Como es de notar, en el difícil diario vivir bajo el azote de esta pandemia, como si esto fuera poco, también se sufre una espiral inflacionaria que a esta altura surge incontrolable. El remarcado de precios parece ser una suerte de deporte donde las figuras son las grandes superficies, por lo cual se hace necesario elevar una pregunta: actualmente, ¿le resulta tan difícil al gobierno nacional estructurar alguna medida para contener dicha embestida baguala? Como siempre la respuesta puede venir de la inagotable fuente de la memoria histórica, donde observamos que el 28 de junio de 1968 el presidente don Jorge Pacheco Areco adoptaba medidas iniciales de congelación de precios, cosa que llevaría a que en diciembre de ese mismo año la denominada Comisión de Productividad Precios e Ingresos (Coprin) lanzara una serie de medidas que lograron estabilizar una carrera inflacionaria que ponía al Uruguay con un guarismo inflacionario de los más altos del mundo. Según algún registro que está a la vista de todo interesado, en pocos meses esta enérgica disposición administrativa logró que el costo de vida fuera amenguado sustancialmente, ya que, por ejemplo, en los 36 meses anteriores a esta medida de congelación de precios el aumento del costo de vida fue de un 766% y en los tres años siguientes ello se redujo verticalmente al 54%. La mencionada Coprin poseía una integración tripartita con delegados del Poder Ejecutivo, del sector empresarial y del laboral, por lo cual discurría por caminos ponderadamente democráticos escapando a las críticas tan tradicionales en el devenir de nuestra sociedad; y en momentos más que difíciles. Aquella política de precios e ingresos estuvo dirigida a atender dos aspectos esenciales: elevación concreta del salario real y atención a los núcleos de menores recursos, mientras se eliminaban las presiones de los grupos económicos más poderosos. Esta medida política, tan valiente cuanto audaz, aplicada con un detallismo tal, constituyó, en los años 1969, 1970 y 1971, una solución positiva que frenó una espiral inflacionaria que sometía a la población a los vaivenes de las presiones económicas, constituyéndose así en un aparato de acción indirecta para la obtención de una estabilidad más que necesaria en una hora muy grave para la República. Este capítulo de un pasado no tan lejano nos muestra la mano firme al timón de un presidente que supo, bajo el imperio de la Constitución y la ley, asumir los desafíos de su posición ante la historia en una hora donde se hallaba en juego nuestro mismo estilo de vida. Una muy simple muestra de ello es lo que anteriormente reseñamos.