La elaboración de los informes sobre el estado de la educación está prevista en la Ley General de Educación (2008).
El primer estudio del Ineed se publicó en diciembre de 2014 y el segundo, correspondiente a 2015 y 2016, se presentó este martes 30 en el Parlamento. El acto no contó con la presencia de la ministra de Educación y Cultura, María Julia Muñoz, ni del presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP), Wilson Netto.
Tampoco concurrieron al evento las autoridades de Secundaria y de UTU, cuando la educación media es el tramo de la educación más afectado, de acuerdo al informe.
Fuentes del gobierno afirmaron que si bien Muñoz y Netto avisaron con un margen de días a los organizadores que no iban a concurrir a la presentación del informe por otros compromisos, su ausencia generó malestar en la oposición y en el propio Ineed.
El director ejecutivo del Ineed, Mariano Palamidessi, rehusó hacer declaraciones al respecto. No obstante, descartó que esas ausencias hayan provocado enojo en la institución.
“Creo que las autoridades de la educación debieron estar en el Parlamento. Es un mensaje asistir a la presentación del informe que muestra el estado de la educación en el país”, dijo a Búsqueda Robert Silva, integrante del Consejo Directivo Central (Codicen) de la ANEP, en representación de los docentes.
“Sorprendido por ausencia del presidente de Codicen. ¿Tendría algo más importante qué hacer? ¿está fuera del país? ¿o no le gusta lo que dice el Ineed?”, escribió a su vez el senador del Partido Independiente, Pablo Mieres, en su cuenta de Twitter. “Ausencia de Netto y ministra Muñoz a informe de Ineed sobre el estado actual de la educación es una muestra más del estado de la educación”, agregó el legislador, quien recientemente interpeló a las autoridades de esa área.
Las correcciones.
El informe del Ineed incluye un apartado en el que se destaca que en las escuelas “no se suele concebir a la lectura y a la escritura como prácticas de sentido que cumplen una función social”. “Si bien el objetivo de enseñanza pasa de la palabra al enunciado y luego al texto, el énfasis formativo está siempre focalizado sobre los aspectos formales y las estructuras de la lengua y no en los usos”, precisan las autoras del estudio encomendado al Ineed, Lilián Bentancur y Beatriz Gabbiani.
El estudio incluyó encuestas a 151 maestros de 18 escuelas del país —nueve de tiempo completo y nueve del programa Aprender—, en tres grados escolares —primero, tercero y sexto—, e incorporó las opiniones de los docentes.
Los objetivos de los maestros “parecen situar las expectativas pedagógicas por debajo de lo que los niños deberían estar en condiciones de hacer”, señala el informe.
La investigación detectó “déficits de intervención”, por ejemplo, en la presencia de “errores no corregidos” o de “ciertas calificaciones o apreciaciones”, y la falta de correcciones que ayuden a los niños a comprender si se han equivocado y en qué.
El informe señala que los maestros de primero “operan mediante un abordaje ecléctico” en el que conviven concepciones pedagógicas asociadas a enfoques poco actualizados.
Las actividades docentes se caracterizan por su “escaso grado de relevancia social: no se lee o se escribe con propósitos claros, ni se define la audiencia a quien se dirige”.
“Los niños en general leen y escriben para los maestros”, y porque estos lo indican.
Las clases dedicadas expresamente a la enseñanza de la lectura y la escritura “no suelen formar parte de unidades de trabajo más amplias y significativas”, señala el estudio.
En muchos casos la enseñanza suele “privilegiar el orden textual sobre la interpretación de los textos o la reflexión”.
“Las actividades que se proponen no siempre resultan atractivas o desafiantes”, sino que suelen ser lo opuesto: “rutinarias y con pocas exigencias”, añade.
Las consignas planteadas por los maestros resultan, por lo general, “muy extensas, confusas y fragmentadas”.
“Los niños invierten mucho tiempo pintando o dibujando sin un objetivo pedagógico claro” y “en muchas ocasiones se proponen trabajos en base a rutinas (…) que no dejan lugar a la creatividad y la fantasía”.
El documento aclara que si bien las rutinas son “necesarias y útiles”, el problema está en que “limiten la potencialidad de los niños”, porque “estas actividades, más allá de ser poco motivantes, tienen escaso o nulo impacto en el desarrollo de la lectura y la escritura”.
Al abordar los recursos didácticos disponibles, el informe indica que en los grupos observados “se suelen leer fotocopias, que luego son pegadas en los cuadernos de clase” y que en ocasiones “no están completas, lo que dificulta su lectura”.
Además, la calidad lingüística del material que la escuela aporta a sus estudiantes no estaría colaborando a la mejora del léxico ni a la oferta de buenos modelos textuales”, dice.
En ninguna de las clases estudiadas los alumnos leyeron libros, “salvo los cuadernos de lectura y escritura” de Primaria. Son escasos los ejemplos donde se trabaja con textos literarios ni suelen aprovecharse los temas o textos de otras áreas de estudio.
El informe concluye que las actividades planificadas con frecuencia ofrecen poco contexto y “relevancia social”.
Los docentes suelen tener “dificultades para motivar a los alumnos” y sus propuestas parten de “materiales con déficit de calidad lingüística”.
Las metas.
El informe del Ineed también analiza las metas que la ANEP se planteó para cumplir en este quinquenio, y advierte: Uruguay “aún se encuentra lejos de llegar a cumplir el mandato legal de universalizar 14 años de escolaridad”, porque “se produce a un ritmo muy por debajo del requerido y en algunos casos la situación parece estancada”.
Un 60% de la población de 24 años no ha logrado terminar la educación media en Uruguay.
El Ineed considera “alcanzable” la meta sobre el acceso de niños de tres años a la educación inicial; esto es, crecer en cobertura 17 puntos porcentuales entre 2014 y 2020. Y estima “plausible” aumentar la cobertura entre adolescentes de 15 años, ya que se prevé que crezca de 89% a 96% para 2020.
Sin embargo, plantea sus dudas sobre lograr la meta de que 75% de los estudiantes de 16 años terminen la educación media básica en 2020. “Es razonable dudar de la plausibilidad” de ese objetivo, ya que en cuatro años aumentó solo cuatro puntos.
“Mientras no se modifique el ritmo de avance para alcanzar dichas metas y no reduzca las fuertes y persistentes desigualdades señaladas, será difícil” para ANEP, concluye el Ineed.
El informe señala además, que entre los estudiantes del quintil más rico de la población apenas 71% logra terminar la enseñanza media superior. El índice baja a 15% entre los estudiantes del quintil más pobre de la población.