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El avance tecnológico cambió el oficio del detective. Por ejemplo, ya no es necesario seguir de cerca a un vehículo con el riesgo de perderlo o de ser descubierto. Uno de los servicios que ofrece Detective Jack es el monitoreo de vehículos a través de un GPS que se coloca con un imán en el chasis de los vehículos.
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En cuanto a cámaras de video, fotografía o grabadoras de sonido, dice Alliaume, hay “todo lo que te imagines”. Sin ir más lejos, el reloj que lleva en su muñeca tiene una cámara.
También tiene un software que permite acceder a toda la información del celular de la persona que se quiere investigar. Para este servicio es necesario encontrar una excusa para hacerse del celular de la persona en cuestión o regalarle uno nuevo.
Otros métodos antiguos, como las infiltraciones, mantienen su efectividad. Alliaume ya no lo hace más pero sí sus colaboradores. En algunos casos incluso contratan personas que dan con el perfil adecuado para un trabajo específico. La clave está en la “paciencia”, la capacidad de “observación” y en “generar confianza” .
“Una vez tuve que trabajar en una fábrica de cueros. Ese fue uno de los que más me costó. Tenía que aprender a cortar cueros, yo que no tengo mucha manualidad (ríe). Ahí estuve como cuatro meses para poder descubrir cómo se hacía una maniobra de hurto”, cuenta.
El uso masivo de redes sociales también cambió el oficio.
“Uno se sorprende de las cosas que publica la gente. Publica datos y cosas que pueden ser seriamente perjudiciales. Tesoreros de entidades que publican en el Facebook dónde viven, a qué colegio van los hijos, dónde trabaja la señora. La gente ha perdido el norte entre lo que tendría que publicar para mantener relaciones sociales y la información delicada que transmite”, sostiene.