Forma, volumen y un acento propio

escribe Silvana Tanzi 
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Desde sus primeros retratos y arlequines de los años 30, hasta sus últimos trabajos con los objetos, las sombras, el color y el volumen de fines de los años 90: más de 70 obras integran la muestra retrospectiva de Amalia Nieto (Montevideo 1907-2003) que se exhibe hasta el domingo 2 de mayo en el Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV).

Docente y una de las más destacadas artistas plásticas uruguayas, Nieto recibió el reconocimiento en salones nacionales y extranjeros. Fue una mujer discreta y al mismo tiempo avanzada en su concepción estética y en su estilo de vida. Sus propias palabras ofician de guía para iniciar el recorrido por la exposición: “Pienso que el artista, en todos los casos, debe superar la realidad; modificar, transformar, mejorar, inventar, soñar la realidad. (…) Pero antes que nada ver distinto, sentir distinto, con acento propio. En mi caso ese acento va muy ceñido a la forma, a la forma objeto, a la forma color, a la estructura, al andamiaje riguroso, a la construcción sobria y medida. Eso sin perder una actitud vital, no siempre alcanzable, para que aparezca el resorte mágico o metafísico”.

Héctor Pérez, curador de la muestra, viene trabajando desde hace años con la obra de artistas fallecidos, como Carlos Llanos, José Gurvich o Miguel Ángel Pareja, sobre quien está por presentar un libro. Para él era necesaria esta retrospectiva de Nieto, con quien no tuvo trato directo, pero sí con sus familiares y con algunos de sus alumnos: “Cuando murió fui a su apartamento y estuve en contacto con su obra. Dejó un trabajo amplio y extenso en el tiempo. Fue una mujer que siempre estuvo a la sombra de grandes personalidades. Ella era muy humilde, pero sabía que lo que hacía era muy bueno e hizo un aporte importantísimo. Merecía una exposición que mostrara todas sus etapas y sus aportes”. La última exposición retrospectiva sobre Nieto fue en 1995, también en el MNAV.

Entre las grandes personalidades de las que habla Pérez, se encuentran el maestro Joaquín Torres García y el músico y escritor Felisberto Hernández, que fue su marido y con quien tuvo una hija, Ana María. Ellos dejaron su huella y su inspiración, pero Nieto eligió su propio rumbo. Después encontró otros acentos en el teatro, en las escenografías, en los afiches y en su nueva pareja, la directora teatral Laura Escalante.

Los primeros acercamientos de Nieto a la pintura fueron a los 15 años, con paisajes del interior del país, cuyos bocetos aún se conservan. Desde adolescente estuvo inmersa en un ámbito intelectual y creativo. Su padre, Benigno Nieto, fue pionero de la cirugía cardíaca y director del Hospital Maciel y le dio el respaldo económico necesario para estudiar en Europa. También se vinculó con la comunidad cultural de la época. A los 17 años, ya asistía a las tertulias que organizaba la poeta Esther de Cáceres y su marido, el psiquiatra Alfredo Cáceres, y también a los encuentros musicales en la Quinta Vaz Ferreira. En una de esas veladas conoció a un pianista que le habrá parecido tan raro como atractivo. Se llamaba Felisberto y en ese momento, a mediados de los años 20, ella no se imaginaba que una década después iban a casarse.

Pero antes de esa relación, tuvo su primer viaje a París en 1929, sus estudios en la Sorbona y su acercamiento a las corrientes de vanguardia. En ese viaje visitó a Pedro Figari en su taller parisino y le mostró algunos trabajos. De esa época es su Autorretrato (1930) que se exhibe en la retrospectiva, además de los retratos de sus hermanos, María Dolores y Jorge Nieto (también artista) y un precioso óleo, Calle de París, que llamaría la atención de Torres García. De vuelta en Montevideo, Nieto montó su primera exposición individual. Entonces comenzó otra etapa en su historia, en la que llegaría otro viaje a París en 1950, becada por Enseñanza Secundaria.

Seducción de lo real y lo poético. “Nieto no fue naturalista. Tampoco a mi juicio, podrá ser netamente constructivista. Se concretó en un sintetismo, lejanamente tentó lo geométrico y si no entró de lleno en esto, es porque la seducción de lo real y lo poético de su visión interna tenía que vedárselo. Su espíritu, tomó entonces de esas esencias, para formar un arte propio. Y es el que hoy podemos contemplar”. Estas palabras son de Torres García y las escribió para el catálogo de la exposición de Nieto de 1936. “Ella tenía una definición muy clara de lo que quería, y Torres García, que no perdonaba a nadie, reconoció su valor y le hizo grandes elogios”, agrega el curador de la muestra.

La relación con Torres García comenzó apenas él regresó a Montevideo desde Europa en 1934 y empezó a dictar clases. Nieto se integró como una de sus alumnas y fue compañera, entre otros, de Carmelo de Arzadun y José Cuneo. En ese año, el grupo fundó la Asociación de Arte Constructivo (AAC) de la que Nieto será secretaria durante mucho tiempo. Es la época de las conferencias: Torres García llegó a dictar unas 500, algunas de ellas en la casa paterna de Nieto. También surgieron revistas, como Círculo y cuadrado en la que ella escribe sus reflexiones sobre arte.

El noviazgo con Felisberto comenzó en 1935. En ese momento, él hacía sus giras como pianista por el interior del país, por el litoral argentino y por la frontera brasilera. En algunas ocasiones, Nieto lo acompañaba, pero su relación hasta 1937, cuando se casaron, fue sobre todo por carta. Ella pintó su Homenaje a Felisberto en 1936, pero su intensa correspondencia iba acompañada de pequeños dibujos geométricos y abstractos hechos en tinta y acuarela. En ellos mostraba lo que aprendía en las clases de Torres García. “Amalia decía mucho con dibujos muy simples, no necesitaba escribir la carta. Por ejemplo, en uno de ellos le transmite que está embarazada”, dice Pérez.

La correspondencia entre la pareja y las obras que la acompañaron, que Nieto recortó y enmarcó, se expusieron en 2009 en el Centro Cultural de España y en Buenos Aires en la Galería Jorge Mara. Se publicó también un libro-catálogo que reúne fotografías y los dibujos de Nieto y se llama Petrouchka, porque en su segunda etapa de giras por localidades argentinas, Felisberto interpretaba, además de sus propias composiciones, esa obra de Stravinsky. Nieto logró unificar con estas obras la abstracción de la música con la abstracción de la pintura. Diseñó también el afiche de Petrouchka. Hoy las cartas, afiches y dibujos se exponen en la muestra retrospectiva.

“Ella lo impulsó para que siguiera escribiendo”, explica Pérez. “Hay una carta en la que Felisberto manifiesta sus problemas económicos y su desgano. Amalia lo alentó y así escribió Por los tiempos de Clemente Colling. El libro salió publicado gracias a una colecta que organizó Nieto con amigos artistas”.

La guerra civil española también dejó su huella en la obra de Nieto. En 1936, junto a varios artistas, realizó en el Ateneo de Montevideo una exposición-venta a beneficio de los intelectuales españoles. “Se habían enterado del fusilamiento de García Lorca, también del asesinato del marido de Margarita Xirgu, que en México quería hacer Yerma de Lorca. En homenaje a ellos, Amalia hizo una obra en estilo constructivo con cruces, como si fuera una obra de teatro en un cementerio”, cuenta Pérez.

En 1941 se disolvió la ACC, y Nieto se alejó de las clases de Torres García, aunque continuó una relación de amistad con él y su familia. Dos años después se creó el Taller Torres García con jóvenes artistas que entendieron la propuesta de tener una identidad sudamericana en el arte y adoptaron el mensaje de su maestro: “nuestro norte es el sur”. En ese mismo año, Nieto se separa de Felisberto.

Varias de las obras de la exposición no tienen fecha. Para Pérez esto se debe a que en general muchos artistas retomaban los bocetos que habían comenzado en una época y les daban un tratamiento diferente. El boceto podía ser de los años 30, pero la obra de los 50, y contenía el conocimiento que habían adquirido hasta entonces. La muestra sigue un orden cronológico en el que se ven esos cambios en el manejo de la luz, la forma, el color, el cambio del óleo por el acrílico, la geometría plana por el volumen.

Búhos, esculturas y objetos vivos

En los tempranos años 60, los pintores recibieron la influencia del informalismo, sobre todo de los pintores españoles como Antoni Tàpies. En ese período, Nieto elaboró a golpes de espátula círculos, trazos, formas extrañas, hasta que en uno de esos gestos apareció un búho. Durante un tiempo siguieron apareciendo y así surgió su serie Búhos. Algunos de ellos están presentes en esta retrospectiva.

Avanzados los 60, llegaron los volúmenes y el juego con el espacio. Homenaje al cubo (1969) se llama su escultura de papel pintado sobre estructuras movibles que ganó el Gran Premio Escultura en el Salón Nacional de Artes Plásticas. “Ella ganó el premio cuando había escultores de trayectoria que presentaron sus obras. Aquí Amalia invita a que participen los demás de la obra porque se puede configurar de diferentes maneras. Es muy de vanguardia”, explica el curador.

Nieto mantuvo una relación amorosa con la directora de teatro Laura Escalante durante 50 años. Para Pérez, a pesar de lo que significaba en la época ser una mujer divorciada y pareja de otra mujer, logró el respeto del ambiente artístico y con su talento y su obra fue reconocida con una mención en la Bienal de San Pablo en 1962 y tuvo una muestra individual en el MNAV. “Laura Escalante era profesora de Literatura y fueron compañeras docentes con Amalia. Por las cartas, nos damos cuenta de que ella alentó a Escalante en su carrera teatral y terminó siendo directora de la Comedia Nacional durante 20 años. Amalia actuó como catalizadora de otros artistas”.

En sus últimos trabajos, Nieto concentra todo el conocimiento de su trayectoria. Vuelve a la naturaleza, pero en lugar de muerta está viva. Recupera los objetos, como en sus inicios con Torres García, aunque le agrega un componente teatral: los transforma en personajes, les crea una escenografía, los muestra proyectados en sus sombras. Son verdaderas puestas en escena a las que llamó Naturaleza muerta mental, Juego de sombras o Ritmo de objetos útiles. Los objetos, que pueden ser jarras, teteras, figuras de ajedrez o personas, adquieren dimensiones metafísicas. Parecen salirse de la tela, y son bellísimos.

“Si todo se hunde queremos hallar lo que será verdad hoy y siempre, lo que al menos, en nuestra conciencia, podemos afirmar que es verdadero. Y si ahora queremos recordar las cualidades que hemos destacado de la pintora que celebramos, podremos ver sin trabajo, que son justamente las que se requieren para tal purificación y aprendizaje. Mucho, pues, debemos esperar de ella”, dijo Torres García sobre Nieto en 1941 y el tiempo le dio la razón.

El martes 9 reabrieron los museos, habrá visitas guiadas por la retrospectiva de Amalia Nieto. Es un privilegio poder disfrutarla.

Vida Cultural
2021-02-10T21:36:00