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    La economía mundial perdió dinamismo en 2022 y organismos internacionales proyectan un menor crecimiento para este año

    Tras la crisis de la pandemia de Covid-19, el crecimiento económico experimentó la mayor desaceleración posterior a la recuperación de una recesión desde 1970, según el Banco Mundial. Las irrupciones en las cadenas de suministros, la guerra en Ucrania, temores de otra en Taiwán y alzas de los precios de las materias primas derivaron en una crisis energética en Europa y en un alza generalizada de los precios en el mundo.

    En sus perspectivas para el 2023, algunos organismos internacionales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Central Europeo, el banco internacional HSBC y el Deutsche Bundesbank pronostican que el crecimiento de la economía global será menor, al igual que los niveles de inflación. Para 2024, la actividad volverá a crecer con subas de precios más cercanas a las de la prepandemia.

    Tras registrar un crecimiento del 6% del Producto Interno Bruto (PBI) en 2021, la actividad económica en los Estados Unidos experimentó una menor tasa de crecimiento en el primer semestre del 2022 (1,6%). Con los problemas en las cadenas de suministros y la guerra de Ucrania, la inflación creció y persistió en niveles elevados hasta octubre, cuando mostró una tendencia leve a la baja, que se mantuvo en noviembre. Por el aumento de precios, la Reserva Federal (Fed) subió las tasas de interés para disminuir la oferta monetaria y devolver la inflación al objetivo fijado (2% anual). Su accionar desencadenó caídas en los mercados bursátiles e inmobiliarios y afectó a empresas de tecnología como Amazon, Netflix y Twitter, que llevaron adelante despidos masivos como consecuencia de las presiones de sus inversores por una mayor rentabilidad.

    Tras la invasión a Ucrania y las sanciones comerciales a Rusia —el principal proveedor de gas natural— que resolvió la Unión Europea, en Europa surgieron cortes en el suministro de la principal fuente de energía de la región, lo que desencadenó un alza de precios del gas y de la electricidad, que alcanzaron récords históricos.

    Por otra parte, esos problemas con el suministro del gas y la guerra en Ucrania —uno de los principales exportadores de trigo— produjeron, además de la suba de precios en la región, un menor ritmo de crecimiento para varias de las economías, entre ellas, la alemana. Al igual que la Fed, el Banco Central Europeo aumentó el costo del crédito, lo que explica, en parte, esta desaceleración.

    Fuera de la Unión Europea, Inglaterra también experimentó subas de precios. En noviembre, el Banco de Inglaterra advirtió que el Reino Unido se enfrenta a la recesión más prolongada del último siglo y anticipó que entrará en recesión técnica con la salida de los datos del último trimestre del año. Además de la crisis económica, también enfrentó problemas políticos con la renuncia de Boris Johnson, su primer ministro, y la llegada de Liz Tuss, que estuvo en el cargo durante 45 días. El anuncio de Tuss de un plan económico que implicaba una rebaja de impuestos a las rentas no fue bien recibido y provocó una devaluación de la libra, que cayó a mínimos históricos. Tras su renuncia, la libra se recuperó.

    China, en tanto, acumuló un crecimiento del 3,9% interanual de su PBI cerrado al tercer trimestre. El FMI pronosticó que se expandirá 3,2% en el año —la más baja en las últimas cuatro décadas, sin contar la crisis del Covid— y por debajo del objetivo del gobierno (5,5% del PBI). La apuesta por un “Covid cero” frenó la producción, provocó dificultades para el cumplimiento de los plazos acordados y generó problemas en las cadenas de suministro. Ante una ola de protestas, el gobierno chino flexibilizó las medidas sanitarias restrictivas.

    A su vez, el sector inmobiliario se vio paralizado y, ante la falta de confianza, surgieron manifestaciones de parte de compradores que no recibieron su vivienda en plazo y se negaron a seguir pagando la hipoteca, ante el temor de que las empresas cerraran.

    En Japón, la economía frenó su crecimiento durante 2022, a pesar de experimentar una inflación “leve” (3%) respecto a la de otros países, aunque “elevada” para los precios a los que su población está acostumbrada. Además, pese a las subas de tasas de interés por parte de los bancos centrales, la autoridad monetaria de Japón mantuvo su tasa negativa durante el año. Esto debilitó al yen 20% frente al dólar. La suba en el precio de los commodities tuvo impacto en el saldo comercial de Japón, que fue desfavorable durante la mayoría del 2022, tras seguir una tendencia más “equilibrada” durante los primeros años de pandemia.

    La región

    Los bancos centrales de los principales países de la región siguieron la tendencia mundial al aplicar también políticas contractivas. Brasil experimentó fuertes subas de precios a principios de año. En respuesta, el Banco Central procedió a subir su tasa de referencia (Celic) desde 2% hasta 13,75%. Esta decisión consiguió el resultado buscado: en octubre la inflación a 12 meses cerró en 6,5%. Brasil fue, junto con Uruguay, uno de los pocos países que experimentó una baja de su tipo de cambio durante 2022.

    El año estuvo marcado también por las reñidas elecciones presidenciales, donde Luis Inácio Lula da Silva venció a Jair Bolsonaro en la segunda vuelta con el 51% de los votos. El cambio de gobierno, entre otras cosas, implicará un cambio en la política exterior de Brasil, dado que el presidente Lula buscará entablar una negociación del Mercosur con China (Búsqueda N° 2.202).

    En Argentina, la actividad creció 5,9% en el tercer trimestre en comparación al año previo gracias al aumento de las inversiones en capital fijo y las importaciones, además de la mayor actividad de los servicios de hotelería (37%) y la explotación minera (14,4%). El tipo de cambio oficial cerró el año a $ 177, 72% por encima del precio al cierre del 2021. El año estuvo marcado por la aparición de nuevos tipos de cambio como el dólar soja (para exportadores), dólar Coldplay (para artistas del exterior) y el dólar turista. El tipo de cambio paralelo (o blue) cerró el año a $ 346.

    El gobierno de Alberto Fernández tuvo problemas políticos, como la renuncia del ministro de Economía Martín Guzmán, tras recibir críticas dentro y fuera del oficialismo por el “ajuste fiscal” acordado con el FMI y la decisión del Banco Central de la República Argentina (BCRA) de imponer más restricciones a las importaciones para evitar la pérdida de reservas, desencadenando así una suba en el precio del dólar. Fue suplantado por Silvana Batakis, que estuvo en el cargo por 24 días. Sergio Massa, hasta entonces presidente de la Cámara de Diputados, fue elegido como “superministro” de Economía. Buscó fortalecer las reservas del BCRA, realizó un “ajuste fiscal” y frenó la emisión monetaria, con lo que estabilizó el tipo de cambio.

    Freno en 2023

    El FMI proyecta que el PBI mundial crezca 2,7% —el más bajo desde 2001, sin contar la crisis financiera de 2008 y la del Covid-19— como consecuencia del freno en la actividad de las tres economías más grandes del mundo (Estados Unidos, China y la zona europea). Esta posible desaceleración se explica por el endurecimiento en las condiciones financieras —hay expectativas de que haya más subas de tasas por parte de los bancos centrales—, el enlentecimiento de la actividad en China junto con el deterioro de su mercado inmobiliario y los efectos de la guerra en Ucrania, que provocan un menor nivel de comercio en el mundo.

    Si bien el organismo internacional no espera una caída de la actividad global, se prevé que algunas economías experimenten contracciones durante al menos dos trimestres consecutivos en algún momento entre 2022 y 2023.

    En Estados Unidos, la economía crecerá —según el FMI— 1% por la menor demanda interna y la suba de tasa de interés, que golpeará al mercado inmobiliario. Se proyecta un crecimiento en la tasa de desempleo hasta el 5% en 2024. En la zona europea la actividad también se frenará, según el Banco Central Europeo.

    Para fines del invierno europeo, está previsto que disminuya el riesgo energético, los precios bajarán y el ingreso real se recuperará. Y para la segunda mitad del año, la recuperación de la demanda externa y la resolución de los problemas en las cadenas de suministros contribuirán a un rebote de la economía, que crecerá 0,5% en 2023, según los pronósticos.

    En el Reino Unido, se espera que la actividad apenas crezca (0,3%) como consecuencia de la elevada inflación y la contracción monetaria. Sin embargo, se proyecta que el paquete fiscal anunciado por el primer ministro, Rishi Sunak, ayude a un mayor crecimiento del PBI a pesar de que dificultaría la lucha contra el aumento de precios.

    Con respecto a Asia, se espera que en China la actividad crezca 4,4% en 2023 debido a la flexibilización de las restricciones del Covid-19 y la recuperación del sector inmobiliario, a través de 16 medidas anunciadas por el gobierno. En Japón, la baja del crecimiento del PBI será leve —pasará de 1,7% a 1,6% en 2023— sobre todo debido a factores externos como el mayor crecimiento de las importaciones respecto a las exportaciones, la suba de precios y, en consecuencia, la baja del consumo interno.

    En América del Sur y el Caribe, el FMI espera que la economía crezca 1,7%, dado que no se contará con el impulso del alza de los precios de las materias primas debido a la menor demanda externa. Además, la inflación retornó a niveles cercanos a los de 1996, a lo que se suma el endurecimiento de las condiciones financieras de la mano de políticas monetarias contractivas en el mundo. Estos factores moderarán el ritmo de crecimiento de las exportaciones y del gasto público, que se proyecta que vuelvan a los niveles de la prepandemia.