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    Inauguración de sede del FLAR en INIA 33 genera nuevas expectativas para la investigación en genética de arroz

    Con la instalación en INIA 33 de una sede permanente del Fondo Latinoamericano de Arroz de Riego (FLAR), la investigación dio un paso considerado fundamental para el desarrollo del cultivo de este cereal en los países de clima templado, y alienta expectativas para avanzar en la generación de nuevos materiales genéticos para Uruguay, Argentina, Brasil y Chile, que aporten mayor potencial de rendimiento, mejor calidad y más resistencia a enfermedades, para dar respuestas a las necesidades de los productores.

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    En un contexto actual de bajos precios del arroz a escala mundial y dificultades en la colocación del producto en los principales países compradores, la investigación no se detiene y busca avanzar en la generación de mejores herramientas para competir en un mercado que augura un crecimiento sostenido de demanda para los próximos años.

    “Estamos más cerca”, dijo a Campo el director del programa de arroz de INIA Treinta y Tres, Gonzalo Zorrilla, en relación con las posibilidades de aportar esas respuestas que los agricultores demandan.

    La inauguración de la sede del FLAR en INIA 33 se concretó el pasado 16 de marzo, en conjunto con una serie de actividades programadas.

    La jornada inició con el Día de Campo en la Unidad Experimental del INIA en Paso de la Laguna, en el cual se realizó un recorrido por los ensayos de líneas avanzadas y variedades del INIA, materiales avanzados del FLAR y rotación de arroz con otros cultivos.

     Ya en la Estación del INIA 33 se llevó a cabo el seminario “Perspectivas de la investigación internacional y regional en arroz”, que contó con las presentaciones de Ruben Echeverría, director general del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), Joe Thome, líder del Área de Agrobiodiversidad del CIAT y Eduardo Graterol, director ejecutivo del FLAR.

    El seminario concluyó con una mesa redonda en la que también participaron Ernesto Stirling, presidente de la Asociación de Cultivadores de Arroz de Uruguay (ACA) y actual presidente del Comité Administrativo del FLAR, Walter Ayala, director regional del INIA Treinta y Tres, José Repetto, director de la Junta Directiva del INIA, Mauricio Fischer, director técnico del Instituto Rio Grandense do Arroz (IRGA) y Aníbal Marano, representante de Adecoagro de Argentina.

      “Tenemos que mirar estas alianzas, que, como el FLAR, van más allá de las fronteras de un país”, aseguró Ernesto Stirling sobre la importancia de crear alianzas estratégicas que permiten un trabajo conjunto.

      La jornada culminó con un corte simbólico de la cinta de inauguración de la Oficina Regional del FLAR para la Zona Templada, la cual representa un hito en la historia de colaboración conjunta entre el FLAR y sus miembros del Cono Sur.

    Para esto, llegó al país en noviembre del año pasado el mejorador colombiano Yamid Sanabria, quien tiene su oficina instalada en INIA Treinta y Tres y que reside en ese departamento. Sanabria terminó su doctorado en mejoramiento genético en setiembre en la Universidad de Louisiana, en EEUU, entidad que posee el programa de mejoramiento de arroz más competitivo de esa nación. A este técnico se le unirá en el futuro el mejorador junior de INIA, Federico Molina, quien se encuentra precisamente en la misma universidad estadounidense realizando su doctorado con el mismo equipo con el que fue formado Sanabria.

    Investigación para zona templada

    El Fondo Latinoamericano de Arroz de Riego (FLAR) está integrado por 18 países y lleva más de 20 años trabajando a escala regional con Uruguay, Argentina, Brasil y Chile, y conectado internacionalmente con terceros países, como Filipinas. La representación de Uruguay en el mismo está a cargo de INIA y de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA). Esta alianza entre instituciones públicas y privadas se nutre de los recursos que sus integrantes aportan para obtener beneficios en productos de calidad, que de manera aislada serían inalcanzables o demandarían mucho más tiempo en ser concretados. El principal producto demandado por sus integrantes es el germoplasma, material genético de arroz, que permita la generación de nuevas variedades de semilla del cereal que se adapten a las necesidades de producción de cada uno de los países.

    La mayoría de los integrantes del FLAR están ubicados en zona tropical, por lo que la instalación de la sede en Uruguay es considerada un paso muy importante para atender las necesidades de los países de la región, denominada zona templada, y que los productos que genere la alianza representen un beneficio directo para ellos.

    Para el director ejecutivo del FLAR, Eduardo Graterol, la elección de INIA Treinta y Tres, ya con una historia de 40 años de investigación en arroz, como sede de la institución en Uruguay , está basada en el reconocimiento y prestigio de los que goza en América Latina, con científicos de primer nivel, y un laboratorio y capacidad que permitirán interactuar entre los países de mucho mejor manera, sumándole al CIAT de Colombia, organización que también va a enriquecer mucho la investigación. Consideró este paso como un “hito muy importante en la historia del FLAR”, que permitirá estar mejor preparados para incrementar el rendimiento de las nuevas variedades, y para mejorar la calidad y la tolerancia a resistencia en los principales factores bióticos y abióticos que afectan al arroz.

    Apuesta a largo plazo

    La realidad indica que es una apuesta a largo plazo y que los beneficios que aporta la investigación no son tangibles inmediatamente. A pesar de estar integrando este consorcio desde hace tanto tiempo, en Uruguay no hay ninguna variedad de semilla de arroz que haya surgido directamente de ese esfuerzo conjunto. “Uno tiene que poner la mira en muchos años de trabajo para que el proceso termine siendo efectivo”, dijo Gonzalo Zorrilla, para quien un mejorador que esté haciendo un cruzamiento hoy, debe esperar un período de 12 años para, si lo hizo bien, lograr una variedad en el circuito comercial que abarque el 10 % o el 20 % del área arrocera del país, lo cual en ese caso este técnico valoró que “ya sería un éxito”.

    Es precisamente en este aspecto que los interesados basan la importancia a la instalación de una base del FLAR en la región templada y particularmente en Uruguay. De hecho, ninguno de los países de la región de la zona templada tiene hasta ahora variedades en sus mercados que hayan surgido de la alianza, mientras que en la zona del trópico ya hay más de 50 variedades en todos los países de Centroamérica y el Caribe. Para Zorrilla, esto no es una “casualidad”, porque en la región los programas de mejoramiento son muy fuertes, tanto el IRGA de Brasil, el INTA en Argentina, o como en INIA en Uruguay e INIA en Chile, son programas que han tenido muy buenos productos que están en uso. La contribución más importante que han recibido estas naciones durante los años que llevan integrados a la alianza es el flujo de germoplasma que reciben todos los años y que les permite a los mejoradores de cada país tener una permanente variabilidad y nuevos materiales de distintas partes del mundo, sin necesidad de estar haciendo ese trabajo en forma independiente. Es una inversión, y una apuesta que las organizaciones vienen haciendo desde hace años con el convencimiento de que el mejoramiento va a seguir avanzando y que en los próximos años se dispondrá de materiales muy superiores a los actuales.

    De hecho, Zorrilla considera que hoy, tanto en Brasil, como en Uruguay o Argentina, se está mucho más cerca de obtener productos que a corto plazo puedan ser lanzados al mercado y que tienen base en materiales directamente importados o usados en cruzamientos con mejoradores locales que hoy están en el top en la actividad. Sostiene que “el proceso va bien” y aunque los resultados luego de 20 años aún no son tangibles, dan prueba de la importancia que significa mantener el esfuerzo en este tipo de desarrollo.

    La presidencia del FLAR es ejercida por Ernesto Stirling, presidente también de la Asociación de Cultivadores de Arroz (ACA) local. Este productor arrocero consideró que la concreción de la sede en Uruguay responde a los avances en la investigación, pero sobre todo a la necesidad de los agricultores de seguir superándose tecnológicamente con manejo, nuevas variedades y la biotecnología apoyando a los investigadores. La base técnica instalada en INIA Treinta y Tres, a juicio de Stirling, va a permitir avances más rápidos en la obtención de los resultados buscados en el terreno de las mejoras genéticas, a través de una mayor sinergia entre lo público y lo privado.

    Para José Luis Repetto, vicepresidente de la Junta Directiva de INIA, esta iniciativa alimenta la expectativa de que el desarrollo del arroz en la zona templada sea la base de la fuente del cereal para el resto de América Latina. Sostuvo que el desafío de la mejora genética, donde “lógicamente” se compite con empresas privadas de gran potencial, puede marcar un camino que, además de aspectos de soberanía, puede aportar también una diferenciación de productos, lo que “tal vez sea una de las llaves que nos ayuden a colocar en el mundo con mejor valor el arroz que exportamos”.

    Repetto dijo además que no es un hecho aislado que en muy poco tiempo en Treinta y Tres se esté inaugurando una sede del Instituto Plan Agropecuario, que esté ya funcionando un laboratorio en conjunto con la Universidad de la República (Udelar) y con la Dirección de Laboratorios Veterinarios del MGAP (Dilave), y que esté proyectado para más adelante un edificio de la Universidad. “Hay un movimiento importante, una vocación de trabajar en conjunto en el desarrollo de tecnologías, en la investigación, en la formación de gente y también en el desarrollo cultural de la región. Esto (la instalación de la sede del FLAR) se suma a ese proceso”.

    La búsqueda de materiales de mayor potencial de rendimiento es uno de los objetivos fundamentales de la investigación, como forma de mejorar la rentabilidad de los productores, pero eso no bastaría si no se tuvieran en cuenta otros factores de relevancia para los países de la zona templada, como lo relacionado con la adaptación al clima. Los materiales que se generan en Colombia o en Centroamérica no florecen debido a que sobre todo no se adaptan a las temperaturas de la región. La semilla utilizada en los países de la zona templada debe tener, necesariamente, tolerancia a las bajas temperaturas para lograr su adaptación productiva.

    Otro aspecto a considerar, especialmente para Uruguay, Argentina y Brasil, es el de la calidad del arroz. Estos países dependen de ese factor para vender en los mercados de exportación y por lo tanto es una característica fundamental en todo lo que se haga en mejoramiento genético. Y aún es más complejo, porque no se trata de solamente una calidad, sino que estas deben ser variadas en función de las necesidades de la demanda en los distintos destinos del producto.

    A su vez, el material a desarrollar debe considerar también otro valor que cada vez es más importante, y que es el referido a la tolerancia o resistencia a las enfermedades. Este es un aspecto considerado clave, debido a que la mayoría de las variedades utilizadas en la región son altamente susceptibles a bruzzone, un hongo capaz de causar severos daños a las plantas, y que obliga a los productores a utilizar grandes cantidades de fungicida, con el doble problema de incrementar los costos y generar un impacto ambiental que también es considerado un valor muy importante para los investigadores. Particularmente sobre el aspecto sanitario el FLAR ha hecho importantes contribuciones aportando genética altamente resistente a bruzzone.

    La contribución que se demanda del FLAR tiene cuatro pilares, que son: potencial de rendimiento, resistencia a enfermedades, adaptación al clima y calidad.

    Zorrilla estima que tener la base del FLAR instalada en Uruguay permite una sinergia que aporta masa crítica para continuar mejorando el trabajo que se realiza localmente.