Superman ha muerto. Amanda Waller, que trabaja para el gobierno, reúne a los villanos más terribles del mundo para ejecutar misiones peligrosas. Teme que alguien tan poderoso como el último hijo de Krypton, como ya ocurrió, llegue a la Tierra y se le dé por romper todo. Es la premisa de Escuadrón suicida, publicado por primera vez en 1959 por DC Cómics. El año pasado, aun sin haber llegado al montaje final, el tráiler de la adaptación de Escuadrón suicida estaba reluciente. Se filtró en la web y se viralizó. Más tarde, con un segundo avance en escena, las redes explotaron. Los avances fueron creados por la firma Trailer Park, que se dedica a eso: a generar expectativas. La realización del largometraje estuvo a cargo de David Ayer, cuya filmografía se enfoca principalmente en antihéroes enfrentados a dilemas morales en entornos violentos. Escribió U-571, Día de entrenamiento, y la primera Rápido y furioso. Dirigió Reyes de la calle, En la mira y Corazones de acero. Debido a la cantidad de compromisos comerciales establecidos previamente por Warner Bros., que vendió la piel del oso antes de cazarlo, el director rodó a las apuradas un filme que, según varias fuentes, era bastante sombrío. Sin embargo, no es el que se ve en pantalla. La versión que se exhibe en la salas es el producto de varios cambios efectuados tras distintas funciones de prueba. Por temor a no recuperar la inversión, Warner siguió la lógica de que el cliente siempre tiene la razón y Kevin Tsujihara, presidente y CEO de la compañía, pidió modificaciones a partir de los comentarios del público. Se agregaron y quitaron escenas a un nuevo montaje realizado por el equipo de Trailer Park. Se eliminaron tramos que hacían al filme más ambiguo, a tono con el estilo de Ayer, y se persiguió el color fiestero, sarcástico y supuestamente divertido y cool de los tráilers que tanta expectativa generaron. Por eso Escuadrón suicida se ve como se ve. Como un pegoteo apresurado de escenas (supuestamente) copadas, momentos desproporcionadamente burdos, personajes planos, música al mango y el aporte de la solución-para-todo según el Manual del Guionista Negligente: efectos especiales y explosiones al por mayor. Jared Leto haciendo del Joker un ridículo aspirante psicópata de pelo verde plástico, con tatuajes y grillz de cotillón, es el menor de los males.