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    Fiscal pide condena para los enfermeros homicidas; considera que ambos fueron responsables de una “alevosa obra criminal”

    Una pericia psicológica concluyó que Pereira tiene el perfil de “asesino serial” y si no hubiera sido detenido a tiempo habría matado en forma “indefinida”

    El fiscal Gilberto Rodríguez solicitó ayer martes 16 la condena de los enfermeros Marcelo Pereira y Ariel Acevedo a 16 y 14 años de penitenciaría respectivamente por el delito de “homicidio muy especialmente agravado” y de Andrea Acosta a 24 meses de prisión por el “encubrimiento” de esa conducta.

    La jueza penal Dolores Sánchez deberá decidir ahora si hace lugar al pedido fiscal y condena a los enfermeros, quienes habían sido procesados en marzo de 2012 por el juez Rolando Vomero por reiterados delitos de homicidio al inyectar morfina y aire a pacientes internados en el CTI del Hospital Maciel y de la Asociación Española.

    El procesamiento de los enfermeros uruguayos, que fue informado en distintas partes del mundo, había sido puesto en duda en los últimos meses luego de que una junta médica concluyera que no había registro de estas sustancias en los cuerpos de los pacientes analizados, quienes —según los médicos— habían fallecido por el desenlace propio de la enfermedad y no por causas exógenas.

    Empero, el fiscal Rodríguez considera que existe un cúmulo de pruebas que permite responsabilizar a los enfermeros por la muerte de los pacientes, ya que si bien el suministro de morfina y aire puede no haberles causado directamente la muerte, se trataba de un medio idóneo para hacerlo en dosis adecuadas.

    “Pereira al igual que Acevedo prevaleciéndose de sus condiciones de enfermeros, obrando en violación del oficio o profesión, articularon con meticulosidad y premeditación el suministro de sustancias y de aire a pacientes que se encontraban en absoluta indefensión para prevenir el malogrado obrar, configurando una alevosa obra criminal”, subraya el fiscal en uno de los pasajes del dictamen de más de 70 páginas, al que tuvo acceso Búsqueda.

    Incluso el fiscal Rodríguez señala que no puede precisar con exactitud la cantidad de pacientes que mataron estos enfermeros.

    Para arribar a esa conclusión, el representante del Ministerio Público se basa en decenas de testimonios de colegas de Pereira y Acevedo que relataron el extraño comportamiento de ambos, en un informe de la dirección del Hospital Maciel, que dio cuenta de un inusual incremento de mortalidad en el CTI de esa institución, en mensajes de texto de los celulares que fueron incautados, en las pericias psicológicas que les fueron practicadas y en la propia confesión inicial de los enfermeros.

    “Mero artilugio”.

    Sobre este punto el fiscal dedica algunas páginas de su extenso dictamen, ya que Acevedo se retractó de su versión inicial y argumentó que fue presionado por la Policía y por su anterior abogada a confesar los homicidios.

    “¿Cuál versión es creíble? ¿La confesión prestada al inicio de las actuaciones o la retractación operada tiempo después?”, se pregunta el fiscal Rodríguez. Y de inmediato contesta: “Resulta insostenible pretender cuestionar la existencia fáctica de los sucesos y volver a ‘punto cero’ solo ante la decisión de retractarse”.

    “La retractación no cuestiona de por sí la confesión brindada, sino que la somete a una nueva crítica; porque la circunstancia de que el imputado modifique sus manifestaciones no significa que convierta a valor verdad los nuevos hechos traídos por las últimas manifestaciones, ni que implique la mentira de las circunstancias confesas en la primera oportunidad”, agrega el representante del Ministerio Público.

    Para Rodríguez, la primera confesión de Acevedo, realizada con “todas las garantías” fue verosímil y concuerda con el resto de las pruebas incorporadas al expediente.

    “El relato de los hechos que brindó oportunamente Acevedo, frente al juez, su defensa y el fiscal, fueron además de un minucioso racconto del derrotero de las circunstancias por las que inyectaba aire a sus víctimas, coherentes y armónicos con las circunstancias que ya venía reconociendo Pereira con el cual se conocían y las que ya había expuesto su compañera Acosta”.

    Señala que Acevedo fue funcionario policial de 1985 a 1990 y que entre 1990 y 1995 se desempeñó incluso en Inteligencia policial, por lo que no puede verse fácilmente intimidado en un interrogatorio judicial.

    Agrega la pericia psicológica practicada al enfermero, que destaca que “Acevedo deposita en terceros (policía, abogada) la responsabilidad de sus declaraciones como forma de justificar el haber reconocido su autoría”.

    Esa pericia indica que el enfermero tiene “menosprecio por la vida”, que presenta “dificultad para vincularse de manera adecuada, poder ponerse en el lugar del otro y empatizar con el mismo estableciendo vínculos superficiales en busca de sus propios beneficios”.

    “El periciado se rige por sus propias normas, desafiando a la autoridad sin presencia de conflicto intrapsíquico por lo que no gesta culpa. Actúa en función de su deseo”, concluye.

    Por ello el fiscal Rodríguez considera que la retractación de este enfermero es lisa y llanamente un “artilugio” para intentar evadir su responsabilidad. En particular, el fiscal señala que es poco creíble el argumento que Acevedo utiliza para justificar los mensajes de texto que Acosta envió a Pereira en los que hacía referencia a que Acevedo había “limpiado” a un enfermo. El enfermero dijo que ese mensaje refería a un “trabajo espiritual” que él había hecho en función de la religión que practica para aliviar la condición de un paciente.

    “Asesino serial”.

    Pero la pericia que más sorprende es la de Pereira, ya que en este caso los técnicos sostienen que tiene el típico perfil de un “asesino serial”.

    En efecto, la pericia realizada por Carlos Fleitas y Ana Nin y citada en la vista del fiscal Rodríguez expresa que Pereira “presenta un perfil de personalidad narcisista técnicamente definido como trastorno narcisístico de personalidad severo, lo cual no le impide apreciar las consecuencias de sus actos (...) puede distinguir entre el bien y el mal claramente”.

    “El sufrimiento o la muerte en este caso de pacientes, simplemente le fueron indiferentes por su insensibilidad y falta de empatía sintiendo aversión hacia ellos como también a los niños, adultos mayores y personas débiles y vulnerables (...) Se descarta totalmente homicidio por piedad”, añade.

    “La personalidad narcisista característica y propia de Marcelo Pereira coincide con la de los asesinos seriales (en su comienzo) y a juicio de estos peritos de no haber sido detectado y detenido a tiempo hubiese continuado dando muerte a más pacientes en forma indefinida”, prosigue.

    La vista del fiscal Rodríguez, que consta de más de 70 páginas, recurre constantemente a referencias teóricas de reconocidos autores de Derecho Penal. Incluso en un pasaje del dictamen Rodríguez, quien es profesor universitario de esa materia en la estatal Facultad de Derecho, argumenta por qué no considera que los enfermeros sean responsables del delito de homicidio imposible, una alternativa que se manejó en este caso en los corrillos judiciales.