Echeverría cargó también sobre los problemas de competitividad.“Con la rigidez que tiene nuestro sistema es muy poco atractivo generar nuevos puestos de trabajo. ¿Quién se perjudica en esta situación? Los trabajadores, la inversión y la sociedad toda”, dijo.
El presidente de la ARU expresó nuevamente la oposición del campo a la reimplantación del Impuesto al Patrimonio. Es, señaló, “un grave error” porque “cambió las reglas de juego cuando recientemente se había hecho una reforma tributaria basada en la imposición a la renta”.
El funcionamiento del Estado fue, asimismo, mencionado por Echeverría como un problema. También planteó que la infraestructura es “insuficiente” y que la “inserción internacional” del país se ve “condicionada por un Mercosur que no funciona”.
Se quejó por los “déficits educativos” y señaló que “sin educación es cada vez más difícil conseguir un trabajo digno, y sin trabajo no hay libertad. Y sin la libertad y la tranquilidad en lo material que da un trabajo no hay desarrollo personal”.
El dirigente ruralista aplaudió los “avances sociales” en Uruguay, pero señaló la aspiración de que “esa ayuda social no se transforme en desincentivo al trabajo, al estudio y generemos estratos acostumbrados a recibir eternamente sin dar nada de sí”.
Aludió después al proyecto de “ley de medios” como una amenaza para la libertad de expresión, exigió respeto por la labor de los jueces llamando a no “tolerar las presiones de grupos corporativos sobre el Poder Judicial” y reclamó “seguridad” para convivir pacíficamente. “La débil penalización de los delitos transmite una mala señal al conjunto de la sociedad”, opinó.
Cuando le tocó el turno, el ministro optó por no comentar la mayoría de los reclamos y críticas hechos por Echeverría, y encaminó su discurso por el andarivel de la defensa de las políticas gubernamentales.
Primero reivindicó la importancia de la agropecuaria en la economía uruguaya. “Cuando hablamos del agro nacional, en un país donde el 70% de sus exportaciones provienen del agro y donde el 58% de su industria es agroindustria, le estoy hablando al país”, dijo.
Aguerre, quien es además productor rural, afirmó que una meta que se puso cuando ingresó al Ministerio fue “construir conciencia agropecuaria en el país más agropecuario del planeta”, porque “muchas veces” no se tiene “conciencia de ello”.
Luego enfatizó: “El concepto de primarización de la economía tan arraigado en nuestra sociedad, en nuestra dirigencia política de todos los partidos y en el ciudadano común, es (...) tan anacrónico como conservador”. Como ejemplo mencionó: “Cuando el Uruguay vende la carne más cara del mundo y vende una caja a 16.000 o 18.000 dólares la tonelada, no está exportando un pedazo de carne; está exportando un pedazo de una vaca, genética, medioambiente, tecnología de informática en la comunicación, valor agregado industrial y salarios”.
“Uruguay —dijo— está en pleno proceso de cambio estructural. A veces no se percibe, a veces no se analiza y a veces se sacan conclusiones a mi juicio equivocadas, mirando el vaso medio vacío en vez del medio lleno”. Explicó que el crecimiento que mostró el agro obedeció a mayor inversión, más innovación, cambios tecnológicos y aumentos en la productividad.
Según Aguerre, Uruguay no está en “una época de cambios” sino que transita por “un cambio de época”.
Respondiéndole directamente a Echeverría sobre los problemas de inserción externa de Uruguay, Aguerre dijo: “Hemos construido inserción internacional ampliada. Cuando tuvimos la devaluación de Brasil en el año 99 nos pegó fuerte (porque) el 80% del comercio agrícola del Uruguay era con Brasil. Hoy el 80% del comercio agrícola o agroindustrial de este país está fuera de la región y eso es construir inserción internacional”.
Apuntó que están equivocados los que piensan que sólo hay inversión foránea. Del 22,5% del Producto Bruto Interno de inversión, 5,7% es extranjera y el resto es de origen nacional, aseguró.
Y nuevamente volvió a aludir a las palabras del presidente de la ARU para referirse a la competitividad. “La competitividad no es solamente el tipo de cambio” ni el nivel de los salarios y “mucho menos la carga tributaria”, dijo, y agregó: “La competitividad concebida en forma sistémica y estructural también tiene que ver con las innovaciones, con la inversión y con la inserción internacional. Competitividad es (...) venderle a Corea cuando nuestros vecinos no le venden. Competitividad es tener la cuota 481 pagando 20% más que la cuota Hilton, cuando nuestros competidores no la tienen, es ser el país que explota más eficientemente la cuota 481 en Europa. Competitividad es en menos de un año y medio haber superado la cuota Hilton con la 481. Competitividad es ingresar con nuestros cítricos en Estados Unidos y competitividad será sin lugar a dudas muy próximamente, ojalá en semanas, el ingreso de nuestra carne ovina ” al mercado estadounidense.
El ministro dijo estar de acuerdo con las expresiones de Echeverría en cuanto a que a las personas más desfavorecidas hay que darles “la caña de pescar” en lugar del pescado, pero matizó: “No hay que tenerle miedo a la palabra ‘equidad social’. Y más allá de la caña, que yo comparto, para poder llegar a agarrar la caña hay que tener condiciones. Y hemos tenido que sortear condiciones que históricamente han venido definidas”.
“Tenemos contingentes sociales que llevan tres generaciones sin conocer el valor del trabajo y eso no se resuelve por decreto. A la gente hay que contenerla, hay que educarla y hay que construirle oportunidades. Y no se resuelve construyendo rejas, no se resuelve segmentando a la sociedad. Se resuelve mirando al futuro, tratando de conservar los valores que sin ninguna duda compartimos”, afirmó contestando a otra de las afirmaciones del titular de la ARU en cuanto a “la débil penalización de los delitos”.
El ministro reivindicó las políticas gubernamentales de uso y manejo de suelos, de agroquímicos, de biotecnología, “con diálogo con los administrados”.
Aguerre atacó a los “liberales de museo” que defienden “el derecho total e irrestricto de la propiedad”, y también a “los ecologistas de museo, que parten de la base que la solución es no hacer nada”.
El gobierno —dijo— “busca el camino del medio”.
Señaló como “estratégica” la “articulación público-privada” para la investigación, y puso como ejemplos exitosos “lo que logramos con la trazabilidad” y la certificación de materiales vegetales en citrus que se necesitará para acceder al mercado de Estados Unidos. Según dijo, en la Facultad de Ciencias “se han aislado dos genes de resistencia a la sequía para la soja que serán motivo de discusión interdisciplinaria e internacional para tratar de desarrollar una biotecnología que tiene que ver con el uso eficiente del agua”.
El ministro indicó que en Uruguay aumentó la forestación (un millón de hectáreas y 20.000 empleos formales), creció la producción lechera (60% en seis años “sin aumentar una hectárea”, se triplicó la agricultura “enfrentando a los desafíos medioambientales”, creció la ganadería con 400.000 toneladas exportadas y los tres millones de terneros, que se esperan para la primavera. Además el país tiene “la mayor cantidad de mercados abiertos”.
Después de esta enumeración señaló: “La agenda no empezó con este gobierno, y algunas de las políticas que nosotros estamos culminando fueron iniciadas por la administración anterior o por otras. Y algunas de las políticas que nosotros estamos iniciando las tendrán que terminar otros”. Y aunque no lo mencionó marcó distancia con el gobierno de Argentina: “Tenemos ejemplos cercanos donde el mismo escenario mundial y global ha llevado a otras políticas”.
Aguerre evocó en su discurso a los ex presidentes José Batlle y Ordóñez, Baltasar Brum, Tomás Berreta y Tabaré Vázquez, así como al actual mandatario José Mujica, a los ex senadores Wilson Ferreira Aldunate y Amílcar Vasconcellos, al ex político y periodista Carlos Quijano, a Alberto Gallinal y a Esteban Campal, como hombres que “han contribuido a la formación” de su pensamiento.
“Quiero reconocer lo iniciado, lo aplicado, lo culminado o no por tantos otros ministros y tantos otros gobiernos que tal vez no tuvieron el escenario del mercado internacional y de la tecnología con que nos hemos encontrado nosotros”.
Al final sugirió que “hay que preguntarle a la gente, a los productores, a los trabajadores, a los fleteros, a los servicios, a los talleristas, a los comerciantes, si están mejor o están peor. Ese es el balance. Lo demás son números”.
“Podemos hablar de estadísticas y de competitividad. Pero si vamos a hablar de estadísticas o de parangones internacionales, hablemos de que Uruguay ha mejorado en equidad, de que Uruguay es el país con menor sensibilidad de corrupción de la región y el que tiene el clima para la inversión más reconocido”, dijo.