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    Estados Unidos crea una comisión de expertos para debatir las causas de las últimas derrotas ante el equipo europeo en la Copa Ryder

    Ocho derrotas en las últimas 10 ediciones de la Copa Ryder, la competencia que enfrenta a los equipos de Estados Unidos y Europa, incluyendo tres consecutivas entre 2012 y 2014, han impulsado al golf estadounidense a seguir un camino iniciado en 2006 por el baloncesto: integrar un comité de crisis para combatir la supremacía europea en este torneo.

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    Una de las primeras consecuencias de la debacle del mes pasado, cuando Estados Unidos perdió 16,5 a 11,5 en Gleneagles (Escocia), es que 11 expertos se reunirán para analizar las causas de esa derrota, examinar todo el proceso de la Ryder y recuperar el dominio perdido.

    Este gabinete de crisis está formado por Mickelson, Tiger Woods, Steve Stricker, Jim Furyk, y Rickie Fowler; los excapitanes Raymond Floyd (1989), Tom Lehman (2006) y Davis Love III (2012) y tres oficiales.

    Sus tareas de planificación ocuparán espacios tan amplios como la elección del capitán y vicecapitanes de cara a la competición de 2016 a disputarse en Minnesota, el sistema de puntuación para la selección de los jugadores y las fechas en la que se los escogerá.

    Un camino iniciado por el baloncesto después de caer ante varias selecciones de nivel FIBA (Federación Internacional) entre 2002 y 2006. Tras tomarse la competencia internacional en serio y desde entonces Estados Unidos ha ganado 75 de 76 partidos disputados y todos los torneos importantes en los que participó.

    Hasta 1979 —año en que el equipo europeo pudo incluir a golfistas nacidos fuera de las Islas Británicas— Estados Unidos había ganado 18 de las 21 ediciones disputadas, pero desde entonces está abajo 11-7, no gana en Europa desde 1993 y dejó muy en claro al mundo que sus golfistas están en este momento un escalón por debajo de los europeos y que su espíritu de equipo simplemente no existe. La última Ryder, por ejemplo, terminó con Phil Mickelson criticando en público la actuación del capitán Tom Watson.

    El ranking mundial es otra prueba de las diferencias de nivel entre ambos conjuntos, con el norirlandés Rory McIlroy como número uno y otros tres europeos entre los primeros cinco. El único estadounidense es Furyk, que está cuarto.

    Voces

    “Este es un gran paso para lo que deseamos, que es ganar la Ryder”, explicó Tiger Woods sobre ese gabinete creado. “Es una competición muy importante para cualquier jugador que tiene el honor de representar a su país”, agregó, aunque en su caso los resultados no son alentadores, ya que en siete participaciones solo consiguió ganar la de 1999.

    El objetivo de este grupo es generar un proyecto cuya solidez esté dada por una estructura planificada de trabajo y no simplemente en reunir a aquellos que logran clasificar por su actuación anual y después dejar todo en manos del talento individual de esos jugadores.

    “Estados Unidos carece del talento y el espíritu de equipo. Tiene los caballos para competir con Europa, pero por razones tanto inevitables como institucionales, muchos de ellos quedan en los establos. La causa estadounidense fue herida este año por la decisión de Dustin Johnson de retirarse y las lesiones de Jason Dufner y Tiger Woods. Pero también sufrió por la forma arcaica en la que la PGA de América opera en una nueva era”, sentenció un artículo de “The New York Times” tras la hecatombe de Gleneagles.

    El primer punto que analiza el medio es el proceso de selección, que para Estados Unidos termina con el PGA Championship. Hasta hace unos años este era el punto final de la temporada para la mayoría de los grandes golfistas estadounidenses, pero esto cambió con la creación hace 8 años del playoff por la FedEx Cup, “un torneo de mucho estrés y grandes premios que identifica a los jugadores capaces de jugar bien bajo presión”.

    “Tal vez sea imposible conocer cuán nervioso estará un deportista al defender a su país hasta que no se pare en el primer tee de la Copa Ryder, pero intentar meter un putt para seguir vivo en un torneo que reparte 10 millones de dólares parece una buena práctica”, ironiza el “NY Times”.

    Europa, por su parte, determina a sus jugadores un par de semanas más tarde que Estados Unidos, lo que le brinda ciertas ventajas, en especial ante el nivel puntual de ciertos golfistas en ese momento de la temporada.

    El “NY Times” menciona, como ejemplo, tres casos. Si Europa hubiese armado su equipo al finalizar el PGA Championship, Jamie Donaldson, quien obtuvo el punto ganador para su equipo al vencer el domingo a Keegan Bradley, se habría quedado afuera.

    Del otro lado, si Estados Unidos hubiese elegido un poco más tarde podría haber incluido a Chris Kirk, quien derrotó a McIlroy en uno de los partidos de playoff y terminó cuarto en el Tour Championship y/o a Billy Horschel, quien ganó dos de los tres últimos torneos en los que participó (incluido el Tour Championship) y empató en el segundo puesto en el otro.

    Las razones que dio el capitán estadounidense Tom Watson tampoco fueron satisfactorias. Según explicó Watson, el motivo de elegir con tanta anticipación es darles a las familias tiempo suficiente para armar sus planes de viaje.

    “¿De verdad? En otros deportes se elige a un equipo lo más cercano posible a un torneo internacional como forma de competir de la mejor manera, no por un tema de logística”, sentenció el periódico neoyorquino.

    “La regla no escrita de que sólo los ganadores de majors son dignos de capitanear el equipo de Estados Unidos en la Copa Ryder es un concepto que ha dado lo que tenía para dar, pero es hora de elegir personas con energía, capacidad de liderazgo y egos lo suficientemente chicos para aceptar colaboración”, agregó el periódico.

    He ahí uno de los grandes asuntos que el gabinete de crisis creado por la PGA deberá encarar en los próximos meses.

    Talentos

    Otro de los puntos en los que Estados Unidos debe centrar su atención es el rendimiento de sus jugadores.

    Con Tiger envuelto en sus propios problemas, el tour tiene un rey indiscutido en McIlroy, y el norirlandés lo demostró en la última Ryder.

    Como un huracán se adueñó del último día de competencia con cuatro birdies y un eagle en los primeros seis hoyos para destrozar el tablero y el ánimo de Fowler.

    “Una máquina de jugar al golf”, destacaron algunos medios internacionales la labor de McIlroy, algo que solía estar destinado a Tiger aun cuando no fuera la Ryder el torneo o el escenario en el que Woods demostraba todo su potencial.

    Ganador de los dos últimos majors, McIlroy asumía los galones de comandante del ejército que destrozaba a Estados Unidos en ese último día de Gleneagles. Nadie había podido ganar dos majors y la Ryder en un mismo año desde que Watson lo lograra en 1977. McIlroy lo lograba ante el mismo Watson que ahora veía el juego desde afuera sin poder hacer demasiado al respecto.

    “En esos abrazos y risas entre los europeos (a la hora del festejo) se adivinaba un sentimiento de equipo más que una selección de grandes jugadores, una característica que a Estados Unidos le ha costado conseguir porque la figura de Tiger Woods sobresalía demasiado sobre el resto. Que no ganaran ni un partido en foursomes, la modalidad que exige más complicidad, fue significativo. No hay nada como ser un equipo”, describía, “El País” de Madrid en la crónica de ese último día.

    Estados Unidos tomó nota y comenzó a armar ese equipo. Con Tiger y Phil a la cabeza, pero, por ahora, con ambos lejos de la cancha.