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Impulsan buenas prácticas para la agricultura, un rubro con “mala imagen”
Planificar la producción, rotar los cultivos, hacer un uso racional del agua y de los agroquímicos, junto con medidas que permitan prevenir accidentes de trabajo, son algunas de las medidas contenidas en una “Guía de buenas prácticas agrícolas” que acaba de ser presentada por el gobierno y empresarios del rubro
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Asegurar la calidad e inocuidad de la producción, el uso adecuado y eficiente de los recursos naturales y garantizar la salud y seguridad de las personas que participan en esos procesos, son las buenas prácticas agrícolas que está promoviendo el Poder Ejecutivo junto a empresarios del rubro.
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Una guía orientada a los sistemas de agricultura de secano en Uruguay fue elaborada por el Ministerio de Agricultura (MGAP), junto con la Mesa Nacional de Trigo, la Mesa Tecnológica de Oleaginosos y la Mesa Nacional de Entidades de Cebada Cervecera. La guía fue presentada el 23 de octubre, así como un plan estratégico para el conglomerado de oleaginosos para el período 2013-2020.
En dicho plan se advierte como una “debilidad” de ese sector la “mala imagen local de la agricultura” y el “monocultivo de soja”. Y se establece como una de las “líneas estratégicas” mejorar la aplicación de los planes de uso y manejo de suelos.
Voluntario y gradual
La guía elaborada por el MGAP junto a las tres mesas empresariales está definida como una “herramienta para orientar a los actores del sector (productores, técnicos y trabajadores en general) sobre las prácticas” responsables, más allá de las normas establecidas, de manera de “garantizar la mayor productividad y fomentar la confianza de los mercados extranjeros en la inocuidad de los productos uruguayos”. Eso está fundamentado en el hecho de que actualmente el consumidor final está exhibiendo una creciente preocupación por conocer la forma en que se producen los alimentos, según se explica en la introducción del documento presentado en octubre en la Torre Ejecutiva.
La implementación de las buenas prácticas agrícolas es un proceso “voluntario y gradual”, se aclara en la guía.
Entre las recomendaciones contenidos en el documento, se encuentra la planificación de la producción a corto, mediano y largo plazo, tomando en consideración el concepto de sostenibilidad.
Se aconseja hacer un monitoreo de los niveles de productividad de las diferentes zonas de la chacra para generar datos históricos que contribuan al análisis.
Plantea que se debe sembrar bajo la modalidad de siembra directa o implementar prácticas de labranza mínima de la capa superficial del suelo. También aconseja minimizar el período durante el cual el suelo permanece sin cobertura vegetal para controlar la erosión. Mantener los residuos de cosecha es otra recomendación, dado que pueden ayudar a mejorar el balance hídrico de los cultivos al permitir una mayor inflitración del agua de lluvia y una menor pérdida por evaporación.
Aconseja definir el momento “óptimo de cosecha” para cada cultivo sobre la base de aspectos técnicos y económicos, como el estado del cultivo, ataque de enfermedades, uniformidad de maduración, rendimiento esperado, disponibilidad de equipos de cosecha en la zona, presencia de malezas de fin de ciclo, riesgos climáticos, capacidad de acopio y humedad máxima tolerada.
Sugiere “valorar” la agricultura de precisión como herramienta para optimizar la gestión de la chacra desde el punto de vista agronómico, económico y ambiental.
En la guía se recomienda, además, preparar un programa de rotación de cultivos que promueva el equilibrio desde el punto de vista de la fertilidad del suelo, reduzca el riesgo de incidencia de malezas, enfremedades y plagas, y contribuya a una estabilidad de la producción en el tiempo. Incluir pasturas en la rotación tiene un efecto positivo sobre las propiedades físicas, químicas y biológicas de la tierra, se explica en el documento oficial.
Con relación al almacenamiento de los granos en bolsas plásticas (silos bolsa), plantea que el producto debe estar seco, sano y limpio para tener mayores posibilidades de mantener su calidad. Lo ideal es que estén con humedad de recibo (13,5%).
También señala que es necesario hacer monitoreos periódicos del grano almacenado.
Agua y enfermedades
En cuanto al agua, se sugiere adoptar prácticas de uso racional de los recursos hídricos y mantener un inventario de los mismos, indicando sus dimensiones y la vegetación existente en los márgenes.
Respecto al manejo de enfermedades, plantea priorizar medidas de manejo preventivo basadas en el seguimiento de las condiciones climáticas favorables para la enfermedad, el uso de cultivares resistentes, la cartera de variedades, la rotación de cultivos no susceptibles, el uso de semillas sanas o curadas y la decisión técnica del empleo de plaguicidas preventivos.
Recomienda intervenir solamente para bajar la “población plaga” cuando ello sea estrictamente necesario, en el entendido de que se debe convivir hasta que cause un “daño intolerable”.
Se aconseja contar con asesoramiento técnico para la elección de agroquímicos, dosis y momento oportuno para aplicarlo. Otra sugerencia práctica es comprar las cantidades necesarias y en envases de tamaño manejable, para evitar sobrantes.
Desde el punto de vista administrativo, la guía plantea utilizar registros “apropiados, sencillos y fáciles”. Los datos registrados deben ser tan detallados como se requiera para poder realizar la trazabilidad correspondiente, lo que es importante —se explica— sobre todo cuando se presenta un problema de daño ambiental o de contaminación de la producción.
Salud y seguridad laboral
Otro capítulo de la guía está destinado a evitar la ocurrencia de accidentes, la prevención y especialmente a la concientización del trabajador sobre la importancia de atenerse a las normas. La prevención de accidentes laborales y enfermedades profesionales requiere asegurar condiciones de trabajo adecuadas y no agresivas para el trabajador, se explica.
Recomienda, entre otras cosas, proporcionar al trabajador el equipo necesario para el desempeño de sus labores y la protección de su integridad física, así como disponer de una señalización adecuada en materia de precauciones elementales. También sugiere promover actividades de capacitación en función de las tareas específicas que realizan.