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    Eugenio Figueredo, el arrestado ex presidente de la AUF, es un “coimero”, igual que la “manga de coimeros” que dirigen la FIFA

    Eduardo Arsuaga: “no tenía un peso ni un lugar donde caerse muerto cuando llegó a la Conmebol. Y resulta que hoy es un hombre multimillonario”

    Eduardo Arsuaga, ex presidente de Defensor Sporting y principal referente del proyecto gubernamental “Gol al futuro”, al que orientó entre 2009 y febrero pasado, fue el dirigente que hace casi 20 años se opuso con más fuerza a la elección de Eugenio Figueredo como presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF).

    El argumento era muy sencillo: antes, como ahora, Arsuaga creía que Figueredo se aprovechaba del fútbol para recibir “coimas” de las más diversas maneras. “No tenía un peso ni un lugar donde caerse muerto cuando llegó a la Conmebol” pero “hoy es un hombre multimillonario”, dijo el ex dirigente durante una entrevista con Búsqueda.

    Ante el arresto en Suiza de Figueredo y otros dirigentes de la FIFA en el marco de un procedimiento promovido por el Departamento de Justicia y la fiscal general de Estados Unidos para indagar graves actos de corrupción, Arsuaga opinó que esto puede “venir bien para limpiar” al fútbol, sobre todo en América del Sur, aunque se manifestó escéptico por lo que pueda ocurrir a nivel mundial dado que la FIFA se maneja con un “código mafioso”.

    “De la Conmebol agarraban casi todos. El que recibía más dinero era Nicolás Leoz. Después recibían igual Grondona, Figueredo y un boliviano”, informó.

    —Las sociedades, en general, están conmocionadas, a nivel planetario, por este tremendo golpe a las organizaciones que dirigen el fútbol mundial. Hay arrestos por gravísimos delitos de corrupción —coimas, lavado de dinero, etc.— promovidos por la fiscal general de Estados Unidos, en un proceso que, según ella, es apenas el inicio. El ex presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), ex presidente de la Conmebol y actual vicepresidente de la FIFA, Eugenio Figueredo, es uno de los encausados. ¿Qué reflexión le merece lo que está ocurriendo?

    —Siempre pensé que yo no iba a llegar a ver esto que ahora sucede. Siempre manifesté que en el Uruguay se debía haber hecho por parte de algún gobierno, alguna investigación porque todo era muy claro. Yo he dicho con todas las palabras en la TV, en la radio y en la prensa, que llamaba la atención cómo gente que, sin trabajar, llegaba a la Conmebol y terminaba millonaria en dólares.

    —Usted, cuando estaba en la dirigencia del fútbol, fue uno de los pocos que se opuso hasta último momento al nombramiento de Figueredo como presidente de la AUF. ¿Puede abundar ahora en las razones de aquella oposición?

    —El caso de Figueredo rompía los ojos. Recuerdo una entrevista que me hizo el Dr. Jorge Da Silveira, donde yo recordé una frase del Dr. Hugo Batalla que, siendo presidente de la AUF, cuando llegó a la Conmebol su primer moción fue pedir una declaración jurada de bienes de los integrantes. Yo le dije a Da Silveira que Batalla había actuado con ingenuidad porque, obviamente, su moción ni siquiera llegó a ser tratada. Con ingenuidad, pero ¡con cuánta razón! ¿Cómo era posible que los directivos de la Conmebol, gente que nunca trabajó, se hubieran transformado en grandes millonarios? Figueredo no tenía un peso ni un lugar donde caerse muerto cuando llegó a la Conmebol. Y resulta que hoy es un hombre multimillonario. ¿De dónde sale ese dinero? En medio de aquella entrevista radial, Figueredo pidió para intervenir. Da Silveira me preguntó si tenía inconvenientes y le dije que ninguno. Yo me preparé para una dura respuesta de Figueredo por lo que estaba diciendo. Pero no: me saludó muy cordialmente y no contestó una sola palabra de las cosas gravísimas que yo había dicho. Cuando la entrevista terminó, recibí una llamada del ex diputado Díaz Maynard. “¿Usted tiene elementos seguros para hacer una denuncia?”, me preguntó. Le respondí que las coimas son muy difíciles de probar porque la otra parte, la que da la coima, también está involucrada. Yo conozco tres casos clarísimos de gente que lo ha dicho, pero estaba seguro de que no lo repetirían ante un juez. No obstante, estoy diciéndolo yo: tengo la convicción de que Figueredo recibía coimas y que es un coimero.

    —¿Puede citar algún ejemplo?

    —Hubo situaciones increíbles cuando yo era dirigente. Durante una comida en el hoy desaparecido restaurante del Ferrocarril, estábamos el Cr. Pierri, el entonces presidente del Colegio de Árbitros, los dos jueces principales que integraban la gremial y yo. Allí me enteré de que Figueredo había sido declarado persona no grata por los árbitros puesto que había dicho que había comprado jueces uruguayos para arreglar partidos y había recibido dinero de los “favorecidos”. Pero no era cierto que había comprado a los jueces uruguayos. Además de declararlo persona no grata, la gremial prohibió a los jueces recibir a Figueredo en los vestuarios. Con el tiempo, supe por el presidente del Colegio que la hoja del acta donde figuraba esa decisión, había sido arrancada. ¿Quién lo hizo? Está entre los tantos misterios que rodean a Figueredo.

    —¿Algún otro ejemplo?

    —Figueredo tenía un 10% de “comisión” por el otorgamiento de los derechos de televisión del fútbol uruguayo durante su Presidencia en la AUF. Eso significó en su momento cinco millones de dólares. El 10% eran U$S 500.000.

    —Pero esos U$S 500.000, ¿qué eran? ¿Una coima que Figueredo recibía?

    —¡Claro! Era una coima. Entonces, coincidentemente, mi amigo Franz Oppenheimer construía edificios con el nieto de Pintos Risso. Figueredo compró poco después de recibir esa coima un apartamento en uno de esos edificios. Y Pintos Risso llamó a Oppenheimer y le contó: “Franz, ¿sabés quién compró un apartamento? Figueredo, con U$S 500.000 al contado”. Justito. A cuenta de los U$S 750.000 que valía el apartamento. Con lo cual ahí cerraba todo.

    —¿Conoce otros casos?

    —Sí. Este es un caso hasta risueño. Un día, el gerente de un hotel uruguayo comentó en una reunión donde había varios dirigentes de fútbol, en ocasión de un campeonato de juveniles, que le había dicho a Figueredo: “lo que siempre me das, esta vez no lo quiero para mí. Dáselo a Fulano de tal”. A un amigo de él. Eso era un monto no muy grande. Pero era el modus operandi. Es como cuando durante la Copa América de 1995, que se realizó en Uruguay, un día fuimos, también con Franz Oppenheimer, a un comercio a comprar una cosa. Y la dueña, que conocía mucho a Franz, le comentó: “¿Usted sabe lo que me pasó? Lo que nunca pensé que me iba a pasar. Vino Figueredo y me dijo: ‘Ahora con la Copa América va a haber mucha cosa, así que te vas a tener que poner’. Yo creí que era una broma. Pero era en serio”.

    —En todos estos casos, ¿puede dar nombres?

    —Es difícil para mí dar nombres, porque se involucra a terceros e, incluso, a algunas personas que ya fallecieron. Yo los conozco a todos, por supuesto. Cuando Figueredo fue electo como presidente de la AUF, yo tenía un amigo con el que tuve diferencias porque apoyó mucho a Figueredo. Nos volvimos a encontrar años después al coincidir en “Gol al futuro” y él quiso hablar conmigo sobre el tema. Yo le hice una pregunta y le pedí una respuesta totalmente honesta. Así yo podía dar vuelta la página y trabajar con él en “Gol al futuro”. “¿Vos tenés algún asomo de duda de que Figueredo ha coimeado”, le pregunté. Y me dijo: “No, no tengo”. Entonces di vuelta la página.

    —¿Qué tan lejos cree que llegó Figueredo en cuanto a estas irregularidades que se le atribuyen?

    —Yo ya no estaba en la dirigencia del fútbol. Pero un día, el presidente de Liverpool, el señor Palma, hizo un trabajo formidable por el cual descubrió que Figueredo había fraguado una asamblea de la AUF. Y basado en el acta fraguada de esa asamblea, suscribió un contrato con la televisión sin que nadie se enterara. Cuando me enteré, les dije a dos amigos que estimo mucho y que fueron presidentes de clubes, que si yo hubiera estado, a los dos minutos estaba haciendo la denuncia policial porque se había fraguado nada menos que una asamblea que no se había realizado y en nombre de esa mentira se firmaba un contrato. Uno de esos amigos con frecuencia me repite: “cuánta razón tenías en que debíamos haber hecho la denuncia penal”. Lamentablemente no se hizo.

    —¿Cómo cree que se ha comportado el poder político uruguayo ante esta situación que ha pasado frente a sus narices durante tantos años?

    —Hay dos presidentes que fueron hombres de fútbol: el Dr. Julio María Sanguinetti y el Dr. Tabaré Vázquez. Ninguno de los dos querían a Figueredo. Tenían mala opinión de él. Pero nunca tomaron una resolución para hacer una investigación seria sobre este tema. También me llamó siempre la atención que el periodismo tampoco haya hecho nunca una investigación a fondo sobre este escándalo.

    —¿Cree que también Figueredo “satisfacía”, por así decirlo, a algunos periodistas?

    —A mí me ha sorprendido la actitud de muchos periodistas que lo han defendido a capa y espada. Yo sé que por cualquier cosa que uno decía sobre Figueredo, había periodistas que levantaban el teléfono y le avisaban que “Arsuaga está diciendo tal cosa”. Yo les decía a los compañeros que estaban alrededor mío “no hablen delante de Fulano porque Fulano enseguida transmite”.

    —¿Por qué actuarían así esos periodistas?

    —No sé. De pronto por una noticia, de pronto por un reportaje, de pronto porque les conseguía una entrada, de pronto porque les acomodaba los hoteles. No sé por qué.

    —Volviendo a 1997 y a la elección de Figueredo como presidente de la AUF, ¿cómo fue que obtuvo el apoyo de la mayoría de los clubes?

    —Él fue votado en una segunda vuelta porque en la primera no le daban los votos. Y hubo clubes que se dieron vuelta de un modo increíble. Yo tengo la información de que por lo menos en un caso, al presidente de un club, ya fallecido, lo arreglaron con dinero para que votara a Figueredo, pese a que la Comisión Directiva de ese club había resuelto por unanimidad votar a “Ney” Castillo, que era el otro candidato.

    —¿Y por qué cree que durante tanto tiempo, si tanta gente sabía de los actos irregulares de Figueredo, ahora aparentemente comprobados por la fiscal general de los Estados Unidos, nadie decía nada? ¿Le tenían miedo?

    —Miedo a actos de violencia, no. Porque no se manejaba con la violencia. Eran favores, era sentirse con el poder. Recuerdo que cuando se iba a votar por la Presidencia de la AUF en 1997, un delegado de un club, cuando no se conseguían los votos para Figueredo, dijo “pero muchachos, ¿cómo creen que salimos campeones sudamericanos?”. Creían que acomodaba los partidos. Y era al revés. A Figueredo no le importaba si favorecía o no a Uruguay o a los clubes uruguayos. Lo que defendía eran los intereses de él. Cuando en la cancha de Independiente de Avellaneda le partieron la cabeza de una pedrada al arquero Martín Silva, Figueredo llamó a Dante Prato, entonces presidente de Defensor Sporting, y le advirtió que no retirara al cuadro porque si lo hacía “se te suspende la afiliación a la Conmebol”. Después lo negó. Pero Prato le creyó y no retiró el cuadro. Los dirigentes creían que Figueredo podía hacer y deshacer. Y sí: siempre estaba haciendo equilibrio, especialmente con los clubes poderosos, para no perder peso en la Conmebol. Hace poco más de un año, desde la Conmebol, Figueredo bombeó la idea del Mundial 2030 en Argentina y Uruguay.

    —¿Por qué?

    —Y, seguramente, como dijo una persona muy influyente, porque tendría alguna oferta mejor. Mire, de la Conmebol agarraban casi todos. El que recibía más dinero era Nicolás Leoz. Después recibían igual Grondona, Figueredo y un boliviano.

    —¿Esto es un golpazo para los organismos que rigen el fútbol mundial y regional?

    —Sí. Pero esto viene bien para limpiar. Porque dirigentes que en Uruguay se hayan favorecido por este esquema de corrupción yo los cuento con los dedos de una mano; tal vez con los dedos de las dos manos. Pero la mayoría de los dirigentes han puesto de su bolsillo en vez de sacar del fútbol. Para el fútbol mundial, es un llamado de atención muy grande. Pero no descarto que, pasado algún tiempo, pueda volver a suceder. Creo que a nivel mundial es donde va a costar más.

    —¿Por qué?

    —Porque creo que siguen en lo mismo. No creo que sea un santo carmelita el opositor de Blatter. Ellos creen que tienen toda la impunidad. Los gobernantes de Qatar seguramente abrieron el bolso y dieron para que les fijaran allí la sede del Mundial de 2022. Pero donde nos interesa más a nosotros, en Sudamérica, esto de algún modo va a ayudar a limpiar. Porque todo ese dinero que se llevaban los dirigentes de la Conmebol era dinero de los clubes. Construyeron en Asunción un hotel que no se usa. Para su inauguración invitaron a todos los presidentes de los clubes con sus señoras. El único que no fue, fui yo. El caballero que era don Dante Iocco me llamó para decirme que él había pagado los pasajes y la estadía suya y de su señora. Por eso es que creo que los gobiernos y la prensa tienen que estar más atentos a estas cosas. Hay que preguntarse cómo es posible que de la noche a la mañana, personas que no tenían un peso se transforman en millonarios.

    —Pero la FIFA tiene una reglamentación que prohíbe a sus asociados denunciar irregularidades ante la Policía o la Justicia, so pena de ser expulsados. ¿A usted qué le parece eso?

    —Eso es porque quieren cubrirse. Eso es un código mafioso. Hay que eliminarlo. Si este tema es llevado a una asamblea de la AUF, yo creo que consigue unanimidad para que la AUF proponga la eliminación de eso. Debería estar prohibido por los países. La Conmebol está por encima de la justicia uruguaya. Esto no se debería permitir.

    —Joseph Blatter, el presidente de la FIFA, no está por ahora entre los imputados. ¿Usted qué opina sobre Blatter?

    —Yo siempre dije desde el primer día que eligieron a Blatter, que él seguramente era un funcionario muy importante, un hombre muy capaz, era secretario general, dominaba varios idiomas y ganaba en esa época U$S 150.000 mensuales. Como secretario general de la FIFA ganaba esa fortuna. Qué hombre generoso, ¿no? Siendo tan joven, dejó un puesto en el que recibía U$S 150.000 al mes para llegar a la Presidencia “honoraria” de la FIFA.

    —A la luz de lo que ha pasado esta semana, ¿tenía razón el ex presidente José Mujica cuando calificó a los dirigentes de la FIFA como “una manga de viejos hijos de puta”?

    —Tenía razón. No sé si “hijos de puta” porque es grosero y las madres no tienen nada que ver. Pero si hubiera dicho “una manga de coimeros” le hubiera pegado justo.

    —¿Usted cree que, a pesar de lo que está pasando, Blatter puede ser reelecto como presidente de la FIFA esta semana?

    —Blatter no podría haber sido elegido nunca. Mucho menos ahora.