Falero informó que busca los votos de la Junta Departamental para establecer un “parque empresarial” en un predio suburbano de 57 hectáreas que compraría la Intendencia y lotearía para reinstalar allí industrias y otras firmas que compartirían los costos fijos. Ya hay 25 interesados y el espacio disponible es para 60, agregó.
Francisco Zunino, director general de Administración de la Intendencia de San José, subrayó que la comuna ha intentado “llevar de la mano” a los inversores que quieren radicarse en suelo maragato, y se les ha ofrecido exoneraciones tributarias y apoyo en las obras civiles. Mencionó entre los proyectos que acaban de instalarse o están por hacerlo una fábrica de film stretch de capitales argentinos, dos empresas en el rubro vitivinícola de dueños franceses, una procesadora de semillas y el plan de inversores polacos para poner a andar una industria del sector automotriz.
Un emprendimiento para fabricar hilo viscosa quedó en suspenso —luego de haber invertido unos U$S 3 millones en la compra de tierras y la realización de estudios— debido a cambios en el escenario de negocios, por ejemplo por la aceleración de la depreciación en Brasil, dijo Zunino.
Varios empresarios advirtieron como un problema las dificultades para conseguir trabajadores y lograr retenerlos. También lo reconocen los jerarcas comunales; hay una “deserción muy grande”, comentó la directora de Desarrollo Productivo de la Intendencia, Mercedes Antía.
Informó que en coordinación con la ex Universidad del Trabajo (ex UTU) se trabaja para capacitar personal “en función de las necesidades de las empresas”.
El desempleo en San José se ubicó en 6% el año pasado y entre las personas con trabajo, una de cada cinco estaban “en negro”, informó el martes 8 el Instituto Nacional de Estadística.
Cuero automotriz y airbags.
A un lado y otro de la Ruta 1, tras cruzar el puente sobre el río Santa Lucía, asoman varias fábricas: las químicas Isusa y Efice a la altura de Ciudad del Plata, y varias del rubro automotor (Bader, Faurecia, Lifan Motors, Takata) desde Libertad hacia el norte.
Algunos molinos de viento se elevan tras los galpones de la multinacional Bader, que desde 1999 produce piezas de cuero para uso automotriz.
Con una plantilla que ronda los 450 empleados, la planta está aumentando su producción y trabaja casi a capacidad plena buscando este año lograr ganancias tras “cinco años de pérdidas”, dijo su director Willie Tucci. Procesa unos 2.000 cueros semiterminados por día, la mitad los corta en piezas que unidas cual un puzzle formarán el tapizado de los asientos.
Durante el proceso, el cuero de origen brasileño —por ser más barato que el local— es teñido por un rodillo y sopletes, y luego secado y grabado. Tras comprobar su resistencia y otras propiedades exigidas por clientes como Mercedes Benz y BMW, se pasa a la etapa de corte. El destino de las piezas es principalmente Europa.
La inversión de Bader en Uruguay en estos años se ubica en unos seis millones de euros. Tucci se quejó del elevado “costo país” y se imaginó que funcionar en Paraguay (por la menor carga impositiva y demás) sería estar como en “Disney”.
Hoy la principal preocupación de Bader es el recargo que implica la caída del Sistema General de Preferencias con la Unión Europea y que se concrete de forma favorable la modificación de las reglas para obtener el subsidio de 10% establecido para los exportadores de autopartes vigente desde 1992.
A pocos kilómetros de Bader, sobre la Ruta 1, está la japonesa Takata. Sus primeras muestras de corte y costura de los airbag se hicieron en 2011 con unas 15 personas, mientras se construía la planta en la que lleva invertidos en torno a U$S 20 millones. Hoy tiene a cerca de 600 empleados —la gran mayoría mujeres de la zona— que trabajan en tres turnos.
Actualmente fabrica más de 200.000 bolsas al mes y para el próximo año fiscal de la empresa que empieza en abril espera llegar a 350.000, sin ampliar la plantilla.
Parte del proceso productivo es altamente automatizado —los cortes de la tela siliconada usada para las bolsas los hace un equipo con un sistema de rayos láser y espejos, por ejemplo— y solo el plegado específico requerido por cada automotriz es enteramente manual. Aspectos de la cultura japonesa se hacen notorios al recorrer la planta y las prácticas de calidad conocidas como las “5S” (clasificación, orden, limpieza, estandarización y disciplina) lucen en carteles colocados en algunas paredes.
Hubo un “crecimiento marcado” de la producción debido a que Brasil fue ampliando el requisito de que los airbags que usan las ensambladoras sean de fabricación sudamericana, hasta llegar este año al 100%, explicó el gerente de planta, José Enrique Alonso. El mercado brasileño es al único al que exporta Takata por ahora, pero hay “proyectos firmes para entrar en Argentina”, informó.
El ejecutivo se quejó por los “costos altos”, y describió un “problema serio con el personal” por el elevado ausentismo y la rotación. “Ya agotamos el área de Libertad y vamos a buscar Playa Pascual. Se hace necesario intentar pescar personal de otros lados”, comentó.
También dijo que la empresa sufre medidas sindicales “desde siempre” y que “cualquier detalle implica un paro”, lo que genera “incertidumbre a largo plazo”.
El sindicato surgido hace pocos años prepara nuevos cortes de ruta para los próximos días en reclamo de que los laudos salariales sean equiparados al sector autopartista (hoy están categorizados como textil), informó a Búsqueda una delegada.
De capitales nacionales, la única fabricante de vinagres en Uruguay, Villa Lima, produce bajo la marca José G. Gamberoni en pequeños galpones en la entrada a Libertad. En grandes tanques —acetatores— se transforma etanol, vino y sidra en vinagre de alcohol (el clásico de la botella verde), de vino y de manzana tras un proceso de fermentación. Eso se almacena en tanques filtrando el líquido y luego se rebaja con agua para que quede apto para el consumo.
En un proceso en el que participan unas 20 personas y que es discontinuo durante el año, Villa Lima produce un millón de litros de vinagre al año. La demanda interna es estable y tiene una zafralidad muy marcada en el verano; también exporta algunos contenedores a Cuba.
Desde fines de 2012 la empresa fabrica sus envases plásticos, con lo que logró “bajar mucho el costo”, comentó un ejecutivo.
Cuenca lechera.
Ramiro Peña, agrónomo que asesora a la Sociedad de Productores Lecheros de Villa Rodríguez, dijo que los tamberos conviven con un “nivel histórico del precio de la leche” pero un también “histórico” peso de los costos, en especial la energía eléctrica. “No estamos en un momento de altísima rentabilidad”, aseguró.
Los tamberos que agrupa esa asociación son unos 230 y poco más de la mitad son remitentes a Conaprole. Son establecimientos que rondan las 100 hectáreas —en un 50% arrendadas— e igual número de vacas, en promedio.
Peña lamentó la “concentración” de la actividad en cada vez menos productores y planteó como un “problema grave” la dificultad para procesar un “recambio generacional”. La salida que encuentran muchos es —dijo— arrendar el tambo a un argentino o vendérselo a un brasileño: “Nos quedamos sin gente en el campo”.
La planta Nº 8 de Conaprole, en Villa Rodríguez, empezó a funcionar en 1972 procesando 60.000 litros diarios de leche y hoy, tras varias ampliaciones, tiene capacidad de industrializar 2,8 millones en las torres de secado —de 28 metros de altura—, más 200.000 para producir quesos y otros 400.000 para hacer leche larga vida (Ultra High Temperature). Es la más grande de la cooperativa y sus autoridades la señalan como la mayor en Sudamérica; hay planes de inversión para aumentar todavía más la capacidad, mientras paralelamente se están completando los estudios para evaluar si es viable instalar molinos de viento para abastecer de energía la fábrica.
Por día ingresan unos 150 camiones cisterna (de 16.500 litros en promedio) con la remisión de los tamberos y salen solo una veintena con los productos prontos, ilustró Gonzalo Senra, jefe de la línea de leche en polvo y recibo de la planta.
El proceso industrial es altamente automatizado. Apenas si un operario interviene colocando bolsas de papel de 25 kilos de capacidad en los equipos de embolsado y tomando muestras de calidad; al final de la cinta transportadora un brazo robótico de la marca Kawasaki estiba con rapidez las bolsas hasta completar un pallet.
El director de Conaprole Alejandro Pérez resaltó el carácter cooperativo de la empresa y el esfuerzo por la calidad. Dijo que se proyecta un aumento de la producción a un ritmo de 7% anual para los siguientes años, en un contexto de “buenos precios”, pero admitió preocupación por los costos y porque Estados Unidos usará menos granos en la generación de etanol y más en leche.
La planta emplea a 250 trabajadores y en zafra aumenta a unos 300.
La gerente del complejo industrial de Villa Rodríguez, Irene Rossello, dijo que si bien en estos meses la planta usa entre el 30% y el 40% de su capacidad, en plena “zafra” lechera (durante la primavera) se llega a emplear el 90% de las instalaciones.
Sin shopping.
El comercio maragato mostró antes de las fiestas tradicionales de fines del año pasado un “pequeño parate” o “bajón”, y la perspectiva para 2014 es de “altas y bajas en las ventas, como todos los años electorales”, debido al “miedo a qué va a pasar”, comentó el secretario del Centro Comercial e Industrial de San José, Oscar Sobrera. También influye la “suba importante” en el precio del dólar, agregó.
La gremial evalúa establecer en el segundo semestre un día con descuentos, que sería algunas jornadas antes que lo que lo hace el Centro de Montevideo. Es que, por razones de proximidad geográfica, la capital es el principal competidor de los comercios del departamento.
“Lamentablemente, no es el común denominador de los maragatos el consumir en su propio departamento”, añadió el presidente del Centro Comercial, Raúl Sánchez. “San José se ha transformado en una ciudad dormitorio”, evaluó.
Como problemas, ambos coincidieron en señalar que las empresas “no tienen gente” para trabajar. “Y no estamos hablando de personal calificado”, apuntó.
Los comercios compiten entre sí por reclutar trabajadores, pero también con algunas industrias tradicionales, como el Frigorífico San José y el molino harinero que también lleva el nombre del departamento.