La era de los “superpresidentes” con altos niveles de aprobación se terminó en América Latina, dice estudio sobre opinión pública

El desarrollo económico que vivió América Latina “no solo no ha solucionado los problemas de la región, sino más bien ha traído consigo el nacimiento de nuevas fuentes de conflicto social”, sostienen los autores del informe divulgado el viernes 25.

Durante gran parte de la primera década del siglo XXI, aparecieron los “hiperpresidentes”, indican en el documento. “En los años posteriores a la crisis asiática entre 2002 y 2008, América Latina no solo vivió un crecimiento sostenido, sino que los gobiernos gozaron de las más altas tasas de aprobación, produciendo hasta 8 presidentes que tenían arriba de un 69% de aprobación (2009). En promedio la aprobación de gobierno baja de 60% en 2009 a 47% en 2015”, afirman. A comienzos de 2015, entre enero y febrero, había ocho presidentes con menos del 40% de aprobación (Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, México, Paraguay, Perú y Venezuela), mientras en 2009 había sólo tres: Argentina, Nicaragua y Perú.

“Esto muestra que la economía es una potente fuente de éxito de los gobiernos, y que los años en que América Latina más crece en su conjunto, estando todos los países en democracia, se produce el período político, no sólo económico, más próspero que ha tenido la región en su conjunto en su historia, no sólo en los últimos 20 años. El éxito de los superpresidentes se explica por el quinquenio virtuoso entre 2003 y 2008. No queremos desmerecer la gestión de los hiperpresidentes, pero sin duda que la coyuntura económica creó la tierra fértil para ellas y juega un papel significativo, visto desde la perspectiva histórica”, dicen los autores en otro pasaje del documento.

En el caso de Uruguay, hasta que llegó el Frente Amplio al gobierno, el nivel de aprobación de los presidentes estaba en general por debajo del 50%. A partir de 2005, el nivel de aprobación de los mandatarios uruguayos superó el 60%, llegando en 2010 al 75%, según un cuadro publicado en el informe.

Sin embargo, el segundo mandato de Tabaré Vázquez no registra tan altos niveles de aprobación. En junio, según Equipos, Vázquez tenía poco más de la mitad de aprobación (52%). Pero con el paso de las semanas ese nivel fue cayendo. Primero a 48% a fines de junio, 42% en julio y quedó por debajo del 40% a fines de agosto (Búsqueda Nº 1.832).

Vaso medio lleno o medio vacío.

“La demanda es fuerte y dura. La gente quiere la democracia que se ha prometido”, afirman los investigadores de Latinobarómetro sobre la situación en la región.

Para esta organización hay dos motivos para protestar. Los que ven la mitad del vaso lleno “por temor a perder lo alcanzado” y los que ven el vaso medio vacío “por no estar invitados a la fiesta”. “En suma, el 60% de los ciudadanos de la región están dispuestos a salir a protestar para demandar sus derechos: trabajo, educación, salud, vivienda, seguridad ciudadana”, explican en el documento.

El vaso medio lleno “trae consigo la impaciencia, la incertidumbre y la angustia de no retroceder, cuando viene una pausa en el ciclo de prosperidad, tal como la desaceleración actual, produciendo la protesta ante las inminentes amenazas que se ciernen sobre lo logrado. Al mismo tiempo trae consigo la ansiedad de seguir avanzando, entre los que están a la espera . Esto genera un segundo motivo para protestar. La protesta se manifiesta de muchas maneras, desde luego en la calle de manera totalmente no  convencional, sin autorización en sus múltiples formas”.

Por otro lado, quienes ven el vaso medio vacío oyen “la música y las risas” de la prosperidad “mientras ellos están en la oscuridad y el silencio. El contraste marca una barrera entre ricos y pobres, donde la clase media (la misma que se siente insegura) es vista como ‘los ricos’ , mientras ellos se autocalifican como ‘pobres’. Es una simple dicotomía, entre la luz y la oscuridad, o estás en la fiesta de la prosperidad o estás afuera de ella”.

La “tercera ola de democratización y la expansión de los gobiernos democráticos” deja una “etiqueta” llamada “democracia que tiene múltiples contenidos”, afirman los autores en el trabajo. Y agregan: “en ningún caso se trata de sociedades liberales con una democracia liberal”.

“¿Es necesario que una sociedad abrace la libertad para que se instale una democracia liberal en ella? Si las sociedades no son liberales, ¿qué tipo de democracia se instala en ellas?”, se preguntan los autores en el documento. A modo de respuesta, recuerdan que la libertad es “reconocida como el principal elemento de la democracia por el 44% de los ciudadanos de la región, en una pregunta abierta. El resto de los componentes que los ciudadanos mencionan, son difusos”.