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“Dice el dibujante Suárez, que ayer vinieron a esta casa varios personajes de historieta en busca de un autor. Dice que, como la farsa pirandelliana, eran seis los personajes que ansiaban vivir a través de su lápiz. Dice que llegaron cinco muchachos de peregrina estampa y un perro sonámbulo. Y dice que él, dispuesto a complacerlos, recogerá la vida y andanzas de los visitantes, para trazar con ellos la gran novela gráfica”. Así anunciaba el 8 de enero de 1933 el diario “El País” la aparición en sus páginas de la novela “Pelo Duro: del campito a la Olimpíada”, de Julio E. Suárez. La historieta se publicó en 665 tiras hasta 1935, año en el que Gabriel Terra clausuró “El País”. Pero el personaje continuó con sus aventuras y siguió publicándose en “‘El Diario” hasta 1950. En 1943 surgió la revista “Peloduro” que dirigió el propio Suárez y que contó con excelentes cronistas y dibujantes: El Hachero, Wimpi, Rapp, Serafín J. García y Cuque Sclavo fueron algunos de ellos.
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La trayectoria de Suárez y de su más famosa creación aparece en La historieta en Uruguay. Un viaje en el tiempo (1890-1955), que integra las investigaciones de Gabriel Mainero y José Ernesto Costa. Anunciado como el primer volumen de lo que será un estudio mayor, el libro se publicó en el 2012, cuando se cumplieron veinte años del Museo del Humor y de la Historieta que funciona en el Teatro Lavalleja de Minas, a impulsos de la Fundación Lolita Rubial, y lleva el nombre de Julio E. Suárez “Peloduro”.
Desprolijos y pícaros, los personajes de Peloduro (El Pulga, La Porota, El Pulguita, El Pileta, El Dulce) comentaban los acontecimientos del barrio, del fútbol y de la política con un lenguaje popular y muy montevideano. Con ellos la historieta se volvió una de las más queridas y recordadas por los uruguayos.
“En algún momento, nuestra sociedad disfrutó de aquel ‘colado’ que se había establecido a sus anchas en las publicaciones de prensa, revistas y magazines de la época, sin reflexionar en su origen o el porqué de su presencia. Era común, un día a la semana, y hasta dos, que el periódico incluyera suplementos a todo color o, combinando en sus páginas cotidianas, el blanco y negro de la tira”, explica Mainero al recordar la difusión masiva que las historietas tuvieron en los medios de prensa y en revistas. Ávido lector de tiras cómicas y “usurpador” de las revistas que compraban sus tíos, “Rataplán”, “Pif-Paf”, “El Tony”, el investigador apunta en su trabajo a los antecedentes nacionales e internacionales que tuvo la historieta antes de la aparición de “Peloduro”.
Desde su origen a fines del siglo XIX, la historieta desarrolló su propio lenguaje icónico. Al principio fueron viñetas de igual tamaño que usualmente llevaban los textos al pie y que con el tiempo tuvieron diversas dimensiones e integraron los “bocadillos” o “globos” con una tipografía llamativa, cargada de onomatopeyas y símbolos, como la famosa bombita de luz cuando el personaje tiene una idea, o los “Bang”, “Kapow”, “Zap” y “Biff” utilizados en las peleas de Batman.
Mainero prefiere denominar a este género “historieta” y no “cómic”, porque considera que es más preciso para designar el concepto de “pequeña historia”. En su estudio también incluye los nombres que adquiere en otros países: manga en Japón, tebeo en España, fumetto en Italia, historia em quadrinhos en Brasil. Después de una ubicación en el contexto internacional, el investigador sitúa las primeras historietas uruguayas en las revistas para niños “Billiken” (1910) y “Colibrí”, que apareció a inicios de los años 20 e incluía “Toribio y los suyos”. Pero fue sobre todo “Mundo Uruguayo” (1919) la revista que tuvo “importancia para el desarrollo de la historieta moderna nacional”, con dibujantes como Trivelli, Castells y Radaelli.
En la segunda parte del libro, Costa estudia concretamente a tres historietistas: a Suárez, quien abandona en 1950 “Peloduro” y no crea más personajes, Geoffrey Foladori (Fola), autor de “Don Tranquilino y flia.” y “Ciengramos y Viola”, y a Emilio Cortinas, inventor de “Homero, el muchacho viajero”. La muerte temprana de Cortinas en 1955 cierra su período de investigación que es exhaustivo en datos y ejemplos gráficos.
Es una lástima que este libro, que es un importante aporte para la historia del género, no haya tenido una mejor edición. Especialmente en la primera parte son abundantes las erratas y el desorden en el diseño, que no ayudan a la lectura.
Desde ese origen registrado en La historieta en el Uruguay hasta hoy, el cómic ha ganado en creadores y cultores, y lo que sucederá el próximo sábado 18 y domingo 19 en el Auditorio del Sodre lo comprueba. Allí se desarrollará la undécima edición de Montevideo Cómics, una convención sobre historietas, animación y juegos que ofrece exposiciones, conferencias, talleres, cine, video juegos y juegos de rol. “Tenemos el doble de superficie que en años anteriores, lo que nos ha permitido dar cabida a más actividades interactivas”, comentó a Búsqueda Matías Castro, organizador de la convención.
Para Castro hay un cambio fundamental en el cómic por la profesionalización de autores y editores. “Esto ha permitido que aparezcan sellos editoriales como Belerofonte, Ninfa Cómics, Dragón Cómics. El público de a poco ha comenzado a interesarse y gente que antes solo leía historieta extranjera descubre que hay obras muy interesantes aquí. O incluso gente que no leía historietas se acerca al tema al ver que son obras que hablan del país o que cuentan historias locales”.
Quienes visiten Montevideo Cómics se encontrarán con curiosidades. Una de ella es el Concierto K-Pop, presentado por Corea Fans, un club de seguidores de la cultura coreana, en particular de su música pop y de su cine. O podrán ver una ficción sobre Germán Oesterheld, creador de la historieta de ciencia ficción argentina “El Eternauta”, o asistir a una conferencia con Liniers, el historietista argentino, o a la de Duncan Rouleau, dibujante, productor y guionista norteamericano de “Los vengadores” y “El asombroso Hombre Araña” en televisión. Con la entrada a Montevideo Cómics, se entregará de regalo el libro “Federici, detective intergaláctico”, una recopilación de historietas de Carlos María Federici, dibujante y guionista uruguayo. La programación completa puede consultarse en: http://www.montevideocomics.com.uy/.
“En Uruguay el mundo del cómic ha crecido muchísimo, y lo más importante es que de a poco librerías y distribuidores se han ido animando a traer material. Los cambios que hubo en el mundo no tienen nada que ver con el éxito de las películas de superhéroes, sino con la lectura digital, que implica la piratería, pero también es una forma de que la gente pueda estar al día con lo que se produce y publicar sin intermediarios”, comenta Castro.
Entre viejos fanáticos y un público renovado, Montevideo Cómics también tendrá un lugar para exponer los dibujos de aquel “reo puro y típico en cualquier barriada montevideana” que se llamó Peloduro.