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    El sindicato de la construcción, un “faro que ilumina” al PIT-CNT por su crecimiento y que pone en alerta a empresarios

    El Sunca, uno de los gremios que más reivindicaciones logró, pasó de 800 a 42.000 afiliados, recauda unos U$S 200.000 por mes, tiene sede en cada departamento, una fundación propia y “brigadas solidarias”

    Al cruzar el Parque Batlle ya se empiezan a escuchar los bombos retumbar. Pom, pom, pom, pom... Rodean el Velódromo Municipal decenas de ómnibus y camiones de los que bajan miles de personas, todas con sus remeras y banderas rojas. A la entrada hay un puesto de chorizos, otro que vende banderas, otro de revistas, y un tortafritero que intenta hacerse escuchar: “¡A diez las tortas!”. Es imposible. Una marea roja que supera las 35.000 personas no para un segundo de gritar. Pom, pom, pom, pom... No es la barra brava de Independiente ni un espectáculo de carnaval o un toque musical; así es una asamblea del Sunca.

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    Esta imagen no la soñó ningún dirigente del Sindicato Único de la Construcción y Afines (Sunca) una década atrás. Aún recuerdan con nostalgia cuando en 2006 juntaron 12 camiones para una asamblea en el club Platense.

    “Hoy si llueve hay que suspender porque no entramos en ningún lugar”, bromeó Oscar Andrade, secretario general del gremio.

    La industria de la construcción registró en los últimos años un crecimiento histórico a impulso de inversiones extranjeras de gran porte y el mercado inmobiliario. A fines de 2012 ocupó a más de 73.000 trabajadores directos y el Producto Bruto Interno del sector creció 12,2% en relación a 2011.

    El Sunca aprovechó el momento y para 2013 duplicó los 20.000 afiliados que tenía en 2010. Pero a juicio de Iván Hafliger, secretario de Formación Sindical del gremio, sin la ley de Libertades Sindicales y la organización sindical, el salto no se daba.

    “Había que vencer el miedo a ser delegado sindical y a partir de la ley pudimos entrar a la obra de otra manera. Ahí está el punto de inflexión”, dijo el dirigente a Búsqueda.

    Afiliados.

    Durante la construcción de la planta de celulosa de Montes del Plata, el presidente José Mujica visitó varias veces el lugar. En una de sus recorridas se topó con un grupo de obreros.

    “¡Sunca, Sunca!”, le gritaron mientras sacudían un montón de dólares. Mujica no reconoció su nacionalidad, pero se trataba de trabajadores turcos que a través del sindicato lograron cobrar un salario adeudado.

    Las obras de gran porte permitieron la llegada de trabajadores de países como Polonia, Alemania, Turquía, Serbia, Croacia, República Checa, Argentina, Brasil, Bolivia y Chile. A ellos fue el Sunca y los afilió.

    Sindicalizar extranjeros era impensado una década atrás; en 2002 solo 800 de los 17.000 trabajadores en la industria estaban afiliados.

    Desde 2006 la tasa de afiliación subió cada año y llegó en 2014 a que más de 42.000 de los 67.000 trabajadores de la industria estén sindicalizados. En 2006 eran 3.000, en 2008 trepó a 11.000, en 2010 llegó a 20.000 y en 2013 se duplicó a 40.000.

    Esa es la fortaleza del Sunca para sus avances, según Hafliger, porque “se puede ser astutos en la negociación, pero si no hay 20.000 trabajadores en la calle no hay resultados”.

    “Hubo consignas que se logran ahora pero vienen de años. En 1941 la plataforma era conquistar jornales caídos por factores climáticos. El objetivo se mantuvo y logramos las horas por lluvia. Se explica porque hay negociación colectiva, predisposición política y movilización sindical”, agregó.

    Logros.

    El peón de la construcción que ingresó en 2004 es diferente al que entra ahora. Años atrás llegaba en su bicicleta, mientras que hoy tiene su moto y el jornal diario pasó de no alcanzarle para comprar una garrafa a poder llevarse dos.

    La mejora salarial en los últimos años es una de las conquistas visibles del Sunca, que cerró con un aumento base del 11,61% (efectivo a partir del miércoles 1°) que fija el sueldo más bajo de la construcción en $ 26.490.

    Ese trabajador ya no carga una bolsa de portland mayor a 25 kilos, redujo su jornada laboral a 44 horas semanales sin pérdida de salario, recibe seis horas de lluvia pagas como espera, obtuvo más licencias y tiene una partida por alimentación.

    La lista de conquistas que celebra el Sunca continúa hasta la ley de Responsabilidad Penal —que pena a empresarios que incumplan las condiciones laborales adecuadas— impulsada por el sindicato y aprobada en marzo. Para el secretario de Propaganda, Javier Díaz, “queda claro que era necesaria”, porque en los primeros seis meses los accidentes bajaron 9%.

    “Movilizaciones numerosas, con sentido de pertenencia y orgullo, conquistas salariales laborales más la solidaridad para quien lo precise; eso es el Sunca hoy”, agregó.

    El faro.

    El Sunca es el sindicato con más afiliados del PIT-CNT. Fernando Pereira, coordinador de la central, admira el proceso que vivió el sindicato, al cual ve como “un faro importante que alumbra el camino”.

    Para el dirigente, lo más destacado es “su exponencial nivel organizativo” para afiliar obra por obra, que le dio la “enorme cantidad de logros que conquistó”. A ello le suma la buena formación de sus principales figuras, entre ellos el comunista Oscar Andrade, quien fue electo diputado del Frente Amplio por Montevideo en las elecciones nacionales del domingo 26.

    Sin embargo, para la Cámara de la Construcción el Sunca es señal de alerta. Ignacio Otegui, presidente de la entidad, dijo que “se está hostigando al inversor” y advirtió que “no se puede tirar más de la cuerda” porque se puede “matar la gallina de los huevos de oro”.

    “O mantenemos una industria ordenada y equilibrada o no firmamos más convenios. No nos tiembla el pulso. Si no firmamos, el que está en una obra visible va a tener un salario un poco mejor y cuando lo agarre en una obra escondida por ahí le van a pagar un salario de hambre. Si es a eso a lo que se quiere llegar, como ha pasado en otras épocas, se llegará”, dijo (Búsqueda Nº 1.787).

    “Lo que entra sale”.

    Cada trabajador que esté afiliado al Sunca le aporta 1% de su salario, lo que totaliza un ingreso para el sindicato de entre U$S 187.500 y 208.000 por mes. De allí surgen los recursos para cualquier acción del Sunca. Esta cifra no es de todos los afiliados, ya que aportan entre 26.000 y 29.000 trabajadores.

    “Todo lo que entra sale. Estamos recaudando menos de lo que deberíamos porque hay empresas que no aceptan la voluntad del trabajador y no hacen el aporte”, resaltó Hafliger.

    Con sus ingresos el sindicato tiene una sede en cada departamento (en Montevideo y Maldonado dos), compró un campo en el límite de Maldonado y Lavalleja y otro en Artigas. Incluso, en Montevideo cedió propiedades a bibliotecas y comisiones de fomento. Tiene dos vehículos, una camioneta y un auto Fiat 1, y alquila otros dos.

    Los beneficios para los afiliados se ampliaron con los acuerdos entre sindicato y empresarios. El Fondo Social de Vivienda da al trabajador un préstamo en materiales para la construcción subsidiado 30% y puede costarle aún menos, ya que si paga el 50% en fecha se le descuenta el IVA al final del pago.

    El Fondo Social de la Construcción brinda atención odontológica, sets de artículos escolares, cursos de informática e inglés y becas para hijos de trabajadores que cursen estudios terciarios. El Fondo de Capacitación Profesional da formación en oficios y tecnicaturas en lectura de planos.

    Y el más reciente es el Fondo de Cesantía y Retiro, que atiende los contratos a término, que no generan despido ni seguro de paro. Por ello, la empresa aporta 5% de lo que el trabajador genera para cuando termina su contrato. Si es permanente, la empresa aporta 0,5% porque ya tiene seguro de paro y despido. Y si lleva más de dos años de estabilidad empieza a aportar el trabajador también otro 0,5%.

    “Al empleador le cuesta diez veces menos tener un trabajador estable, eso es lo que buscamos”, dijo el dirigente.

    Los fondos y convenios llevan a que el Sunca sea auditado tres veces: una por la Auditoría Interna de la Nación, otra por el Tribunal de Cuentas y una externa.

    “Sunca, Sunca”.

    El Centro Asistencial de Nueva Palmira idolatra al Sunca. Las brigadas solidarias “Agustín Pedroza” llegaron allí y en meses construyeron nuevas salas, renovaron la pintura y donaron dinero para un freezer para conservación de muestras, una estufa de bacteriología y un aparato oftalmológico.

    Las viviendas del Plan Juntos se edificaron con las mismas brigadas y las escuelas 173 y 196 de Flor de Maroñas, una semana después de incendiarse, se recuperaron con las mismas manos.

    Al igual que estas instituciones, centros de discapacitados, colegios y todo aquel que pida su ayuda reciben cada miércoles y sábado desde 2011, entre 300 y 400 afiliados al Sunca dispuestos a dar su mano de obra.

    Al mismo tiempo se creó la Fundación Sunca Solidario, con el objetivo de ayudar a las familias de obreros fallecidos y lesionados. Cada mes el sindicato destina $ 200.000 de su recaudación por cuota sindical para la fundación. Se atiende de acuerdo a cada caso. En uno de ellos se ayudó a los hijos con la educación, mientras que en otro se llegó a la compra de un solar para la esposa de un fallecido.

    Otra de sus iniciativas solidarias se dio en Conchillas, donde cada trabajador de Montes del Plata donó $ 5 por día para un fondo que dejara algo a Colonia una vez que pasara la obra. Se alcanzó a reunir U$S 370.019, que fueron destinados a instituciones sociales, escuelas, hospitales, equinoterapia y a familiares de accidentados.

    “Eso es lo que explica por qué cuando llegás a los barrios, la gente que es del gremio, y la que no también, te recibe gritando ‘Sunca, Sunca’”, sostuvo Díaz.

    Información Nacional
    2014-10-30T00:00:00