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Colegio y Liceo JP Varela. La directiva del colegio envió al seguro de paro a toda su plantilla, unas 450 personas. Previo les ofreció un plan de recorte, con hipótesis de mantenimiento.
Le tengo cariño al colegio, mi hijo fue alumno de principio a fin. Me dio pena la noticia.
Sin conocer los detalles de administración y gestión que llevan a esta medida extrema, me animo a conjeturar una de las causas.
De un tiempo a esta parte, particularmente desde el 2010, los gremios han primero recuperado peso y poder en las negociaciones con la patronal para luego inclinar la balanza a su favor. Es decir hoy tienen y saben que tienen más poder para negociar, pedir, reivindicar y muchas veces lograr conquistas. Muchas válidas y respetables y otras excesivas cuando no trasnochadas (vd: colegio de la bebida). Es decir que lo que fue una clara intención del gobierno de restaurar un equilibrio perdido en los años 90 hasta el 2005, cual péndulo se ha transformado en un desequilibrio pero de sentido opuesto.
Este proceso ha sido acompañado por una notoria degradación de la cúpula sindical dirigente. Su discurso radical, extremo, donde no hay casi espacio para el diálogo y las razones. Cualquier plataforma por sí sola se transforma en una reivindicación que no admite flexibilización ni contraargumentos. Se ha dicho también y es cierto que se ha perdido la cultura del trabajo. Esta nueva generación de dirigentes, más de corte lumpen que proletarios se para en sus derechos (en sentido amplio) pero desconoce sus obligaciones. Ya se cuestiona el derecho de propiedad, se pretende codirigir las empresas y cualquier decisión de manejo de personal debe contar con su bendición. Así las herramientas son normalmente extremas, paros de 24 horas, en adelante sin guardias gremiales, ocupaciones y demás. Poco importan los niños sin clases, la ciudad mugrienta o los colegas trabajadores en las paradas. Estos dirigentes son elegidos, porque el colectivo los entiende mejor a sus intereses. Logran más que los sensatos o moderados. Esa es la perversa enseñanza de estos años.
La máquina ha herido al inventor, así un tímido Martínez con Brenta como escudero intentan darle un poco de sensatez a los números de la Intendencia, cuando la contraprestación más evidente como la limpieza es pésima. Muy difícil tarea les espera, si no se ponen firmes y se respaldan en los montevideanos que están hartos. Por algo un cuasi desconocido Novick tuvo un apoyo importante.
Con este contexto, es que la gente del Varela evitó todo y cortó por lo sano. Ahora negocian desde otro lugar. Este plan piloto patronal es una novedad pero no puede sorprender. En términos futbolísticos, “los contrarios también juegan”. Tenía que ser en el sector privado donde se respondiera a una radicalización sindical con otra patronal. Tampoco sorprende el momento. Ya no hay manteca en el techo, hay que medir los gastos porque los ingresos son inciertos.
Difícil atacar este problema en el corto plazo, pero seguramente desde el gobierno hay responsabilidades, particularmente en el Ministerio de Trabajo. En el mediano plazo, los cambios pueden venir por las urnas y ahí seguramente estos radicales desaparecerán como vinieron.
