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Los más de tres meses de ausencia de lluvias, sumado a la escasa previsión de los productores ganaderos para generar comida para los animales durante los meses de invierno, ya comenzaron a provocar una disminución de ganados gordos bien terminados para la faena, y se prevé que esta situación se profundice en las próximas semanas. El precio del kilogramo de novillo ya trepó hasta los U$S 3.20/U$S 3,25 y los operadores del sector estiman que ese valor se superará, aunque sostienen que no es posible precisar hasta qué nivel, en función de qué dependerá, en definitiva, de las necesidades y la presión de oferta que impongan las empresas frigoríficas.
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“Va a haber un impasse de dos meses más o menos, hasta que se venga una recomposición de pasturas de verdeo, que no se está dando”, dijo a Campo el rematador y consignatario de ganado, Otto Fernández, que tiene su escritorio en el departamento de Artigas. La zona norte del país, en general, está en mejores condiciones forrajeras que otras y el ganado “por ahora va saliendo” con base en abundancia de fibra, que cuando lleguen las primeras heladas y las lluvias se empezará a “quebrar”, señaló Fernández.
Fernando Indarte, director del Escritorio Indarte y Cía. con sede en Young, departamento de Río Negro, y presidente de Plaza Rural, coincidió que a diferencia de años anteriores, esta será una poszafra “muy marcada”. Este empresario señaló a Campo que “todo el ganado que había para faenarse en tres meses se concentró en dos, por lo tanto, de un día para otro pasamos de sobreoferta a escasez y por eso es que en tres semanas subió 20 centavos”.
Tanto Fernando Indarte como Otto Fernández se mostraron muy cautos a la hora de pronosticar un valor del kg de novillo en frigorífico para las próximas semanas, aunque sostienen que la realidad determinaría que este continúe subiendo.
Para Fernández, el precio va a depender de cómo se maneje la industria, y de si esta va a mantener su actividad o la disminuirá. “Siempre ha habido ese juego en que la industria manda trabajadores al seguro de paro, que hace tareas de mantenimiento, que baja al mínimo la faena, y no en vano están haciendo ahora faenas bastante importantes como hacía tiempo no realizaban”.
También Indarte piensa que la formación del precio futuro dependerá de “hasta cuando los frigoríficos estén dispuestos a presionar en el mercado”. Señaló que están faenando ahora todo lo que pueden, y que incluso están con un comportamiento “muy liberal” en los recibos. Puso como ejemplo el hecho de que hace un mes una vaca de 500 kilos no la pagaban U$S 2,80, mientras que ahora por una vaca “pulpuda” están ofertando esa cifra. Dijo que de esa manera “hacen el grueso de la faena, consiguiendo volumen sin generar una suba mayor de precios”, pero aclaró que esa situación ya está para terminarse debido a la falta de pasturas y la condición del ganado. “Se pela mayo y se pela todo”, afirmó.
Otto Fernández dijo que escuchó hablar de un precio para los próximos meses de U$S 3,40 a U$S 3,50 por kg de novillo gordo para faena, pero aclaró que personalmente prefería “no especular” por todos los factores que pueden incidir en la formación de los valores, entre los que destacó también la cotización del dólar. “Un dólar fortalecido beneficia a las dos partes”, señaló y puso como ejemplo los fletes de la hacienda. Un trasiego de ganado de Norte a Sur tiene un costo de U$S 30 a U$S 40 y con un dólar más fuerte la incidencia del mismo es menor, facilitando la comercialización y haciendo “más accesible” el mercado.
No hubo previsión
La abundancia de pasto durante la primavera pasada y la primera parte del verano generó confianza en la mayoría de los productores, que mantuvieron sus campos con cargas altas y no previeron lo que vendría ni tomaron precauciones para sortear el invierno sin pérdida de kilos.
Para Otto Fernández “mucha gente frente a un verano benigno y por la escasez de plata, trató de no gastar, de cuidarla, no invertir tanto, y hoy se paga”.
Indarte coincidió en que “la gente, en general, no está preparada” para engordar ganado en esta época, aunque dijo que si bien la oferta forrajera es muy limitada, en la zona litoral después de las últimas lluvias muchos productores sembraron “puentes verdes” que serán utilizados para distintas categorías de ganado. Dijo que “como no se va a sembrar trigo y hay que cumplir con los planes de suelos, se sembró mucha avena” que algunos utilizarán con categorías livianas y otros tratarán de engordar animales más grandes.
Las avenas serán un recurso para mantener los kilos o buscar engordar determinadas categorías. Las otras alternativas que se manejan son la suplementación en el campo, el confinamiento de los ganados o el semiconfinamiento, que los operadores estiman que podrá crecer particularmente durante este invierno, pero para Fernández estas herramientas son de “corto plazo” y no van a solucionar el problema de fondo.
Las pasturas demoraron en sembrarse por la ausencia de lluvias y esto también provoca que las invernadas para esta época estén muy atrasadas, lo que lleva a Fernández a afirmar que esta va a ser una poszafra larga, “siempre y cuando el tiempo acompañe y se dé alguna lluvia más que permita que aquellas implantaciones de praderas y verdeos que se hicieron sigan recuperándose o broten, porque en algunos casos recién empezaron a plantar”, por lo cual depende mucho de cómo se comporte el tiempo y especialmente el régimen de lluvias.
En el departamento de Artigas los campos “mueven” en dos etapas. Hay campos buenos que ya en agosto “se despiertan” si el clima se mantiene más o menos templado y con buena humedad, y hay otras categorías de campos donde recién en los meses de octubre y noviembre se empieza a ver una mejoría de los ganados. ”Los campos finos y buenos invernadores largan temprano, pero aquellos campos inferiores van a dar ganado gordo por enero o febrero recién”, dijo Fernández.
En la zona de Young, en tanto, donde los campos son más parejos y de mejor índice productivo, la condición de las pasturas ya comienza a mejorar sobre fines de agosto y principios de setiembre.
De todas maneras estos movimientos de los campos estarán condicionados por el comportamiento del clima durante el invierno y a la salida de este. Las expectativa es que en un año Niño como el que se prevé, pueda esperarse una buena primavera.
Después de la agricultura ¿qué?
La nueva realidad de precios de la agricultura está generando un reacomodo de muchos productores que tenían sus campos arrendados con ese fin y que no volverán a ser sembrados. Particularmente en Artigas se dieron “muchas situaciones” donde se había empezado a hacer algo de soja y que no obtuvieron buenos resultados. Otto Fernández afirmó que “no sabemos cómo se va a acomodar esa gente, porque hubo muchos que inclusive largaron la ganadería para dedicarse a la agricultura y eso también perjudica”.
Este empresario dijo que el problema para los campos que se están entregando es de “dónde va a salir la plata para capitalizarlos”. Estimó que es probable que puedan darse nuevamente asociaciones de capitales entre propietarios de los campos e inversores en ganadería, pero que esos negocios no van a tener los niveles de rentabilidad que obtuvieron en los años 2003 y 2004, cuando se hicieron diferencias importantes. “Ahora los valores están bastante equiparados y no hay mucha posibilidad de que vayan a dispararse mucho más, por lo que la rentabilidad que pueda tentar al inversor es otra”.
En Young, zonas de campos mucho más aptos para la agricultura que la mayoría de los de Artigas, muchos productores tendrán que volver a arrendar sus tierras, incluso a precios muy inferiores, debido a que “no reservaron el dinero para hacer las pasturas y comprar el ganado”, dijo Fernando Indarte.
Agregó que en el litoral “se desarmó la infraestructura; no solo fallaron las pasturas, sino que no hay mangas ni bebederos. Va a llevar un tiempo el reacomodo porque en la ganadería es todo más largo y con más inversión”.
Señaló que tiene la “impresión” de que esta será “la nueva realidad”, donde campos agrícolas saldrán de la agricultura continua y entrarán en rotación.