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    Gabriel Di Giovannantonio: “Uruguay va a exportar apenas el 25% de la soja que exportó el año pasado”

    El gerente general de Cargill consideró que la pasada zafra de verano fue “de enseñanzas” y advirtió que la baja de precios de los granos está dejando en evidencia los altos costos internos, producto de la cotización del dólar

    “Este año Uruguay va a exportar apenas el 25% de la soja que exportó el año pasado. La caída es tremenda y se trata de uno de los principales rubros de exportación del país”, señaló el gerente general de Cargill Uruguay, Gabriel Di Giovannantorio durante esta entrevista con Agro de Búsqueda.

    Agregó que poder cumplir los compromisos de exportación “fue un desafío importante y costó mucho dinero a la cadena exportadora”. Además, señaló que como consecuencia de la sequía se resintió el área de servicios que brinda la agricultura. “Lo que se perdió con la soja es incompensable”.

    Por otra parte, advirtió que Uruguay viene acumulando una inflación en dólares que es “realmente muy alta”, que “en el último año superó el 20%”.

    Sobre el cultivo de colza estimó “una baja de área del 30% frente al año pasado”, y que el trigo será “el gran ganador de esta siembra de invierno” ya que “crecerá entre 10% y 15%”.

    El ejecutivo valoró que Uruguay “ha podido recuperar una buena rotación invierno–verano, que hace al sistema más sustentable y sostenible”. Agregó que “Uruguay tiene que ser el país al que todos miren cuando se busque una soja sustentable”. En relación a la demanda de alimentos, proyectó que “crecerá pero a un ritmo más tranquilo”. Por el otro lado, señaló que “las energías renovables crecen y mucho”, y que la demanda “se centra principalmente en los aceites”.

    ¿Cómo visualiza el inicio del nuevo ejercicio con la siembra de invierno?

    Al ciclo 2023/24 todos lo estamos mirando como una nueva oportunidad de dar vuelta la página de la cosecha de verano, que va a dejar varias cicatrices. Esto muestra la capacidad de resiliencia del sector agroexportador del Uruguay. Es la nueva esperanza.

    El escenario es distinto al que veníamos viendo, los precios de los commodities están un escalón más abajo que en el año preguerra y posguerra, pero los insumos, principalmente fertilizantes y agroquímicos, están dos escalones debajo de lo que estábamos viendo.

    El principal desafío está en los costos internos. Con los nuevos precios de los commodities se está sintiendo la apreciación del peso uruguayo frente al dólar. La estructura, mano de obra, combustibles e impuestos pesan más en la composición de costos. Uruguay viene acumulando una inflación en dólares realmente muy alta, que en el último año superó el 20%. Con los precios que tenían los productos esa situación pasaba más desapercibida, pero ahora queda en evidencia.

    ¿Cómo afecta a los cultivos de invierno esta situación de altos costos internos y baja de precios?

    Les pega a todos por igual. Pero el cultivo que más está sufriendo una caída de área es la canola (colza). Veníamos con un crecimiento muy alto y el año pasado se llegó al pico de 345.000 hectáreas. Este año esperábamos una corrección porque el precio relativo de los cereales era más favorable que el de los aceites. El año pasado no fue bueno para la canola, sí para el trigo. Además, con el retraso de la cosecha de soja hubo dificultades para sembrar canola. Vemos una baja de área del 30% frente al año pasado. Sigue siendo un cultivo importante en las rotaciones agrícolas en el Uruguay y una diversificación más que interesante para el invierno.

    En contrapartida crece mucho el trigo, que será el gran ganador de esta siembra de invierno. Es un cultivo que se ha comportado muy bien en las últimas tres campañas.

    Los cultivos sembrados se han implantado muy bien, están bien instalados y llegó el frío. En los cereales de invierno lo que manda es la primavera y las cartas están echadas para llegar de la mejor manera posible.

    ¿Cuánto crece el trigo?

    Todavía es difícil estimar, pero creemos que crecerá entre un 10% y 15% frente a las 300.000 hectáreas del año pasado. Nos estaríamos yendo a una superficie de entre 330.000 y 350.000 hectáreas. En la zafra 2017/18 tocó su mínimo de área de las últimas 15 zafras y a partir de allí viene creciendo lentamente. Ojalá el clima acompañe.

    Los precios están un escalón abajo pero siguen siendo interesantes. Los resultados dependen mucho del rendimiento y la calidad, que se definen en primavera. La cebada ocupará una superficie mayor que en la zafra pasada. Uruguay ha podido recuperar una buena rotación invierno–verano, que hace al sistema más sustentable y sostenible.

    Hay una diversificación de riesgos en todo sentido. Tenemos tres cultivos de invierno que se complementan muy bien en la rotación agrícola y le dan una estabilidad mayor al sistema agrícola, a diferencia de lo que pasaba cuando dependíamos 100% de la soja.

    Vamos a tener años de mejor diversificación y quizás tengamos algún año en que la soja de primera termine siendo el mejor negocio. Pero a la larga el sistema con doble cultivo es mucho más sustentable para toda la cadena, desde la chacra hasta ponerlo arriba del barco.

    El año pasado estos tres cultivos de invierno produjeron 2,7 millones toneladas.

    Eso es otra cosa que estamos notando. Las cosechas de invierno son igual o más grandes que las de verano. Eso hace que exista una dilución de costos en toda la cadena, que beneficia a todos los actores. Principalmente porque los costos fijos se diluyen mejor y la soja carga con menos costos fijos.

    ¿Qué volumen de producción tuvo la zafra de soja?

    Fue la peor zafra de soja que hemos vivido y nunca hubiéramos pensado en tocar un fondo como este. Vamos a estar en el eje de 600.000 a 700.000 toneladas de producción. Son momentos de aprendizaje, con muchos dolores, pero se nota la importancia de la diversificación invierno–verano. Habrá empresas que cerrarán un mal año, pero no pésimo, porque tuvieron un muy buen invierno. La rotación invierno–verano va a ayudar a muchos.

    Otro elemento importante son los seguros. Hay una franja de productores que pueden seguir con su actividad, porque había un seguro que lo cubría. Todo el sistema tiene que poner foco en la construcción de un seguro más accesible y de mejor cobertura. Otra cosa que surge es el aspecto comercial y cómo estructurar las ventas. Fue una zafra de enseñanzas.

    ¿Cuántas toneladas se van a terminar exportando?

    En el eje de las 500.000 toneladas.

    ¿Cómo se hizo para cumplir con los compromisos?

    Fue un desafío importante y costó mucho dinero a la cadena exportadora. En gran parte se tuvo que bajar la cantidad de carga del Uruguay y cargar más en Argentina. Y lo otro costoso fue la demora de los barcos. La cosecha no solo fue poca, sino que al arranque comenzó con problemas de calidad, fue muy húmeda y llegó muy tarde. Los barcos en promedio estuvieron esperando más de 15 días y eso es un costo que lo absorbe la exportación, porque la soja estaba comprada al productor desde antes de la cosecha.

    ¿Qué costo tiene un barco por día?

    Entre US$ 25.000 y US$ 30.000 por día; es un costo muy grande. Pero lo más rescatable es que se pudieron cumplir los embarques de buena manera. Se cuidó mucho la calidad, la imagen del Uruguay. Se hizo un muy buen trabajo con el Ministerio de Ganadería, Agricultura y Pesca (MGAP) en el control de malezas. La soja que se exportó cumple el protocolo fitosanitario de China. Uruguay tuvo muchos aprendizajes. A pesar del mal año, lo más importante es cuidar los mercados.

    ¿La soja se exportó solo a China o se pudo exportar algo a otros mercados?

    Todo lo que se ha exportado hasta ahora fue a China. Se están buscando algunas opciones para comercializar a otros mercados, principalmente porque hay algunas malezas que no son prelimpiables y no pueden ir a China. Pero esos mercados están operando con precios más bajos. En algún momento la diferencia llegó hasta US$ 70 por tonelada.

    Este año vamos a exportar el 25% de la soja que exportamos el año pasado. La caída es tremenda y se trata de uno de los principales rubros de exportación de Uruguay. El impacto se comienza a visualizar en las cifras de exportación, en el productor, pero sin lugar a dudas toda esta caída significó una reducción en la contratación de personal temporario, de contratistas para la cosecha, de fletes, hubo menos horas extras de las personas que trabajan en la zafra, entre otros.

    Se resiente toda el área de servicios que genera y aporta la agricultura. Menos camiones son menos servicios en gomerías, menos ventas de las estaciones de servicio, menos personas en los paradores. Eso provoca que caiga el movimiento en los pueblos del interior y se van a ver muy menguados los ingresos. Vamos a tener un segundo semestre del 2023 muy afectado por todo esto. Lo que se perdió con la soja es incompensable.

    ¿Cómo queda el sector para enfrentar esta situación?

    Encontramos un sector consolidado, diversificado, con una proporción de seguros importante y con una resiliencia muy grande. Sale con raspaduras, con alguna cortadura, pero sale. La prueba está en la próxima cosecha de invierno. Por supuesto que necesitamos tener las próximas cosechas con buena producción, pero el sector sale y sale de mejor manera que en la seca de la zafra 2017/18, cuando todo estaba bastante más pesado. Hay un estrés financiero importante, pero con la colaboración de todos los actores de la cadena va a salir.

    ¿Cómo está el país cuando se analiza como originador de granos?

    Uruguay es un país que no aporta mucho por la escala. Por año la producción de soja de Brasil crece más de lo que produce Uruguay con una buena zafra; por volumen no se compite. Uruguay sigue siendo un origen confiable, transparente, que respeta las reglas, las calidades y los contratos, y ese es el factor más importante que hoy tiene el país.

    Es un origen que se ha sabido reconvertir y que muestra cierta estabilidad de los actores. Eso hace que las empresas como Cargill sigan invirtiendo en Uruguay, sigan apostando a la zona, al crecimiento y el desarrollo de las personas. Creo que eso es de destacar.

    Después Uruguay tiene varias oportunidades para seguir trabajando. Tiene que ser el país que todos miren cuando se busque una soja sustentable, sin desforestación, que cumple las leyes, que no tenga trabajo infantil, que cumpla con todo lo que piden los mercados y consumidores más exigentes.

    Uruguay tiene que ser visto como ese mercado y tiene todo para posicionarse ahí. Hay que demostrarlo y las cosas se demuestran con auditorías y certificaciones. Uruguay debe avanzar hacia allí, es un trabajo al que muchas veces no se le ve el rédito económico en el corto plazo, pero en el largo plazo paga y creo que el mejor ejemplo lo tenemos en la carne con la trazabilidad. Tenemos que buscar lo mismo con los granos, en un mundo en donde el consumidor final busca lo que Uruguay naturalmente hace.

    ¿La sustentabilidad es una bandera que el Uruguay debe abrazar?

    Si, más que abrazar la debe mostrar e impulsar. Inocuidad, sustentabilidad y trazabilidad tienen que ser nuestras palabras en los próximos años. Como sector debemos mostrarlas y sentirnos orgullosos de que somos el país más sustentable produciendo granos. Las certificaciones son más fáciles de lo que nos imaginamos.

    Es mostrar que lo que hacemos está bien hecho y no hay que cambiar nuestra manera de producir. Tenemos un Plan uso de manejo de suelos o la aplicación de agroquímicos registrada. Tengo mucha confianza en que lo podamos hacer. Todos tenemos nuestro rol en la cadena. Como exportadores siempre tenemos que mostrar en los mercados que somos una fuente de productos sustentables.

    ¿Cómo ve al riego?

    El riego es el crecimiento de la agricultura, porque en área se puede avanzar pero no demasiado. El riego nos puede hacer crecer en áreas ya productivas. Hay varias aristas para trabajar y lo tiene que absorber y analizar todo el sector. Necesitamos una política de riego para la agricultura, porque hay muchas cosas a considerar, desde la fuente de agua para predios más chicos, la energía eléctrica y el financiamiento.

    Si queremos tener un crecimiento en producción para que Uruguay esté un escalón arriba en su posicionamiento, el riego es la herramienta. Hay que empezar a trabajar fuerte y que sea una política impulsada desde el sector. Se están dando pasos, pero queda mucho por hacer. Lo más importante es pensar en las alternativas de agua que sin lugar a dudas es el mayor desafío que hoy tenemos. Y también facilitar la llegada del riego a aquellos productores que por escala no pueden acceder, porque es más propicio para grandes escalas que para las chicas.

    ¿Cómo se visualiza el negocio a mediano y largo plazo?

    Pasamos por años muy complejos. La guerra comercial de Estados Unidos y China, donde los mercados tuvieron comportamientos bastante atípicos. Dos años de coronavirus que nos pusieron una interrogante desde el lado de la demanda y luego sobre la capacidad de ofrecer alimentos al mundo. Después, para terminar, un año de guerra entre dos países productores de cereales y oleaginosas muy importantes: Rusia y Ucrania. Fueron cinco años de fuertes turbulencias. Al mirar hacia el futuro aparecen interrogantes. Primero, surgen algunas corrientes proteccionistas en granos que no ayudan. Uruguay siempre ha logrado capitalizar esas brechas que ha tenido el mercado.

    Los desafíos vienen por el lado de seguir colocando nuestros productos a nivel global en mercados que nos revitalicen. Tenemos un vecino como Brasil cuya producción seguirá creciendo. La demanda de China parece que seguirá subiendo pero con menos velocidad. Por otro lado, las energías renovables crecen y mucho, y la demanda se centra principalmente en los aceites. Imagino que el precio relativo de los aceites sustentables aumentará más que el de los cereales. Eso puede marcar algunos cambios en la rotación de nuestros cultivos y pueden llegar cultivos nuevos que quizás nunca los escuchamos nombrar. Uruguay tiene capacidad para adaptarse a esas cosas, siempre que haga los deberes internos que mencionamos. Se tiene que trabajar fuerte en los costos del país, incluyendo los logísticos.

    ¿Cómo viene trabajando la compañía a nivel regional?

    Cargill viene liderando en sustentabilidad, buscando la mayor conexión entre los mercados. La estrategia en Uruguay es seguir con nuestro equipo, muy cerca de nuestros clientes, que son los productores y los acopiadores de granos. También apuntamos a llegar con soluciones que agreguen valor a nuestros clientes, como lo estamos haciendo con fertilizantes, en el manejo del riesgo y la volatilidad de precios y toda nuestra paleta de insumos. Tenemos alianzas con los principales jugadores del mercado. Estamos con una apuesta fuerte en Uruguay, donde contamos con un market share importante.