Respecto al rechazo de exportaciones de carne uruguaya en Estados Unidos (EEUU), por no aceptar residuos de etión, un producto empleado en el combate de la garrapata, Stanham advirtió que todos los específicos veterinarios pueden tener problemas. “Hoy es etión y mañana puede ser otro” producto, indicó.
Adelantó que a partir de una comparación “más afinada” de los residuos biológicos aceptados en los distintos mercados, el Ministerio de Ganadería indicará a los ganaderos qué otros productos veterinarios no debería utilizar.
A continuación un resumen de la entrevista.
–¿Cómo ve la actual situación del mercado ganadero local y el cárnico internacional?
–Hay un precio internacional de la soja bien definido y claro, que todos los días sube o baja, y la referencia es la Bolsa de Chicago. Ese valor se traduce en un precio para los agricultores. Pero no hay un precio internacional de la carne. Algnos países productores de carne exportan la mayor parte de su producción, como Uruguay, Nueva Zelanda, Australia, Irlanda y Paraguay. Al observar al interior de esos países se notan algunas diferencias. Los australianos exportan casi 400.000 toneladas de carne al mercado estadounidense dentro de cuota con arancel cero. Nueva Zelanda también vende casi 300.000 toneladas en esas mismas condiciones en EEUU.
Paraguay no tiene cuotas y accede a pocos mercados relativamente, mientras que Uruguay exporta a prácticamente todos los mercados, a excepción de Japón, y tiene algunas cuotas, como la Hilton y la 481, en Europa, y la de Estados Unidos, que al sumarlas llegan, en el mejor de los casos, a un 20% del volumen total exportado.
Entonces la manera en que se conforma el precio promedio de exportación en cada uno de esos cuatro países es bien distinta.
Otros son grandes productores que vuelcan la mayoría de su producción al mercado interno, como Brasil, Argentina y Estados Unidos. Estos dos últimos países exportan mayoritariamente cortes cárnicos de alto valor y por lo tanto, su ingreso promedio de exportación lógicamente será más alto que el de Uruguay.
Brasil comercializa todo tipo de cortes pero principalmente carne para procesar, por lo que también es un caso diferente.
En esa complejidad uno dice ¿cuál es el precio internacional de la carne? No hay. Y el precio de exportación de cada país depende de esa combinación de factores.
En el caso de Uruguay, el ingreso promedio de exportación está muy relacionado con el precio de la hacienda. Acompaña bastante bien. Obviamente, hay años en que por distintas coyunturas eso no ocurre.
En los últimos cinco años, la evolución de esos valores muestra comportamientos disímiles en cada uno. A veces se alinean casi perfectamente y otras veces no tanto.
La mayor parte del ganado que va a faena es producido a campo y entonces la oferta de hacienda está muy condicionada a la disponibilidad de forraje.
Las expectativas juegan un rol tremendo. Cuando se sabe que en ciertos meses del año va a faltar forraje, como en el invierno o en un verano muy seco o con una sequía, eso genera expectativas. Para la industria significará que habrá productores dispuestos a vender sus vacunos y para el ganadero genera resistencia cuando tiene buena oferta de pasto y si el precio que ofrece el mercado no es el que espera.
Otro elemento a tener en cuenta es la situación cambiaria de cada país. Hay economías relativamente estables, como pueden ser la australiana, la neozelandesa o la paraguaya, que tienen un comportamiento más o menos previsible entre el valor de la moneda extranjera y la local. Y con qué moneda se opera en el mercado ganadero.
En la medida en que las economías son menos estables, como puede ser la brasileña o la argentina, un cambio brusco en el valor del dólar provoca en el muy corto plazo cambios fuertes en el precio del ganado. En Brasil, la mayoría de los precios internos se definen en reales. Lo que implica que las variaciones del dólar generen distorsiones, que también confunden. En este momento el precio del ganado subió mucho porque bajó el dólar.
Es lógico pensar que hay vasos comunicantes entre los mercados y que los precios en los distintos países tengan algún efecto que se pase de uno a otro. Pero son condiciones locales muy fuertes que a veces condicionan el precio de la hacienda.
Hay que relativizar mucho la comparación del precio de la hacienda gorda entre los distintos países o, al menos, hay que analizarlo en este contexto.
Tomar simplemente el precio del novillo gordo de Australia u otros países versus el de Uruguay, sin mirar otras cosas, nos genera confusión.
Como el negocio del mercado ganadero es un tema de exceptativas, el que quiere que la hacienda valga menos siempre va a poner de ejemplo arriba de la mesa los países donde vale menos y los que quieren que el ganado valga más pondrán de referencia los países donde vale más. Pero no es la manera correcta de analizar el precio de la hacienda en Uruguay.
–¿Con la baja acumulada en el ingreso promedio de exportación de carne vacuna sigue siendo rentable el negocio de la industria frigorífica?
–El precio de exportación de carne uruguaya viene bajando gradualmente. Tuvo un pico alto en el comienzo de 2015 cuando superó los U$S 4.000 por tonelada, luego se estabilizó cerca de U$S 3.800 durante buena parte del año pasado y en el último cuatrimestre empezó a caer suavemente.
Más allá de que en el momento que hay más oferta de ganado, como ocurre ahora, siempre hay una tensión por el precio de la hacienda, y la industria frigorífica trata de pagar menos y el productor si tiene necesidad va a vender. Pero hay una presión fuerte por bajar el precio de la hacienda en estos meses previos al invierno. Hay que aceptar que esa puja estuvo siempre en esta época y que el precio de exportación de carne bajó más o menos un 10%, en comparación con el año pasado.
Todos los integrantes de la cadena (cárnica) tienen que tener claro que hoy estamos exportando a precios promedio por debajo de 2015, y que eso se tiene que reflejar en el precio de la hacienda. No quiere decir si está bien un precio u otro.
A eso le sumamos el juego de expectativas, de oferta y demanda de ganado.
El ejercicio de las empresas de la industria frigorífica cierra en setiembre y más o menos desde esa fecha empezó a darse la baja gradual de precios.
Uno puede ver la evolución del precio de la hacienda y de la exportación de carne para analizar el negocio en el corto plazo. Pero la cuenta que sirve es la que cierra el ejercicio. Hasta el último cierre, en setiembre pasado, el sector estaba sólido. Toda la cadena, tanto a nivel industrial como productiva, está sólida. La ganadería, un poco golpeada en algunas zonas por la sequía del año pasado.
–¿Qué tan grave es la situación generada por el rechazo de carne con residuos de etión en Estados Unidos?
–Este es uno de los temas clave, porque la discusión en el muy corto plazo del precio de la hacienda es importante para todos pero tampoco la podemos resolver fácilmente. Lo relevante son los temas que nos dan competitividad en el largo plazo, como este vinculado a EEUU.
Los mercados cárnicos son cada vez más exigentes en asuntos de inocuidad, de seguridad alimentaria, de bienestar animal y de trazabilidad. Hoy los mercados piden cosas que antes no pedían.
Mañana una organización no gubernamental hace una denuncia de bienestar animal y también eso puede generar un problema en los mercados.
EEUU está realizando un control más minucioso de residuos veterinarios en comparación con el que hacía hace unos años. Está poniendo un foco importante en sus sistemas de monitoreo en los puertos de entrada para detectar ese tipo de productos.
El episodio con el etión es una manifestación de eso. Hasta ahora la frecuencia de detección es baja pero lo importante es que, como EEUU no tolera residuos, siempre que aparezcan (esos productos) en la carne ellos van a hacer una observación porque violamos sus procedimientos de acceso.
Hay que respetar a rajatabla los tiempos de espera en todos los productos veterinarios, hay que racionalizar su uso, porque hoy es etión y mañana puede ser otro principio activo.
Todos los específicos veterinarios pueden tener problemas.
Uruguay en su programa nacional de residuos biológicos establece qué productos se pueden utilizar, para combatir qué plagas, su tiempo de espera (para envío a faena) y cuál el nivel de residuos tolerado. Lo que tenemos que hacer es comparar eso con lo que aplican cada uno de los países importadores de carne uruguaya.
–¿Es cierto que EEUU validó el programa de residuos biológicos de Uruguay y no advirtió la diferencia en la tolerancia del etión entre un país y otro?
–Más allá de la anécdota lo que importa es el hecho en sí y cómo se supera. Las equivalencias entre los sistemas de inocuidad pueden no ser exactamente idénticas y hay que estar permanentemente atentos porque son cambiantes.
Esto es un trabajo continuo que los servicios sanitarios públicos y el Inac tienen que hacer. Además, la Unidad de Asuntos Internacionales juega un papel importante en esto. También tienen que funcionar las señales muy contundentes hacia el productor, que hoy no produce animales, produce alimentos. Este es un concepto que debemos instaurar con mucha firmeza.
Tienen que salir fuertes mensajes de las autoridades sanitarias y del Inac hacia el productor con respecto a cómo tomar un programa de residuos biológicos en función de los mercados. Y ser muy claros. Este producto se puede usar en estas condiciones. Este otro producto no se puede usar, como pasa con el etión, porque acá lo usamos bien pero EEUU no lo tolera. Entonces no lo tenemos que utilizar.
–Para evitar problemas similares al del etión, ¿qué otros productos veterinarios no deben usar los productores?
–El Ministerio de Ganadería está trabajando en una comparación mucho más afinada que la que teníamos para establecerlo y responder a esa pregunta.
Hoy el mensaje es: respétense los tiempos de espera y vamos a estar informando más que antes cada vez que detectamos inequivalencias en cualquier mercado, para que se ponga especial atención en el uso de los específicos veterinarios.
–¿El Inac recomendó no exportar a EEUU ante el riesgo de un nuevo rechazo?
–Desde el 4 de marzo, cuando el problema del etión pasó a ser analizado entre los distintos actores del sector cárnico, hasta ahora el flujo de exportaciones de carne bovina a EEUU en líneas generales no se alteró y continuó. Algunos exportadores bajaron sus embarques; otros mantuvieron el flujo.
La decisión de exportar es de cada empresa. Los que no dejaron de exportar ponderaron el compromiso con sus clientes con una evaluación del riesgo de tener una detección de residuos. Y como los indicadores nos mostraban una baja presencia de residuos veterinarios en la carne, han estado dispuestos a arriesgar asumiendo pérdidas por mercadería que no se puede usar, por costos logísticos y por tener que vender en otros mercados a precios inferiores a los de EEUU.
El primer hallazgo de etión fue en octubre, desde que la autoridad estadounidense inició los controles en abril de 2015, con un contenedor de alrededor de 600 contenedores enviados. Eso nos da una idea de una baja incidencia en el monitoreo.
El Inac trata de darle la mayor cantidad de información posible y lo más rápido.
En el balance general, la baja en volumen exportado al mercado estadounidense no llega a 5%, si se compara marzo de este año con seis meses atrás.