La formación profesional dual: ¿posible salida al desempleo juvenil?

La formación profesional dual: ¿posible salida al desempleo juvenil?

Ana Balsa

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Nº 2227 - 1 al 7 de Junio de 2023

La tasa de desempleo en la población de entre 14 y 24 años en Uruguay se ubicó en marzo en 28,7%, cinco veces más que la tasa de 5,6% observada para la población de 25 años o más. Si a esto le sumamos subempleados (jóvenes que quieren trabajar más horas) y desalentados (jóvenes que desistieron de buscar trabajo porque no lo encontraron), el guarismo supera a dos de cada cinco jóvenes. De acuerdo a un trabajo del Centro de Estudios para el Desarrollo (CED), la brecha entre las tasas de desempleo de jóvenes y adultos es de las más altas de la región (22 puntos porcentuales), lo que sorprende aún más cuando se considera que Uruguay tiene una de las tasas de desempleo en adultos más bajas de América Latina.

El bajo nivel de formación de los jóvenes en nuestro país está claramente en las bases de la explicación de este fenómeno: el desempleo juvenil se reduce a la mitad para aquellos que completaron estudios terciarios, que son los menos. Pero aún para esta población más formada, el desempleo es todavía demasiado alto, superando en más de cuatro veces el de la población de 25 años o más.

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a un encuentro de la Red de Formación Dual en Uruguay. El objetivo del encuentro era compartir experiencias de educación dual que se han llevado a cabo en Europa y promover un intercambio entre autoridades educativas, representantes de las cámaras empresariales, empresarios, representantes sindicales y estudiantes sobre las posibilidades de este tipo de formación en Uruguay. ¿Qué es la formación profesional dual y por qué puede constituir una herramienta poderosa para combatir el desempleo juvenil?

La formación profesional dual, o modelo de alternancia, es un tipo de formación basada en la alternancia entre el centro educativo y la empresa como lugares de enseñanza-aprendizaje. A través de las prácticas laborales, el estudiante adquiere herramientas de trabajo y habilidades duras y blandas que son valoradas en el mundo del trabajo, y realiza una primera experiencia que le hace más fácil su inserción en el mercado laboral. Además, a través del diálogo entre la empresa y el centro educativo, se tienden puentes entre las habilidades, destrezas y conocimientos que demandan las empresas y las que se están ofreciendo desde el local de enseñanza. A diferencia de un programa de pasantías o de prácticas laborales, la formación dual involucra un acuerdo contractual entre el centro educativo y la empresa (que debe asignar un tutor al aprendiz), una remuneración para el aprendiz, un plan de capacitación y una evaluación formal del proceso.

En Alemania y Austria, dos países referentes en la formación profesional dual, uno de cada tres estudiantes matriculados en la educación secundaria superior y en educación terciaria de baja duración se educa con un formato de aprendizaje dual. Estos países tienen bajísimas tasas de desempleo juvenil y una gran articulación entre el sector empresarial y el educativo.

La formación dual aterrizó en nuestro país hace ya algunos años. Uno de los precursores es el Centro Educativo Ánima, un bachillerato tecnológico gratuito que ofrece, desde 2016, formación dual en Enseñanza Media Tecnológica (EMT) de Informática y Administración a estudiantes de bajo nivel socioeconómico. Sus impulsores destacan tres pilares del modelo: (a) la motivación de los jóvenes, quienes al vivenciar el valor de formarse y su aplicabilidad al mundo real, se apropian de sus procesos de aprendizajes, aumentando las chances de culminar el bachillerato y continuar con estudios terciarios; (b) el desarrollo de competencias duras y blandas en los jóvenes y el entendimiento del valor de formar esas competencias por parte de todos los actores, alumnos, docentes y tutores de las empresas, y (c) el acercamiento de los jóvenes al mundo del trabajo y el aumento de su capital social. La integración de los jóvenes en espacios reales de trabajo mediante la instrumentación de las prácticas formativas en Empresas Formadoras les permite aumentar sus redes de contacto y tener mejores oportunidades de inserción laboral en áreas ocupacionales con proyección de crecimiento profesional.

En 2019 realicé una evaluación de impacto de Ánima, comparando los resultados de los egresados de la institución con los de otros jóvenes de contextos educativos y sociodemográficos similares, relevados a través de la Encuesta Continua de Hogares del Instituto Nacional de Estadística. El análisis demostró que el pasaje por Ánima duplicó la probabilidad de terminar bachillerato: la tasa de egreso de educación media superior fue de 70% para los estudiantes de Ánima frente a 32% entre los jóvenes del grupo de comparación. La probabilidad de ingresar a la universidad se multiplicó por cinco: 39% entre los estudiantes de Ánima frente a 8% en el grupo de control. Haber asistido a Ánima también aumentó el acceso a un trabajo formal (de 39% a 54%) y la probabilidad de estar estudiando y trabajando (de 24% a 36%).

La experiencia de Ánima no es la única en Uruguay. Un informe reciente de CAF presenta otros ejemplos en el ámbito público de iniciativas que vinculan la educación y la formación laboral. El Consejo de Educación Técnico Profesional (CETP-UTU) cuenta con un ciclo básico Tecnológico Agrario en régimen de alternancia, los programas Rumbo y Trayectos para la culminación de educación media básica y superior, iniciativas en el Parque Tecnológico de Pando o con Tecnova en Paysandú, y bachilleratos profesionales de Operación y Mantenimiento de Instalaciones Eléctricas, en convenio con UTE. A nivel terciario, la Universidad Tecnológica del Uruguay (Utec) tiene un programa dual de Tecnología en el Manejo de la Producción Lechera en conjunto con CETP-UTU. También el Instituto Nacional de Empleo y Formación Profesional (Inefop) ofrece parte de sus programas de capacitación en alianza con otras instituciones, en el formato de educación dual, aunque estos programas no acreditan como programas de educación formal.

Si bien hay experiencias, el número de jóvenes que transitan la formación dual en Uruguay es muy incipiente. La evidencia en el ámbito nacional y en otros países muestra que la inserción de los jóvenes en el mercado de trabajo y su continuidad educativa puede mejorar sustancialmente con este tipo de formación. Para escalar la formación dual, hay que empezar por convencer a las empresas de que es un modelo que genera más beneficios que costos. En el encuentro de la Red de Formación Dual, representantes de varias empresas que habían contribuido a esta modalidad mencionaron ventajas como la fidelización de los empleados y mejoras en sus curvas de aprendizaje. Ya en nuestro país existen incentivos económicos para las empresas que contratan jóvenes. Es clave mejorar la comunicación de estos incentivos y potenciarlos con planes de desarrollo de habilidades y competencias que ya han sido creados para otras experiencias de formación dual, y que aseguren procesos de calidad. También pueden mejorarse los incentivos sectoriales. En varios países, las empresas deben aportar a un fondo sectorial que se encarga de cubrir los costos de formación de las empresas con aprendices. De esta manera, cada una de las empresas no corre sola con el costo de capacitar, y por ende con el riesgo de que sean otras las que se beneficien al llevarse al empleado capacitado. También hay que trabajar con los docentes, repensando su rol en un modelo dual, acercándolos a las empresas, y acercando a su vez a los tutores al aula.

La educación profesional dual plantea desafíos, pero también enormes oportunidades. El encuentro de la Red de la semana pasada cerró con una visión: que en 2030 la formación técnico-profesional de CETP-UTU y Utec se realice en un formato de educación dual. ¡Manos a la obra!