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¿Está Noruega más cerca del socialismo? En la última edición de Búsqueda, en un extenso artículo, se trata de delinear a través de diversas citas, una aproximación al pensamiento de nuestro presidente en materia de Economía Política. A modo de síntesis:
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Las dos izquierdas. Coexisten en el FA dos izquierdas: por un lado, “…aquellos que creen que esto queda ahí, en un conjunto de reformas sucesivas, tratando de mitigar las peores vergüenzas del capitalismo, para lograr una sociedad relativamente más justa…” y por otro lado los “…que soñamos que hay que crear condiciones sociales para otro tipo de sociedad…”. Es decir, una sociedad sin las “vergüenzas del capitalismo”.
El socialismo de autogestión. Este es ahora el modelo, a diferencia del socialismo estatista, de prédica anterior. En otras ediciones de Búsqueda ya conocimos el pensamiento del presidente acerca de que “… el Estado es el peor enemigo del socialismo…”. En el referido artículo se menciona que algún día “…los trabajadores tendrán que administrar las sociedades…”. Más adelante se condena al trabajo asalariado al criticar a las cooperativas “…que se pasan al capitalismo porque caen en el pecado(el subrayado es mío) de contratar gente y tener asalariados”.
La sociedad rica. El socialismo derivará algún día de “…una sociedad muy rica y muy instruida. Está mucho más cerca Noruega que nosotros del socialismo”.
La fase actual del capitalismo: “el consumismo”. “La etapa que estamos viviendo se llama consumismo y está gobernando a las masas en todo el mundo…, creando un conjunto de reacciones subliminales de las que no pueden escapar, salvo por el lado del conocimiento y la cultura”.
Antes de emprender la difícil tarea de atar estas moscas por el rabo, me surge inevitablemente una pregunta: en este orden de ideas y al estar supuestamente exenta de las “vergüenzas del capitalismo”, ¿estará Cuba más lejos o más cerca de ese “sueño socialista” que nosotros y que Noruega?
Si el modelo a seguir es ahora Noruega, habría que decir que se trata de una monarquía constitucional con una economía de mercado capitalista, que si bien acusa una importante injerencia del Estado, se encuentra actualmente embarcada en un exitoso proceso de desregulación y privatización. Es uno de los países con mayor PBI per cápita del globo, con inmensos recursos derivados de su riqueza petrolera, de gas natural y de su altísima tecnología privada y multinacional en rubros como madera, pesca e hidráulica.
La distribución de la riqueza medida por el índice de Gini comparada con Uruguay y EEUU es la siguiente:
Esto nos habla de una distribución de la riqueza noruega mayor que la de EEUU o Uruguay. Sin embargo, advertir que el PBI per cápita noruego duplica al americano y más que sextuplica el nuestro, con lo que la acumulación de renta noruega en los percentiles más adinerados es en términos absolutos un 50% mayor a la americana y cuatro veces mayor que la uruguaya.
Pero además:
Para combatir el desempleo, en Noruega están vigentes ambiciosos programas de fomento de creación de empleo asalariado.
Los ciudadanos noruegos gozan del 2º (según algunas publicaciones) o del 4º (según otras) lugar en la escala del PBI per cápita más alto del mundo. Cabría preguntarse entonces, si los noruegos no son “consumistas”. El ciudadano noruego toma buen vino chileno y tunea sus vehículos con los detalles del auto deportivo. No podría ser de otra manera; de lo contrario, ¿cómo gastar U$S 100.000 per cápita en boniatos de autocultivo?
Noruega es, también, un país con libertad económica. La conservadora y liberal “Heritage Foundation” le ha otorgado un elevado indicador muy cerca de Uruguay (2º país en Sudamérica en materia de libertad económica).
“Vergüenzas del capitalismo” aparte, en Noruega no hay gente por debajo de la línea de pobreza debido a un fenómeno que se ha verificado con éxito en ese país y que tenemos el deber de mencionar y referirnos a él con todas las letras y sin sembrar confusiones: el desarrollo económico capitalista.
Finalmente, algo sobre el “socialismo de autogestión” propuesto. El socialismo real fue de cuño estatista. Mediante la toma del poder por parte del proletariado se pretendía crear una utopía: el funcionamiento próspero y justo de una sociedad sin clases, sin burguesía, una sociedad donde todos fuéramos proletarios del Estado. Regímenes totalitarios llegaron casi a hacerla realidad. Solo que cuando la burguesía desaparece, la economía colapsa. El modelo de socialismo de autogestión propuesto pretende también llegar a una sociedad sin clases, pero a partir de una utopía aún mayor: una sociedad sin el pecado del trabajo asalariado. Es decir una sociedad en donde todos los seres humanos posean similar propensión a la inversión, al riesgo y talento y vocación para la organización de recursos productivos, para el ahorro, para la innovación, para la dirección de empresas, para la concepción y creación de unidades productoras de renta. En definitiva, una sociedad libre del pecado salarial en la que todos tendremos el deber de ser burgueses.
El error primigenio es el mismo y consiste en pretender sacrificar en el altar de la igualdad, la mayor riqueza de las sociedades humanas: esa infinita diversidad de sus individuos, cuyo desarrollo se debe respetar y aprovechar para beneficio de todos (aunque ello suponga una no necesariamente idéntica distribución), en el ineludible marco de la libertad.
El vocablo “socialismo” en todas sus acepciones anticapitalistas queda reducido pues al mundo de los sueños, de las irrealidades y de la demagogia. Su sola mención parece dividir mágicamente a los individuos en buenos (sus partidarios) y malos (sus detractores). Sin dudas, reporta grandes réditos políticos, al tiempo que contribuye a crear una cultura plagada de objetivos y prejuicios irreales, que sigue poniendo proa al verdadero y posible desarrollo económico.