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En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáSoy asiduo lector del semanario y agradezco a Búsqueda la nueva oportunidad que me brinda de comunicar mi indignación por el Sistema de Cuidados (SNIC): el mayor fraude que implantó el FA. Es una estafa, una prostitución social de un partido que refiere a un buque que tiene como mascarón de proa el proteccionismo de los desvalidos, pero que es profundamente antisocial, antijurídico y antieconómico. Impone que las situaciones más aflictivas de la vida sean reguladas por la ley de la oferta y la demanda. Con este sistema los ricos serán más ricos y tendrán atenciones de alta gama y los pobres y clase media, atenciones carenciadas. Los cuidados los realizan agencias comerciales que persiguen fines de lucro y “cuidadores” sin idoneidad, adiestrados en cursos de 90 a 100 horas por el Mides y con salarios diez mil pesistas. La decadencia del Estado de derecho y la incultura del pueblo uruguayo permiten estas atrocidades. El SNIC es un insulto a la educación cívica que está afectada por políticas discursivas que enuncian una cosa y aplican otra. La corrupción es sistémica, excede a los gobernantes y alcanza a todos los partidos, los poderes del Estado y a sus entidades gremiales. El SNIC fue propuesto por el FA pero avalado por toda la oposición, con excepción de Unidad Popular, que lo consideró mercantilista y antisocial.
Analicemos la Ley 19.353 que lo implanta: El Sistema de Cuidados destruye la protección social y sus tres grandes pilares: educación, salud y previsión social, a los que la ley de Presupuesto les retacea recursos para concretar este despilfarro. El número de beneficiarios del Sistema es reducido, pero las autoridades le destinan más del doble de gastos (16%) que para atender a la salud (7%), que comprende a todos los habitantes del país. Este sistema colide no solo con lo social sino también con lo institucional, siendo un ataque al Estado de derecho. Es una violación al mismo porque las asistencias que pretende regular y que consisten en satisfacer necesidades básicas de la vida diaria, en lugar de estar definidas y comprendidas en la ley, se remiten al decreto, como sucedía en dictadura. En un Estado de derecho los decretos deben reglamentar lo que disponen las leyes y no lo que estas omiten. El Mides no está habilitado para legislar y disponer el alcance de derechos y obligaciones previsionales que tienen que estar regulados y contenidos en la propia ley. Este sistema es antisocial porque: 1) Su regulación está en corresponsabilidad con el mercado; 2) Porque los principios rectores que lo informan no tienen al usuario como eje y esencia del sistema. Dichos principios son insuficientes y están mal encarados: 5 no hacen referencia a los usuarios, solo 3 los refieren y lo hacen como una mera alusión a la equidad, calidad integral y permanencia en la medida de lo posible. Este sistema no indica los medios adecuados para alcanzar dichas finalidades y carece de efectivos controles; 3) No depende del BPS sino del Mides, que es un claro ejemplo de asistencialismo salvaje, que brinda asistencia sin controles educacionales. La primera franja de beneficiarios son niños de 0 a 12 años que serán cuidados, educados y adoctrinados por asistentes sociales con retribuciones mezquinas y sin idoneidad alguna. Su prioridad es la asistencia de niños de 0 a 3 años para que las madres carenciadas tengan la cantidad de hijos que quieran. Esta atrocidad surge de los antecedentes parlamentarios. La segunda franja de beneficiarios comprende a los discapacitados dependientes, que ya estaban comprendidos en la ley 18.651 del año 2010 y que están mejor regulados que en la ley 19.353. La tercera franja que corresponde a los adultos mayores es innecesaria y adolece de la misma incoherencia que la de discapacitados, ya que reitera una protección legal que desde el año 1998 brindaba una cobertura con mayor amplitud que la que ofrece este carenciado sistema. 4) Hacen filantropía y clientelismo con los dineros públicos creando el cargo de director de Secretaría de Cuidados y 11 cargos más de particular confianza con retribuciones similares a los ministros. El Mides se convirtió en el supermercado de los asistencialismos; 5) Omite indicar la idoneidad de los cuidadores, que es la garantía esencial para que estas asistencias, que son obligaciones de cooperación continuada (obligaciones de hacer y no de dar), sean satisfactorias. La idoneidad no puede quedar al libre albedrío del Mides o depender de criterios mercantilistas de sus efectores, que serán en la mayoría de los casos servicios tercerizados, donde primará el lucro y no la protección social. El Sistema de Cuidados se convertirá en una agencia de colocaciones para personas que no tienen trabajo, pero que carecen de la preparación necesaria para atender estas delicadas asistencias. No puedo indicar todas las carencias del Sistema, el espacio concedido no me lo permite. Señalaré la máxima omisión en que incurre este Sistema “proteccionista” que olvidó regular los derechos específicos de sus beneficiarios. El proyecto del Mides nada decía y se intentó tapar este horror creando el Cap. II, que en su Art. 7 como principal beneficio, indica los derechos humanos y libertades fundamentales que ya están establecidos en la Constitución para todos los habitantes y no solo para estos beneficiarios. Los derechos específicos siguen omitidos, el vacío continua, solo hay más palabras.
El estudio de los cuidados no puede limitarse a 20 artículos (antes eran 15). Este Sistema tiene que analizarse en el contexto social en que se implanta. Uruguay es un país cada vez más subdesarrollado, endeudado y dependiente. La concentración de la riqueza y el poder es extremo. La brecha entre ricos y pobres llega a su máxima expresión. El gobierno impuso planes sociales sin inclusión alguna y hay más excluidos. Fuimos invadidos por la violencia, la delincuencia y la incultura. La convivencia pacífica y el bienestar social son “bolsitas de los recuerdos”
La ley 19.353 y el contexto social demuestran que estos cuidados no protegen derechos, tutelan desigualdades para que sus autoridades continúen enroscadas en el poder, porque el mascarón de proa de este “buque insignia” es una falsa etiqueta con la que se intenta someter a un pueblo cada vez más inculto y oprimido, tanto en lo económico como en lo cultural. Este Sistema impone que todas las guarderías, casas de salud y agencias de acompañantes sean dependientes del gran empleador que es el Poder Ejecutivo, quien se apropiará de estos recursos, como ya lo hizo con el Fonasa, donde se roba más de lo que se consume y donde la salud no es un derecho sino una mercancía. En 3 de cada 4 casas de salud se violan derechos humanos, como ya lo confesó el director del Sistema. Nada se hace, todo se tapa, porque la finalidad verdadera no es prestar asistencia sino apropiarse de estos ingresos. El Sistema de Cuidados es una gran mezquindad y deseo fervientemente que otras voces mucho más calificadas que la mía expresen sus opiniones.
Carlos Melgar