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Washington D.C., 16 de noviembre de 2521 (de nuestras agencias). Los arqueólogos del Smithsonian Institute convocaron hoy a una conferencia de prensa, para comentar los hallazgos y los avances resultantes de unas desconcertantes investigaciones en curso. Las mismas se vienen llevando a cabo desde hace algunos años en las ruinas de la llamada “Fractura del Río de la Plata”, un extraño fenómeno telúrico ocurrido hace alrededor de 400 años en la zona en la que entonces se encontraba el Río de la Plata, curso fluvial hoy inexistente, el cual separaba entonces el territorio del Uruguay de una zona costera de la Argentina.
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Los investigadores descartan que se haya tratado de una falla geológica subterránea, como las que determinan a veces los terremotos, y se encuentran absolutamente desconcertados por las curiosas costumbres y rasgos culturales de los pueblos de ambas orillas.
Los objetos a estudio de los científicos fueron hallados en el fondo de la llamada “Gran Grieta”, que fue la que deglutió en segundos el caudaloso curso del Río de la Plata, así como en dos llamadas “Grieta Menor 1” y “Grieta Menor 2”, cada una de ellas ubicada en cada uno de los lados del río. Los bordes descendientes hacia el fondo de la Gran Grieta exhiben restos de zonas barrosas salpicadas de excrementos, detritus y desperdicios, algo que insinúa la existencia entonces de un gran basural, mientras que las que se hallan al fondo de la grieta muestran ya sólidas rocas que demuestran la potencia de la fractura geológica ocurrida en misteriosas circunstancias.
La profundidad de estas tres fallas telúricas es tal, que las zonas aledañas quedaron literalmente arrasadas e inhabitables, al punto de que los pueblos sobrevivientes se alejaron de los peligrosos bordes de esos acantilados, asentándose a prudente distancia de los mismos.
En el fondo de la Gran Grieta se hallaron restos de una formidable estatua, presumiblemente dedicada a alguna deidad pagana, que los pobladores de la Argentina adoraban y llamaban “Mercosur”, mientras que los pobladores uruguayos despreciaban, al punto de que, de tantos ataques, apedreándola y lanzándole unos curiosos objetos sólidos llamados “telecés” terminaron por derribarla. Nunca se ha podido desentrañar qué eran los “telecés”, por más que el tema ha sido objeto de numerosos simposios científicos en estos últimos años.
Otra curiosa estatua ritual destruida, encontrada en el fondo de la Grieta Menor 1, que es la Argentina, parece representar a una pareja de hombre y mujer abrazados, pero sus facciones han sido tan deterioradas, no solo por el paso del tiempo, sino también por lo que aparece como agresiones directas causadas por enemigos de las deidades representadas, que no ha podido dilucidarse de quiénes se trataba. Tan solo, como pista indicativa, en el pedestal de la gran estatua aparece una gran letra “K”, pero los expertos no saben a quién o quiénes podría referirse el misterioso y desconcertante glifo.
Algunos aventuran que podría tratarse de una pareja de semidioses que habrían sido adorados en algún pasaje de la historia por gran parte del pueblo, pero execrados por otra gran parte. Al pie de la estatua fueron hallados restos de huesos humanos, ignorándose si los mismos pertenecen a adoradores del culto “K”, que murieron en el momento que se produjo la grieta, o si —como sostienen otros investigadores—, se trató de sacrificios humanos llevados a cabo en honor a los misteriosos semidioses identificados con esa letra.
En el caso de la Grieta Menor 2, que es la que se produjo en Uruguay, también se hallaron restos de estatuas dedicadas a deidades desconocidas, cuyos perfiles no se han podido identificar.
En el sólido pedestal de granito de una de las estatuas halladas en esta grieta, que sobrevivió a la fractura geológica, se lee una curiosa inscripción con grandes letras: “LUC”. Ni en los anales de los lenguajes indígenas consultados por los investigadores aparece esta palabra o sigla, lo cual dificulta más la interpretación. No se sabe lo que había sobre ese pedestal, porque lo que ha quedado alrededor es una cantidad de cantos rodados. Se encontraron sí placas metálicas con algunas inscripciones en idioma español, probablemente adosadas al pedestal, pero que se desprendieron con el accidente geológico, y quedaron sembradas al pie del mismo. Pero tampoco estas placas dan muchas pistas de lo que habría sobre el monolítico pedestal. “No permitiré que se privatice la escuela pública a la que van mis hijos”, dice una de las placas, mientras que otra, ubicada al lado de esta, dice “Mentira, mentira, no hay ninguna privatización de la enseñanza pública”, en abierta contradicción a la anterior. “A los inquilinos los van a echar a los seis días como perros”, dice otra placa. Y al lado de ella, otra más que dice “No hay ninguna modificación al régimen de desalojos y lanzamientos, hay solo una nueva posibilidad de alquilar sin garantía”. El fenómeno se repite en casos como los del derecho de huelga, la seguridad pública y hasta la portabilidad numérica de los teléfonos celulares, lo cual ha sido objeto de un simposio de expertos en semiótica y semántica, que se han dedicado a estudiar en profundidad el tema, sin resultados concretos.
Otra parte de los restos arqueológicos que se encontraron en esta grieta menor parece ser la base de una inmensa construcción, la cual también lleva un nombre insondable, que no ha podido ser desentrañado por los investigadores: “Antelarena”. Para tratar de averiguar si se trataba de un templo pagano, se han llevado a cabo perforaciones en el terreno de las ruinas, en procura de objetos indicativos del uso que se le podría haber dado a tan megalítica obra. En efecto, se hallaron entre los escombros miles de agujas, ampollas y jeringas de inyectables, lo cual tiene divididos a los expertos: unos sostienen que se debe haber tratado de un ámbito en el que se reunía gente a inyectarse alucinógenos, una especie de templo de la drogadicción, mientras que otros creen recordar que, durante una plaga que afectó a la zona en esos tiempos, cuatro siglos atrás, ese enorme edificio pudo haber sido utilizado para vacunar a la población.
Como sea, todos estos insondables misterios mantienen asombrado al ambiente científico mundial.
Tal vez nunca se sepa qué fue lo que ocurrió. Lo que sí se sabe es que hubo grietas, y que, como consecuencia de ellas, todo se fue al fondo del pozo.