la diputada frenteamplista Cristina Lustemberg está promoviendo un proyecto de ley para unificar todos los esfuerzos que se hacen en distintos niveles del Estado y atender de forma mucho más estructurada y coordinada a la primera infancia, en especial la más vulnerable. Es una legisladora de la oposición, pero no lo ha promovido desde esa trinchera, ya que lo ha hablado con los principales líderes de los distintos partidos. Están todos de acuerdo. El presidente Luis Lacalle Pou, los expresidentes José Mujica y Julio Sanguinetti, referentes principales de los tres principales partidos políticos uruguayos, se reunieron con Lustemberg y se mostraron a favor. Pero la iniciativa no sale, el Parlamento no la vota.

    Capaz que los peros son de peso. Habría que buscar otra alternativa entonces, pero urge hacer algo grande con respecto a este tema. Hay legisladores y legisladoras de otros partidos que también han realizado sus aportes. Pues que los pongan en conjunto y que antes de que termine esta legislatura se vote una ley y que, dentro de lo posible, salga con una inmensa mayoría, como señal política de ese cambio tan imprescindible con respecto a los temas que deben quedar fuera de la contienda electoral.

    No hay tiempo. Y si alguien tiene una duda, vale la pena citar solo tres frases de la entrevista que Búsqueda publicó en su última edición con el maestro y profesor Joaquín Mateauda, que trabaja en escuelas de contexto crítico del oeste montevideano:

    — “Yo he trabajado con población del Marconi en los últimos cinco años. La realidad que vive esta gurisada y sus familias es durísima. Muchos de estos chiquilines duermen escuchando el sonido de las balas en lugar del silencio… ¿Se puede imaginar eso? ¡El cerebro de esos niños está acostumbrado a escuchar por las noches el sonido de las balas!”.

    — “Son niños que viven una infancia robada. Su psiquis está en permanente alerta y eso condiciona sensiblemente sus procesos vinculares, así como sus modos de enseñanza y aprendizaje”.

    — “Los menores de seis años son 11,6 veces más pobres que los mayores de 65. Y no es solo que los niños son más pobres, sino que mueren más. ¿Eso no nos parte la cabeza? La realidad demográfica muestra una baja de la natalidad que debería aprovecharse para mejorar las oportunidades de la población infantil hoy”.

    Está pasando con los niños. A minutos del Centro de Montevideo. Son asesinadas víctimas de balas perdidas en la guerra entre narcos o de ajustes de cuentas entre los líderes de esas bandas. La pobreza y la violencia más extrema entre algunos niños no es culpa de un gobierno o de un partido político, es responsabilidad de toda la sociedad. En las últimas décadas, gobernaron todas las principales colectividades políticas y este flagelo sigue ahí y sin siquiera ocupar los primeros lugares en la agenda. Cambiar eso es cambiar lo esencial o al menos lo más importante. Y depende de todo el sistema político.

    Lo mismo con el desarrollo de la investigación científica en Uruguay y la apuesta a la innovación tecnológica. Vale el ejemplo porque, aunque es muy distinto al anterior, también de ese cambio depende en gran medida el futuro de Uruguay. Todos los países que lograron despegar en desarrollo apostaron a la ciencia. No hay excepciones. Primero viene el respaldo político y económico a la investigación y después el subir escalones, nunca a la inversa. El periodista Gabriel Pereyra lo desarrolló en extenso en una columna titulada No hay mucha ciencia  en la última edición de Búsqueda que recomiendo leer con atención.

    Y lo que más pena da de este asunto es que en la campaña electoral de 2014 todos los candidatos presidenciales firmaron un acuerdo para otorgarle el 1% del Producto Bruto Interno a la ciencia y no lo hicieron. En 2019 no se repitió ese compromiso, entre otras cosas porque el actual presidente, Luis Lacalle Pou, se negó a firmar algo que no se había cumplido en el anterior gobierno, encabezado por Tabaré Vázquez.

    Hoy los protagonistas son otros. En el medio ocurrió la pandemia y con ella asumió un protagonismo fundamental el Grupo Asesor Científico Honorario (GACH). Todo el Uruguay estuvo atento a los científicos y sus recomendaciones por más de dos años. Lo que decían era casi como una palabra sagrada. Hicieron mucho bien y es necesario potenciarlo.

    El expresidente del GACH, Rafael Radi, reclamó a mediados del año pasado, durante uno de los Desayunos Búsqueda, un mayor apoyo político a la investigación científica y recordó el compromiso de 2014 no cumplido del pasado. En las primeras filas de la platea lo escucharon los principales precandidatos presidenciales actuales. Sería bueno que lo recuerden, que este tema también quedara fuera de la disputa electoral y que el compromiso para el próximo gobierno, sea del color que sea, se asuma de forma explícita y generalizada.

    Son solo dos ejemplos. Hay muchos más, pero todo cambio verdadero y profundo, de esos que realmente pueden llegar a tener un impacto por décadas gobierne quien gobierne, debería tener ya su comienzo. Por la oportunidad, por los nuevos liderazgos, por la urgencia y por muchas otras cosas este parece ser el momento indicado. Sería bueno no desaprovecharlo.