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El 1º de marzo de 2018 comenzarán las obras para levantar una escuela sustentable en Mar Chiquita, localidad de la provincia de Buenos Aires, a imagen de la primera escuela pública sostenible de América Latina, la N° 294, que funciona desde hace casi dos años en el balneario Jaureguiberry, en el límite entre Canelones y Maldonado. La idea es formar una red global de escuelas sustentables en la región, dijo a Búsqueda Martín Espósito, coordinador de Tagma, la ONG promotora de la innovadora obra.
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La posibilidad de replicar en Argentina el modelo de la escuela rural de Jaureguiberry —fabricada con latas de aluminio, cartones, botellas de plástico y neumáticos entre otros materiales reciclables, y autosuficiente en la generación de energía eléctrica, calefacción y agua— fue anunciada días atrás en Facebook por Tagma.
A fin de mes se hará la presentación oficial de la obra y en marzo se colocará “el neumático fundamental” de la escuela sustentable del balneario parque Mar Chiquita, localidad de unos 500 habitantes, próxima a la ciudad de Mar del Plata y de características similares a Jaureguiberry, ambas ubicadas en zonas rurales y costeras.
Como en el caso local, el arquitecto estadounidense Michael Reynolds, director de Earthship Biotecture y referente mundial en edificaciones autosustentables, participará con su equipo en la construcción de la nueva obra. El proyecto argentino implicará una inversión inferior al que insumió el uruguayo —unos US$ 350.000—, por compra de materiales, logística y el contrato de Earthship, que aportó la mano de obra gratuita de casi 200 voluntarios locales y extranjeros de más de 30 países.
La proyectada obra cuenta con el apoyo de Unilever, DirecTV y Disney, y colaboran instituciones públicas, académicos y organizaciones de la sociedad civil.
Visitas guiadas.
La primera escuela pública autosustentable del continente comenzó a construirse el 1° de febrero de 2016 en el kilómetro 80 de la Ruta Interbalnearia. Fue inaugurada el 16 de marzo y abrió sus puertas en abril. Durante todo el 2016, el edificio recibió unas 30.000 visitas.
Actualmente, un promedio de seis grupos de diversas instituciones educativas visitan la escuela cada mes, aunque la mayoría de los visitantes son turistas extranjeros y curiosos locales; totalizan casi un millar al mes.
Esta situación llevó este año a que los promotores de la escuela pública decidieran cobrar las visitas guiadas, explicó a Búsqueda Juan Pablo Méndez, responsable de Comunicación de Tagma. “Teníamos ‘el problema’ de que el edificio llama mucho la atención, capta mucho turista que viene a Uruguay y quiere ir a conocerlo, aparte del turismo interno y de las escuelas, colegios y organizaciones civiles.
El costo de la visita oscila entre los $ 100 y los $ 220 por alumno o visita, dependiendo del tamaño de los grupos, su procedencia y sus posibilidades. “No quiere decir que no se pueda ir a la escuela por otras vías. No es que cobremos una entrada, porque sabemos que eso no se puede hacer, que está mal, ya que se trata de una institución pública. Pero de alguna manera había que organizar las visitas”, dijo Méndez.
Tagma intentó, sin suerte, encontrar apoyo en el ámbito público y privado del área de turismo de Canelones. “Ahora estamos a un mes de terminar el año lectivo, y no sabemos si en 2018 seguiremos” con este régimen pago.
Las vistas son organizadas por talleristas entrenados por la ONG. “Les hacen un recorrido, les muestran todo el funcionamiento del edificio, les ofrecen un taller final y les entregan material didáctico e informativo”, dijo Méndez.
“La verdad es que nos cansamos de hacerlo gratis, y encontramos esta modalidad. Son demasiados sacrificios y dificultades que hay que sortear”, afirmó el coordinador de Tagma. Espósito dijo que se cobra el paseo “como una forma de mantener el proceso” de la obra.
Primaria también organiza visitas, de carácter gratuito, y durante el programa Verano Educativo escolares de todo el país recorren la obra, además de estudiantes de UTU.
La “dinámica pedagógica” de la escuela está adaptada a la “biotectura” —concepto inventado por Reynolds—; en 2016 no registró repetidores y tuvo un 96% de asistencia. La matrícula de 2017 ronda los 60 alumnos. Cuenta con tres docentes multigrado, una cocinera y una auxiliar de limpieza.
El original edificio —sin cables de UTE ni caños de OSE— comprende unos 270 metros cuadrados divididos en tres aulas de 45 metros cuadrados cada una, con capacidad para hasta 100 niños, dos baños y un pasillo invernadero. Por su acondicionamiento térmico, la escuela mantiene durante todo el año una temperatura promedio de entre 18 y 25 grados. El 100% de la energía proviene de los paneles solares y de un banco de acopio energético. El edificio almacena agua de lluvia en tanques con capacidad para una reserva de 30.000 litros que luego se filtra y potabiliza.