Nº 2213 - 16 al 22 de Febrero de 2023
Nº 2213 - 16 al 22 de Febrero de 2023
Accedé a una selección de artículos gratuitos, alertas de noticias y boletines exclusivos de Búsqueda y Galería.
El venció tu suscripción de Búsqueda y Galería. Para poder continuar accediendo a los beneficios de tu plan es necesario que realices el pago de tu suscripción.
En caso de que tengas dudas o consultas podés escribir a [email protected] contactarte por WhatsApp acáLos turistas y porteños desprevenidos recién retornados de sus vacaciones encuentran hoy en día la estación Retiro del ferrocarril Bartolomé Mitre de Buenos Aires cerrada. Puede leerse frente a los andenes en refacción y en cualquiera de los vagones de las formaciones que recorren un tramo corto, que no habrá recorrido completo hasta abril.
La inversión en Retiro, bienvenida, no es inocente. El gobierno prepara un hilo de obras en un año que no es uno más. En 2023 se celebrarán elecciones presidenciales en la Argentina y en términos de política partidaria está en juego nada más y nada menos la continuidad del Peronismo al frente o el retorno de la coalición opositora, Juntos por el Cambio. Mauricio Macri fue el presidente de esa fuerza que estuvo al frente del país entre 2015 y 2019.
Con los salarios perdiendo contra la inflación y el desgaste de los años de pandemia, no es ilógico pensar que Juntos retorne a la Casa Rosada (está en debate de la mano de qué candidato, algo que esta columna deja en mano de los especialistas y de las elecciones primarias de agosto), aunque está claro que, así como no hay que subestimar a los alemanes en el deporte tampoco hay que hacer lo mismo con los peronistas. “No cuentes el dinero cuando estás sentado en la mesa”, como dice Kenny Roggers, es la recomendación para la oposición hoy en la Argentina que suele citar el politólogo argentino Ignacio Labaqui.
El Peronismo prepara su aparato.
¿Acaso en Berlín Hauptbahnhof figurarían carteles como “Remoción de óxido en carpinterías metálicas”, “reparación de superficies dañadas”, “pintura general de la totalidad de las fachas del edificio, incluido el basamento de ladrillo común”, ¿“la primera renovación integral que se hace en el ingreso de trenes en más de 100 años”?
La audacia del gobierno argentino hoy es publicitar la puesta a punto de un emplazamiento ferroviario que se parece más a Victoria Station que a Berlín Hauptbahnhof.
Retiro es símbolo de la expansión del imperio británico, de la primera globalización del capitalismo moderno, hecho edificio en un auténtico lodazal convertido hoy en barrio y símbolo de la elegancia porteña que perdura dificultosamente alrededor de la plaza San Martín.
La estación Retiro fue la cabecera de uno de los trayectos emblemáticos del ferrocarril argentino y sudamericano, antes que el football se desparramara como el arado en estas pampas.
Puede leerse en las crónicas del Buenos Aires Standard cómo las locomotoras enfilaban hacia el norte, escupiendo ollín y humo negro frente al Cementerio de la Recoleta, atrás de la que es hoy avenida Figueroa Alcorta, cruzando los arroyos del Maldonado, el Golf y las barrancas de Belgrano, como si el Buenos Aires borgeano de los cuentos de malevos y cuchilleros de Palermo fuera dejándole paso a la metrópoli de los hombres de gala y mujeres de vestido que se subían en Retiro, no muy lejos del Teatro Colón.
Acaso esa metamorfosis que sufrieron esos cangrejales, la ciudad y la sociedad porteña tuvieron sin duda explicación en una globalización que, según un reciente libro, no tuvo precedente en la historia humana: ‘Acercándose lentamente a la utopía (Slouching towards utopia)’, del economista Bradford De Long.
El actual edificio de Retiro data de un proyecto de 1909, la anterior estación (destruida en un incendio) fue del siglo XIX. Y las primeras evaluaciones y estudios de sostenibilidad de una red ferroviaria en las pampas ocurrieron cuando la Argentina ni siquiera existía como Estado aunque sí la democracia en Estados Unidos, su constitución y la expansión del imperio británico. El auge era tan fenomenal que el historiador británico y marxista, Eric Hobsbawm, llamó a toda aquella época en el mundo “La era del capital”. La estación de Núñez, a cuadras del Estadio Monumental de River Plate, fue inaugurada en 1873.
Según cuenta De Long en su libro, el ser humano jamás vivió tantos logros en su bienestar como en el período que él identifica 1870-2010. “Fue la primera vez que se vio cerca el final de la pobreza material”. Y cree que la mirada de Hobsbawm sobre el siglo XX “pierde mucho de lo que fue la historia más importante, que fue abrir el candado que mantuvo a la humanidad encerrada en vivir en la pobreza y el fracaso de sostener una trayectoria de creación de riqueza como antes no había sucedido”.
Así, mientras Hobsbawm se focalizó en lo que llamó el corto siglo XX -desde el comienzo de la Primera Guerra Mundial en 1914 a la caída de la Unión Soviética en 1991-, para De Long es correcto hablar del largo siglo XX que abarca desde 1870 a 2010, año en el que cayó Lehman Brothers y que, si bien la economía se recuperó, con la ayuda de los gobiernos como el de Barack Obama en Estados Unidos al sector financiero, se despertó un descontento en las clases medias que veían como la brecha entre los ricos y los de más abajo no había hecho más que crecer en las décadas anteriores.
El siglo XX trajo grandes logros y promesas que para muchos no se materializaron, sostiene De Long. La Argentina que construyó Retiro y 150 años después sigue siendo una promesa, sirva quizá para entender esa misma trayectoria. Aunque la Argentina, como casi siempre, resulta un caso especial cuando ve que desde hace décadas su PBI per cápita permanece estancado mientras el de países vecinos como Uruguay, Chile y Paraguay crece.
Es casi imposible leer las páginas del libro de De Long y no pensar qué le pasó a la Argentina en todo ese tiempo, el de mayor explosión del capitalismo, en el que construyó una estación como Retiro destinada ahora a actos electorales y desplegó casi 50.000 kilómetros de vías de ferrocarril, de los cuales hoy quedan con suerte unos 8.000.
Economista de la Universidad de Berkeley, California, De Long empezó a escribir el libro en 1994. Su carrera no se circunscribió únicamente a este proyecto en todos estos años. Entre 1993 y 1996 ayudó al secretario del Tesoro de Estados Unidos, Larry Summers. El libro de De Long fue elogiado por el propio Summers y Paul Krugman, premio Nobel de Economía.
“Antes de 1870 la raza humana no podía hacer lo suficiente como para que todos sobrevivieran. Por eso dominaban elites que controlaban a las personas. Después de 1870 las capacidades tecnológicas se duplican con cada generación. Gobernar no se reduce a que los impuestos y el dinero de los campesinos se distribuyan hacia las elites. Se trata de que la riqueza siga aumentando y la distribución mejore para crear un entorno de mayor bienestar. Es el descubrimiento de la humanidad más importante desde el descubrimiento del fuego”, asegura De Long.
La disminución del promedio de años en que las mujeres pasan embarazadas o lactando bajó de 20 años a cuatro. Esto quiere decir que una proporción importante de la raza humana se pasó un período muy largo de su vida involucrada en la reproducción, ya que la sociedad agrícola era tan pobre y miserable que el nivel de mortalidad (alto) requería de su asistencia. Para que al menos una familia tuviera dos hijos que llegaran a los cinco años de vida, una mujer debía embarazarse nueve veces y una de cada siete moría en el parto.
Hoy en día menos del 9% de la humanidad vive con menos de US$ 2 al día y ese porcentaje ascendía al 70% en 1870.
El mundo que nace después de 1870 y que De Long describe es el mismo que John Maynard Keynes analizaría décadas más tarde y veía en peligro con la Guerra Mundial. De Long y Keynes coinciden en que el mundo resolvió el problema de la escasez, acaso objeto principal de estudio de los primeros economistas clásicos como Adam Smith o David Ricardo. El capitalismo había encontrado una fórmula para producir bienes y mejorar la vida de las personas, solo que se producían tensiones como en esa época Karl Marx denunciaría.
De Long cuenta en su libro que “casi siempre son los ricos, en cualquier momento de la Historia y sistema económico, quienes determinan cuál es la ley. Jared Kushner recibió US$ 2.000 millones de la familia real saudí simplemente por el ser el yerno del expresidente Donald Trump, que a su vez salieron de la petrolera de ese país. La idea de que la corrupción ha sido eliminada incluso en el mundo desarrollado es anticuada y ahora estamos retrocediendo a formas donde el control de gobierno representa una mayor fuente de riqueza”.
Para De Long la crisis de 2008-2010 que atravesó la economía mundial reveló que los reclamos de las clases medias y bajas en Estados Unidos y Europa (Brexit) estaban subyacentes y que la turbina de la productividad se había detenido quizá hacía décadas, pero que las democracias no lo habían notado.
Es imposible no leer Acercándose lentamente a la utopía (Slouching towards utopia) y no ir mirando constantemente por el espejo retrovisor de la Argentina. Desde 1870 a hoy.
En todo caso uno ve la certeza de que la productividad de la economía argentina sí se detuvo hace décadas y hoy ello se refleja en que echarle enduido a una obra de la primera globalización merezca un acto de campaña para, aunque sea, olvidar por unos instantes el 100% de inflación anual. La Argentina en vez de acercarse lentamente a la utopía quizá se fue alejando de ella.
*El autor es editor jefe de Economía en el diario Clarín. Especial para Búsqueda.