Las elecciones argentinas nos tienen a todos preocupados, aunque no seamos votantes.
Las elecciones argentinas nos tienen a todos preocupados, aunque no seamos votantes.
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLa proximidad casi carnal con nuestros vecinos, nuestras rivalidades y nuestros afectos, y hasta los que tenemos amigos y/o parientes en la “vecina orilla”, nos llevan a estar siempre pendientes de las cosas que pasan en ella… ¡y mire que pasan cosas!
Fortunato se había pasado toda la cena despotricando contra los tres candidatos, ante el silencio de su esposa, que ya lo tiene calado. Le retruca las cosas importantes, los argumentos que vale la pena discutir, pero en casos como éste, simplemente pone cara de póker y le deja arremeter contra los molinos de viento.
-¡No puede ser que este loco de Milei se crea que va a salvar a la patria dolarizando, si en toda la Argentina no hay ni un dólar! –arrancó Fortunato después de deglutir medio grisín, -despidiendo gente a la que el sueldo no le da para comer, para crear más desgracias con la desocupación después de eliminar la mitad de los ministerios…-concluyó con el capítulo libertario, para arrancar con el del kirchnerismo, -¡y el inmoral y sinvergüenza de Massa, ministro fracasado, quiere ganar las elecciones después del desastre económico que él mismo ha creado! –prosiguió Fortunato, cargando las pilas para arremeter contra Bullrich, -¡vieja alcohólica y montonera, qué viene a hacer gárgaras con juntos por el cambio, si están más separados que el agua y el aceite! –vociferó, mientras ya se instalaba frente a la tele para ver el informativo de cierre, con su copita de vino por la mitad.
El informativista venía hablando del mismo tema, sin mayores novedades, porque prácticamente ya está todo dicho en estas elecciones. Cada uno sabe lo que es, y lo que son los otros.
Fortunato pestañeaba, porque no había ni una información nueva en lo que decía la tele. Cuando ya se le cerraban los ojos, aparece la pantalla en rojo, y un cartel de ¡urgente! que anunciaba algo inesperado. Pero al pobre Fortu le quedaba apenas un hilito de ojo sin tapar con los párpados.
-En un movimiento absolutamente inesperado, -decía el informativista- la vicepresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner convocó hace unas horas a la Casa Rosada a los tres candidatos de las elecciones del próximo domingo, para una reunión de trabajo urgente. Si bien la noticia recién trasciende, se informa que la reunión de alto nivel ya lleva más de tres horas de duración, -proseguía la tele.
Fortunato sentía que estaba dormido, pero igual creía escuchar voces con informaciones desconcertantes. Algunas mencionaban que a la brevedad se conocerían las primeras conclusiones del encuentro, y que se comunicarían de inmediato.
Al rato, con Fortunato ya prácticamente dormido, el informativista trajo las impactantes novedades.
La vicepresidenta había convencido a los tres candidatos que el clima de confrontación y desgaste en el que estaban embarcados sólo le traería dolor y sufrimiento a la Argentina, y que lo mejor que podían hacer era reconsiderar sus posturas combativas, buscando puntos de coincidencia. Los tres habían concordado con doña Cristina, cuya actitud de mediación y concordia habían valorado y agradecido, y desde ya se anunciaba que Milei desistía de la dolarización, Massa de la nueva emisión de papel moneda para inundar la plaza monetaria con billetes de pesos argentinos a los que Milei prometía no llamarle más “excremento”, Patricia Bullrich desistía de proponer mano dura contra los sindicatos financiados por el gobierno, y transaría en desarmar los planes sociales con los que el tesoro financiaba a los desocupados, que nunca querían volver a trabajar porque era mejor cobrar sin tener que despertarse temprano para ir al trabajo, haciendo todo el desarme en un proceso de veinte años. Los tres habían aceptado que, ganara quien ganara, el jefe de gabinete sería el que había salido segundo, y el presidente del Banco Central sería el que saliera tercero. Formarían un triunvirato, con reuniones semanales, invitándola a ella, la anfitriona, para actuar como moderadora, con derecho a voto doble aunque no hubiera empates. Milei aceptó no eliminar el Banco Central, por las dudas de que salga tercero, y le toque el cargo de presidente de la institución que tanto ha criticado. Bullrich prometió ir una vez por semana a Alcohólicos Anónimos, Milei aceptó hacer terapia con un sicólogo para contener sus impulsos violentos, y Massa tomar clases de economía con Bertie Benegas Lynch, debiendo rendir examen de suficiencia antes del 2026. Los tres tomarán asimismo cursos de historia de las civilizaciones, practicarán yoga y pilates, y aceptarán algunas designaciones, como la de Alberto Fernández como embajador en Gaza, Macri como delegado de Argentina ante la FIFA, el “Chocolate” Rigau como superintendente del Tribunal de Cuentas, y Messi como embajador ante la Santa Sede.
El informativista estaba empezando a cerrar la lectura de aquel extenso y complejo comunicado oficial, mientras, a pesar de los ronquidos de Fortunato, se oyó otra vez la sirena de la noticia urgente.
-Nos cabe agregar –señaló el periodista desde la pantalla, -que ha habido un punto que insumió una larga discusión, pero que finalmente fue resuelto, tras una dura presión de la Sra. Kirchner, ya que la designación del ministro de Economía no había satisfecho totalmente a los asistentes. Los nombres que se manejaron fueron varios, pero al fin, se impuso la idea de la vicepresidenta. El nuevo ministro de Economía será Martín Insaurralde.
Ahí fue que se despertó como de una pesadilla el pobre Fortunato, y le gritó a su esposa, -¡ché, vieja, Insaurralde ministro de Economía en Argentina!
Y la esposa pudo comprobar que, además de terminar la copita de vino que se había llevado al sillón, el Fortu se había bajado toda la botella de Malbec. Lo ayudó a levantarse, y lo acompañó hasta la cama.