Entre las “grandes dudas” puestas sobre la mesa por Bittencourt figuró la “sobrevaloración” de los “impactos del crecimiento agroindustrial de las exportaciones a China sobre la dinámica de largo plazo en la economía uruguaya”.
“Los precios de la ganadería extensiva, como los de la carne por ejemplo, han sido buenos y sin embargo, cuando uno mira el volumen de producción de la cadena cárnica, tuvo un crecimiento casi nulo, salvo en los últimos tres a cuatro años”, afirmó.
Dijo que al considerar el período de “alto” crecimiento de esos negocios con la inserción en China, lo que hay es una “redirección de los flujos de exportación de otros lugares hacia el mercado chino en función de los precios”.
“Puede haber y, ojalá lo haya, algún cambio en esto a futuro y hay investigaciones, el Inia (Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria) hace mucho trabajo en estas cosas, pero parece muy difícil que logre implementarse una transformación productiva para inducir a tasas de crecimiento elevado”, sostuvo.
Mencionó como un “ejemplo claro” el de la soja, al recordar que se discutía en 2008 que el futuro precio de la soja era “relativamente acotado” y “luego en 2012 ese boom se acabó”.
El sector de los lácteos “aparece con un potencial más promisorio, aunque ahí hay un problema cambiario importante”, dijo.
Y aseguró que “el sector forestal y la celulosa crece por escalones”, y que se agregó “la tercera planta de celulosa que salvará el crecimiento en el próximo período, pero luego esto da cero crecimiento de la productividad”.
Es un “sector moderno con muchísimo valor agregado, pero que no cambia, cuya productividad permanece en el largo plazo futuro”, enfatizó.
Desindustralización
“alarmante”
En cuanto a las “pocas certezas” respecto al eventual TLC, Bittencourt se refirió a que “China es la economía que produce más bienes”, y que si le ponen los precios que tiene Estados Unidos (EE.UU.) “sería la economía más grande del mundo”, y va camino a serlo “en pocos años” medido “en dólares corrientes”.
El gigante asiático crece al 6% anual y EE.UU. lo hace al 2% y algo, acotó.
Planteó que la “brutal tasa de crecimiento (china) logró generar una economía de ingreso medio a alto. No es la economía más avanzada en el desarrollo tecnológico, pero dispone de todas las tecnologías necesarias para su desarrollo”.
“Si China tiene que cerrar las fronteras e importar cero tecnología, dispone de todas las capacidades tecnológicas como para continuar con su desarrollo”, enfatizó.
Dijo que otra “certeza” es que “profundizar las relaciones económicas y de cooperación con este país debe ser un objetivo estratégico para el desarrollo económico uruguayo”.
“Para que las relaciones comerciales tengan un impacto positivo en el largo plazo deben implicar necesariamente una diversificación de las actividades exportadoras, con mayor elasticidad de ingreso de la demanda de exportaciones y con aumento permanente de la productividad”, aseguró.
El investigador destacó la velocidad “alarmante” de “desindustrialización” regional, debido a que los servicios adquieren “mayor preponderancia”.
“Me asombró la magnitud de la desindustrialización”, indicó.
A modo de ejemplo, ese investigador mencionó un dato del Banco Mundial respecto a que el valor agregado industrial manufacturero en Brasil es del 10% del Producto Interno Bruto (PIB) en 2020. Esa relación entre indicadores es “igual al de Uruguay”, advirtió.
Comentó que “no es solo que China está cambiando las reglas de juego, sino que ese peso relativo que es más o menos igual al del empleo en Brasil, en Argentina está un poco más arriba, y esto aun sosteniendo políticas netamente proteccionistas en la última década”.
Basándose en estudios realizados en la Universidad de Boston, EE.UU., sobre los efectos de TLC con la Unión Europea, Bittencourt puntualizó la “profundización de la desindustrialización prematura y el crecimiento de sectores no dinámicos o estancados y el no crecimiento de sectores dinámicos a largo plazo”.
Tres escenarios
Bittencourt también hizo hincapié en tener “muchas dudas”, porque hay “tres escenarios comerciales posibles” sobre Uruguay respecto a la firma de un TLC con China.
Una de las alternativas es que “se haga (el acuerdo) con autorización de los socios del Mercosur, o sea, no rupturar el bloque”, planteó. Vaticinó que eso “implica un aumento de exportaciones hacia China, con poca pérdida de exportaciones hacia Argentina y Brasil, aunque alguna va a haber porque gratis no va a salir, y un aumento de las importaciones desde China, que requiere de un cronograma de liberalización”.
Dijo que “hay un conjunto de sectores sensibles, siempre se habla de textiles y vestimenta pero no son solo esos”.
El “segundo escenario” posible es que “Uruguay se vaya sin autorización de los socios hacia un TLC con China y esto es cercano a la ruptura”, sostuvo.
“El discurso del presidente de la República (Luis Lacalle Pou) parece, a veces, dar como esa señal, y uno espera que sea más bien impericia diplomática que otra cosa, pero no parece conveniente decir de cuerpo suelto: si no nos siguen, seguimos solos”, cuestionó. Argumentó: “Porque eso parece que deberíamos medirlo, las consecuencias deberíamos medirlas”.
“Aumentarán las exportaciones a China, pero perderemos fuertemente las exportaciones a Argentina y Brasil, lo que pone en compromiso a sectores industriales que han venido sobreviviendo en función de esos negocios en las últimas tres décadas”, avizoró el investigador, como consecuencia de esa alternativa.
En cuanto al “tercer escenario”, el investigador del Decon planteó que “se negocie un TLC con China como bloque Mercosur”. Eso “implica un aumento de exportaciones e importaciones bilaterales, como en los otros dos, pero significa la competencia de las exportaciones chinas con las uruguayas en esos mercados” de la región.
Eso “puede implicar un deterioro también de más o menos los mismos sectores que se verían comprometidos con un escenario rupturista”, alertó.
Por eso, el investigador opinó que lo mejor es negociar el acuerdo contando con la autorización de los otros socios del Mercosur, algo que “parece bastante improbable”.
Por su parte, la investigadora del área de relaciones internacionales de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) Argentina, Juliana González, basó su presentación en una mirada más regional del eventual acuerdo comercial con China y repasó el proceso de cambios en el escenario político y comercial internacional, además de poner sobre la mesa la estrategia de posicionamiento del gobierno chino en el mundo y, especialmente, en Latinoamérica.
En tanto que la decana de la FCS, Carmen Midaglia, destacó que un TLC entre Uruguay y China “cambia el esquema de inserción internacional que había definido Uruguay o, por lo menos, lo modifica sustantivamente y en particular, en su inserción regional en el Mercosur”.