Daniele Della Libera, ejecutivo de la firma Datamars, una multinacional con sede en la ciudad de Bedano, ubicada al sur de Suiza sobre el lago Ticino, dijo a Campo que en las licitaciones del MGAP para la compra de caravanas “hay algo muy extraño”. Dijo desconocer las causas de por qué desde hace siete años solo hay un ganador de las licitaciones y compras directas, y prefirió no especular sobre una posible corrupción en los procesos: “No lo sé, no quiero entrar a acusar a nadie de cosas que no sé. Pero tiene que haber algo que lo explique”.
Datamars tiene ubicadas sus fábricas en Suiza, Italia, Eslovaquia, Tailandia y Estados Unidos y está instalada como empresa además en Australia, Nueva Zelanda, Tailandia, España, Francia, Colombia, Argentina y Uruguay. Comercialmente tiene presencia en todo el mundo.
El motivo para estar en Uruguay es múltiple, porque es un mercado importante en sí mismo y porque es una plataforma muy práctica para una empresa suiza como es Datamars, para trabajar en Latinoamérica. Es muy business friendly. Se puede manejar la empresa tranquilamente, no hay problemas de impuestos, ni de ningún otro tipo, como los puede haber en Brasil o Argentina. Hemos pensado en poner esa central para Latinoamérica en Uruguay y creo que la decisión fue buena. Funciona muy bien, no tenemos ningún problema, y es un lugar muy bueno para estar.
—¿Qué evaluación hace de estos siete años transcurridos?
Donde no conseguimos ingresar, entre los objetivos que nos planteamos, es en la parte de abastecer al SNIG del MGAP en la identificación del sistema oficial. La verdad es que tuvimos muchas ambiciones, no de reemplazar a Allflex, sino de entrar a ser uno de los proveedores del sistema. Nunca hemos pensado en tener todo el mercado, pero creo que es grande y debería dar lugar para tener uno o dos proveedores más, que es lo que pasa en muchos países.
—¿Cuáles fueron, o son, las limitantes para alcanzar ese objetivo?
Yo creo que la limitante es muy sencilla. El Ministerio, por cualquier razón que yo no entiendo, no quiere comprarle a nadie más. Lo digo tranquilamente porque creo que tengo bastantes elementos para probarlo. Ese es el motivo más importante. Nosotros en algún momento pensamos que era un tema de confianza en nuestros productos o nuestra empresa, porque no somos una empresa de mayor porte y podía darles miedo que no tuviéramos la capacidad, cosas que puedo entender. Estamos trabajando en ese sentido con los gobiernos de muchos países, y los funcionarios no quieren riesgos. Prefieren estar tranquilos, aunque deban pagar un precio algo superior.
—¿Cómo cree que se gana esa confianza?
Trabajamos mucho en los últimos años para demostrar que se podía confiar en nosotros. Invitamos al ministro Aguerre, que no pudo venir y envió a la directora del sistema a Europa a visitar la fábrica y conversar con nuestro equipo de desarrollo, para que entienda que no es una empresa como lo era Rumitag en su tiempo, sino que es una empresa líder mundial en ese sentido y con capacidad de producción del mismo nivel que la de Alflex.
Esa visita pasó, pero en la siguiente licitación armaron todo nuevamente para que sea un solo proveedor. Para mí es clarísimo que es así, pero cuál es la razón, no lo sé.
—¿Qué significa exactamente “armaron todo”?
En estas compras públicas, el Tocaf define que tiene que ser un mercado abierto, con competencia, donde debe haber más de un proveedor y donde no se puede comprar algo que solo uno pueda vender, porque si no, es un monopolio.
Pero después, cuando voy a la parte técnica y se definen los detalles, es muy fácil meter cualquier trampa para que quede solo una empresa final.
Entiendo que quieran un mínimo de experiencia para no entrar a trabajar con gente que no tenga la capacidad, pero nosotros ya tenemos antecedentes bastante importantes, como la entrega de 1 millón de caravanas en un mes y medio en Colombia. Estamos en la posición de demostrar que podemos entregar.
En todos los países, para participar se tiene que tener un mínimo de experiencia, pero no valoran cuánto tengas, porque si no, matan a cualquier proveedor menor.
—¿Por qué cree que puede haber un favoritismo por su competencia si no es por razones técnicas o de precio?
No tengo idea. No son razones técnicas, porque nosotros cumplimos con todo lo que piden técnicamente en las licitaciones, y con todas las normas a nivel internacional. Técnicamente no hay problemas.
—¿Cree que puede haber algún tipo de corrupción en las adquisiciones?
Esa podría ser una razón, pero yo no lo sé. No quiero entrar a acusar a nadie de cosas que no sé. Pero tiene que haber algo que lo explique. No le interesa a Datamars entrar con el 100 %, pero ¿por qué le cuesta tanto al sistema darle una parte a la segunda empresa y así tener dos proveedores? Pero no nos quieren escuchar. Sería bueno que me invitasen y me dijesen que por tales razones quieren comprarle a Allflex y a nadie más. Perfecto, pero que lo digan y yo no vengo más. Que sea una razón política, de interés nacional, pero como no nos lo dicen, a lo mejor hay algún interés particular, no sé, es muy extraño.
—La directora del SNIG visitó las fábricas de su empresa en Europa, ¿les alentó eso la esperanza de que la situación cambie?
Cuando la directora estuvo aquí, le pedimos que nos diga si vale la pena que nos presentemos. Me cuesta plata presentarme en una licitación, y cada vez que nos presentamos quedamos afuera. Lo único que consigue el Ministerio es que bajen los precios los otros. Yo no voy a hacer el juego de no ganar nunca para que Allflex baje el precio. Yo quiero ganar. Si no tengo chance, no vengo. Creo que eso es lo que va a pasar en el futuro. No veo cómo podemos ganar una licitación, es imposible. Los argumentos que nos pasan a nuestras quejas, son tontos, y hacen lo que quieren. Desde fuera, como empresario e inversor en Uruguay, hay un punto que me amarga y es cuando vemos que no hay manera de que nos escuchen. Nosotros estamos peleando con el Ministerio, que es la misma entidad que nos echa. ¿Cómo puedo hacer que me escuchen si el juez es mi antagonista? Este pliego no puede ser legal, no se puede armar un concurso donde solo puede haber un ganador. Yo lo puedo demostrar, porque en un concurso como este, para cualquiera que entienda el mercado de la ganadería en el mundo, darle 20 puntos de ventaja a Alflex en una valoración es como darle de ganar.
—Han recursado las dos licitaciones en las que participaron, y la comisión de adjudicaciones ratificó sus fallos, han enviado cartas a los Ministerios de Ganadería y Economía y hasta al presidente de la República. ¿Qué otras vías piensan utilizar?
Me hablan de agotar las vías ministeriales, pero eso me puede demorar un año. Y así las empresas se van y esto lo pagan los que pagan impuestos en Uruguay.
Luchar legalmente con el Ministerio, con el Poder Ejecutivo de un país, es muy difícil. Estoy muy desilusionado. No les interesa ni mirarnos; sin embargo, en el Ministerio todos nos dijeron que estaban interesados en un segundo proveedor para abrir el mercado.
—¿Cómo repercute esto en las decisiones de inversión de la empresa en el país?
Nosotros estábamos interesados, y armamos un plan en ese sentido, de montar una fábrica en Uruguay, porque no solo a nivel logístico el país es una base muy interesante, sino que también lo es a nivel productivo, porque estamos en el Mercosur, y es mucho menos complicado que en Brasil o Argentina. La idea nuestra era armar la producción para Latinoamérica en Uruguay, pero siempre basados en ingresar con productos al sistema uruguayo, que era el único que generaba volúmenes para justificar la fábrica. En estas condiciones no voy a poner la inversión para hacer caravanas para Argentina; para eso la pongo en Argentina.