Once veces en un mes fue la señora a una puerta de emergencia de una institución de salud y dijo tener dolor en el pecho. Once veces le sacaron una placa de tórax —que por su radiación no debería practicarse tan seguido—. Ella omitió comentar que ya había concurrido antes. Como la institución no tenía su historia informatizada, los médicos no lo sabían y no accedieron al registro.
Las puertas de emergencia reciben todo tipo de consultas. También llegan personas que piden que un médico les repita las recetas de medicación que toman. Tarea sencilla si esta información está en una computadora bajo la pestaña “medicación”, pero actualmente para contar con el dato, numerosas instituciones deben revisar registros en papel no siempre disponibles a tiempo y de difícil lectura. Preguntarle al paciente qué toma puede no ser la mejor solución; puede mencionar medicación que no toma, pedir de más o confundirse. Además, cuando la persona va con la receta a la farmacia pueden ocurrir errores. Los más visibles son las dificultades para interpretar la letra del médico.
Todos estos problemas se solucionarían informatizando la asistencia en salud, tanto de la emergencia como de la farmacia, el laboratorio y los pisos de internación, un desafío en el que hoy se han embarcado casi todas las instituciones de salud del país. La transformación ocurre, además, de la mano del Programa Salud Uy, creado por el gobierno a fines de 2012, que buscan guiar el cambio.
“Es más fácil gestionar, se ahorran recursos” e impacta en la “calidad de la atención”, dijo a Búsqueda Selene Indarte, miembro de la directiva de la Sociedad Uruguaya de Estandarización, Intercambio e Integración de Datos e Información de Servicios de Salud y gerente de Informática Médica de Suat. Los bancos pasaron por una drástica etapa de cambio cuando se informatizaron en la década de 1960; ahora, en pleno siglo XXI, le llegó el turno a la salud.
Pero el cambio no solo pasa por una decisión empresarial. El “desafío” también está en que los profesionales de la salud y los usuarios “se adapten” a “confiar en las tecnologías” y que estas “impacten” en el trabajo médico, explicó la médica y docente de Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República (Udelar). “En estos últimos 10 años ha habido un cambio y una aceptación impresionante. Antes médicos colegas decían que la historia clínica electrónica era algo que harían sus nietos y hoy asumen que de alguna manera van a tener que navegar ese camino. Por supuesto el interior va más despacio que Montevideo, y los más adultos más despacio que los jóvenes, pero se va dando”, opinó Indarte.
Arduo.
“Un trabajo arduo, engorroso, tedioso, que no se ve”. Así define la directora del Sistema Nacional Integrado de Salud (SNIS), Elena Clavell, el proceso previo para incluir a las instituciones sanitarias en la agenda digital. Las autoridades del Ministerio de Salud Pública (MSP) están trabajando desde hace dos años con ese objetivo y todavía están en una “fase de estructuración” antes de comenzar a ejecutar los principales planes piloto.
Clavell destacó que se trata de un tema “prioritario” que busca “fortalecer” el derecho de los usuarios. Incluye conectar a las instituciones —con códigos en común pese al uso de los distintos software en cada una—, la teleimagenología y llegar a tener el 100% de las historias clínicas en formato digital.
Salud Uy, con fondos del BID desde 2013 y del Ministerio de Economía, coordina el cambio. Del programa participa el gobierno, el sector privado y el público con un grupo jurídico que se encarga de analizar la normativa y evaluar si es suficiente.
Hoy.
La Asociación Española tiene un proyecto de informatización que está comenzando, el Casmu tiene parte instalada ya en policlínica y ahora seguirá con puerta de emergencia e internación. Médica Uruguaya informatizó radiología y trabaja en historia clínica, a lo que también se están dedicando el SMI y el Hospital Evangélico. Cosem, MP, Semm tienen un ambicioso plan de informatización con plazo de un año para poder conectarse entre sí. Las emergencias se han informatizado en mayor o menor medida. Las que aún no han abordado el tema con tanto énfasis como los anteriores son Casa de Galicia y Universal.
Femi ha dado pasos en todo el interior, tiene la historia clínica informatizada accesible en toda su red y en la capital en el Hospital Americano. No suele ocurrir en las mutualistas capitalinas que en todas sus sedes se pueda ver completa la historia de un paciente.
En el sector público ASSE tiene dos puertas de emergencia informatizadas, el Pereira Rossell y el Hospital Español, pero firmó un contrato este año para informatizar las puertas de 33 hospitales en tres años, entre otros proyectos relacionados. Según Indarte, si bien ASSE comenzó más tarde que Femi, viene avanzando a muy buen ritmo, porque las decisiones que adopta el Directorio deben cumplirse en todo el país.
Atención.
El costo de poner en marcha una puerta de emergencia informatizada ronda los 15.000 dólares aproximadamente y un proyecto completo de una institución grande puede superar el millón. El proyecto de historia clínica digital completa disponible en un portal digital (al que podrá acceder el usuario y ver si sus análisis dieron normales y ahorrar una consulta) se concretará “a mediano plazo”, según Clavell. Por eso ahora se busca enfocarse en hitos intermedios “para que la gente no se desestimule”.
En esta primera etapa el “médico en emergencia debe tener en la atención” 12 datos antecedentes del paciente. Clavell recordó que en un seminario reciente las cátedras de la Udelar citaron ejemplos de mejora de la atención gracias al formato digital. “Había un niño que consultaba por un golpe, y era la tercera vez en el último año. Entonces hay que derivarlo al servicio social, no cambia el diagnostico pero sí el tratamiento”, contó.
Lo mismo ocurre para los medicamentos: la receta electrónica “mejora la seguridad” en la dispensación.
Miedo.
“Hay que trabajar mucho en la gestión del cambio cultural”, dijo a Búsqueda Juan Gil, coordinador médico de Salud Uy. Los cambios “generan mucho miedo” entre los médicos, destacó Indarte. Primero era el miedo a que la firma electrónica no tuviera el mismo valor que la firma de puño y letra con el sello del profesional. Hoy ese miedo se ha superado con el apoyo de las Cátedras de Derecho Informático y Medicina Legal de la Udelar. “Va bajando la ansiedad y los temores de a poco. Ahora surgieron muchas preguntas de la telemedicina”, informó Indarte. Cuando un médico atiende una consulta de un paciente a través de una pantalla, ¿cuán responsable es?
El documento sobre telemedicina elaborado por Salud Uy y presentado este viernes 5 durante la última “ronda de consulta” de 2014 concluyó que la normativa actual permite ejercer este tipo de atención y ampara al profesional. De allí surgieron planteos como orientar que en la telemedicina un paciente pueda dialogar con un médico a través de la pantalla, pero que además se encuentre en la sala con otro profesional de la salud que lo ayude a interpretar la información e incluso colabore a examinarlo.
Gabriel Delpiazzo, abogado de Salud Uy, dijo a Búsqueda que por delante quedan tareas clave como “buscar el equilibrio” entre el ejercicio clínico del médico y el paciente directo y presencial, y poder usar las nuevas tecnologías para complementar y mejorar la asistencia.
Cuestiona.
Este proceso de cambio está llevando a los médicos a “evidenciar” la necesidad de cambiar procedimientos de trabajo o reflexionar sobre temas antes no cuestionados, indicó Gil. Es habitual que un médico llame a otro colega para pedirle consejos sobre un paciente que no ve. ¿Es responsable el médico que atiende por su teléfono?
Indarte reconoció que la telemedicina ya se ejerce. Hay emergencias en las que se despejan dudas telefónicamente cuando es posible. En temas simples, claro. Si una persona que les consulta si es lo mismo el Moxifar que el Amoxidal porque el médico le recetó uno y la farmacia le dio el otro, se le responde por teléfono.
Será necesario “hacer ajustes” pero la normativa “está”, indicó Indarte. La telemedicina se usa en Uruguay para capacitar a distancia, hacer cursos y ateneos y evitarles el viaje de unos 300 kilómetros a los profesionales de la salud. “Las TICs permiten mejorar la accesibilidad a la salud continua y de calidad”, dijo Félix González, integrante de Salud Uy por el Ministerio de Economía.
Posible.
“La informática médica en Uruguay está en una posición privilegiada”, dijo a Búsqueda Franco Simini, profesor titular de Ingeniería Biomédica de la Udelar. Es posible dividir la identidad de la persona del dato clínico. Se podría reportar en tiempo real al MSP, que puede tomar decisiones en el momento sobre brotes u otros temas que podrían ser usados por la academia. “La información se puede procesar y no esperar los informes de las instituciones, que es un modelo napoleónico que demora meses. La estadística de salud deja de tener sentido como etapa, se tendría que hablar de gestión inmediata”, dijo Simini.
Esta posibilidad de separar la identidad del dato clínico está “expresamente prevista” en la legislación actual para el caso de la salud, informó Delpiazzo.
Horas.
El gran desafío para el MSP sigue siendo digitalizar las historias clínicas y eliminar el papel. Clavell dijo que se pretende evitar que la historia “demore seis horas en llegar desde la puerta al piso de internación” y será útil para que un paciente desde Montevideo pueda acceder a sus datos clínicos archivados en Artigas. Pero no solo eso. Las historias clínicas se van “desmembrando” y, además de intercambiar datos entre instituciones, es un objetivo que el paciente “no tenga que andar buscando las partes de la historia en una misma institución”.
Las instituciones deben poder compartir información. A eso se le llama “interoperar”. Salud Uy busca establecer pautas para que puedan “interoperar” sin tirar abajo lo realizado por cada institución.